"Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos?" Goodyear Eagle 360 Urban es capaz de sentir, decidir y actuar como neumático
Seguro que recuerdas el neumático esférico Goodyear Eagle-360, aquel prototipo futurista con el que la firma de Ohio sorprendió a propios y a extraños en el pasado Salón de Ginebra. Bien, pues un año más tarde, aprovechando de nuevo el escaparate suizo, el Goodyear Eagle-360 Urban da una nueva vuelta de tuerca a la idea, uniéndole las posibilidades de la inteligencia artificial. ¿Quién da más?
Esta esfera impresa en 3D es, según explican los chicos de Goodyear, "el primer prototipo de neumático impulsado por Inteligencia Artificial, capaz de sentir, decidir, transformarse e interactuar". Ahí es nada.
"Si nos pinchan, ¿acaso no sangramos? Si nos hacen cosquillas, ¿acaso no reímos? Si nos envenenan, ¿acaso no morimos?". Cuando William Shakespeare dio voz a Shylock en El mercader de Venecia, poco se imaginaba el bardo de Avon que aquel alegato podría emplearse, más de cuatrocientos años después, para enfatizar las posibilidades de unos avances tecnológicos que, hoy por hoy, quizá parecen un simple ejercicio de imaginación.
¿Puede entonces un neumático sentir, decidir y actuar en consecuencia, como si de un ser vivo se tratara? Según Goodyear, es posible humanizar un neumático hasta ese punto. Sí, cuando hablamos del Goodyear Eagle 360 Urban.
Todo, gracias al uso de una "piel biónica", según palabras de Goodyear, que utiliza una red de sensores para captar la información del entorno y permite cambiar la huella del neumático en función de las necesidades de marcha. Con condiciones de terreno seco, por ejemplo, puede reducir el dibujo para adoptar una mayor superficie de contacto, mientras que con condiciones de terreno mojado la escultura presenta una suerte de hoyuelos que ayudan a drenar mejor el agua.
La idea de Goodyear es continuar investigando sobre las posibilidades de la inteligencia artificial en el desarrollo de neumáticos que se integren en el mundo conectado que propicia el internet de las cosas (IoT). De esta manera, el neumático sería capaz de aprender de la experiencia propia y de otros neumáticos, y reaccionar de un modo más adecuado a los cambios de circunstancias que se pueden dar en la carretera.
Como si se tratara de un organismo vivo
Fabricada con polímero súper elástico, la piel biónica del Goodyear Eagle 360 Urban presenta una flexibilidad "similar" a la de la piel humana, según el fabricante de neumáticos, a la vez que permite soportar la masa suspendida del vehículo.
En la flexibilidad está la clave del funcionamiento de este curioso neumático, ya que los elementos que contiene funcionan como músculos, rediseñando el diseño de la escultura del neumático en función de las necesidades.
Goodyear concibe este sistema casi como un organismo, donde el cerebro es la unidad de inteligencia artificial, siente las condiciones de la carretera, del entorno y del mismo neumático, procesa la información con algoritmos de aprendizaje y decide transformar la huella del neumático, informando al resto de elementos que componen el IoT para que tengan en cuenta su experiencia.
En este organismo, la piel biónica extrae con su red de sensores la información sobre la carretera y las condiciones meteorológicas, y la transmite tanto al gestor de la huella del neumático como al cerebro, para mejorar el frenado, manejabilidad y eficiencia del vehículo, como también al resto de elementos que componen el IoT en esa misma zona, para que tengan en cuenta su experiencia.
Además, en caso de daños sobre la superficie del neumático, los sensores pueden localizarlos, por ejemplo en caso de pinchazo, y girar el neumático de manera que se genere una nueva superficie de contacto, lo que reduce la presión sobre la zona afectada para que el mismo neumático se repare.
Esto último no es ciencia ficción. De hecho, existe desde hace años tanto en Goodyear como en Michelin, por lo menos. En el caso del Goodyear Eagle 360 Urban, esto se consigue gracias a materiales específicamente diseñados para poder fluir hacia el pinchazo, que reaccionan entre ellos para crear nuevos enlaces moleculares que reparan el desperfecto.
La forma esférica del prototipo presentado hace ahora un año ya aportaba interesantes ventajas: moverse en todas las direcciones y contribuir a la comodidad, seguridad y maniobrabilidad para ajustarse a las demandas de la movilidad autónoma, la movilidad como servicio y la ordenación inteligente del espacio en las ciudades.
Todo esto está muy bien, pero la idea también entrañaba algunas dudas sobre las posibles dificultades técnicas de llevar los neumáticos esféricos a la práctica. Ahora, con la adición de la inteligencia artificial y las dificultades propias de implementar la conectividad entre vehículos, Goodyear ha rizado el rizo. Veremos con qué nos sorprende la próxima vez.
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