Esta misma mañana se publica en Circula Seguro Portugal --si la tecnología quiere-- un interesante artículo de mi compañero Duarte Paulo sobre el color de los vehículos. No es mi intención destripar el trabajo de Duarte, así que si te interesa te pasas por allí y te lo lees, que aunque no domines el portugués se entiende bien (y si se te resiste, siempre te quedarán los traductores online).
La cosa es que el jueves pasado, cuando Duarte me enseñó el borrador del artículo, me quedé un poco pensativo. ¿Realmente el color del coche puede influir de forma directa (o indirecta) en las actitudes del conductor? ¿Hasta el punto de que estadísticamente se puedan asociar los colores a la siniestralidad vial? Y nada, que dándole vueltas a los colores me tienes.
Sí, claro, los colores emocionan. De hecho, sobre la relación entre los colores y las emociones, hay algo que escribí hace algún tiempo para En Naranja: de la calma y la salud que inspira el verde pasando por la serenidad típicamente azul hasta llegar al vacío y la soledad que deja el negro, somos permeables a la influencia de las cartas cromáticas.
Y claro, cuando vamos a comprar un coche nos movemos en gran medida por motivos emocionales. Y movidos por ese tipo de criterios, entre otras cosas elegimos el color del coche. Eh, aunque sea por la parte del pragmatismo: "Yo un coche negro no lo quiero ni en broma, ¡que luego te pasas el día lavándolo!". La de veces que habré oído yo decir eso.
Cuando el río suena, el color habla
Durante mucho tiempo se dijo que las aseguradoras fijaban sus primas, también, en función del color de la carrocería del vehículo asegurado, como atribuyendo un factor de riesgo psicológico el hecho de que el coche fuera rojo o amarillo. Leí en alguna ocasión que no era así, que ese criterio no se empleaba, pero por alguna razón quedó en el imaginario colectivo.
¿Por qué quedó? Al margen de que las aseguradoras sean una especie ideal para hablar de ellas y de cómo calculan lo que nos cobran cada año a ti y a mí, entiendo que todos vemos en el conductor habitual de un coche rojo fuego o amarillo canario unos valores diferentes a los del conductor habitual de un coche verde lechuga o lila milka, ¿no es cierto?
Bien, pues el artículo de Duarte aporta unos datos curiosos recogidos de la investigación realizada en la Universidad de Monash, en Melbourne (Australia). Resulta que habiendo trabajado sobre siniestros reales, había una cierta correlación entre el color de la pintura del coche y la probabilidad de sufrir un siniestro vial.
El universo analizado fue muy amplio: en el estado de Victoria se analizaron 102.559 casos, mientras que en Australia Occidental se tuvieron en cuenta 752.699 casos. Esta inmensa muestra es el resultado de 22 años de siniestralidad vial: entre 1982 y 2004.
Colores de los coches más propensos a chocar
A lo que íbamos: sí, había correlación, pero quizá no la que podríamos intuir tú y yo. En comparación con los coches pintados de color blanco, otros colores experimentaban una mayor tasa de siniestralidad, y este aumento de la probabilidad llegaba a alcanzar el 12 %.
Sin embargo, los colores poco tenían que ver con la idea que estábamos barruntando. Sí, el color rojo estaba entre los agraciados, pero unos anodinos azules, grises, verdes y grises lo acompañaban. Total, que si había aumentado la siniestralidad de los vehículos pintados en esos tonos debía de ser por alguna cuestión relativa, posiblemente, a la falta de visibilidad. Pero no necesariamente por una cuestión actitudinal del conductor.
Aquí y ahora se abren algunos interrogantes. Sí, los datos son interesantes, pero nos quedan ya algo lejos, tanto en el espacio como en el tiempo. Habría que ver cómo habrían evolucionado hasta hoy y en un entorno más cercano a nosotros. También habría que ver cómo influyen los actuales colores psicotrópicos que comercializan algunos fabricantes, que también tienen lo suyo.
Finalmente, habría que ver hasta qué punto el conductor, cuando está a los mandos del vehículo, tiene algo que ver con aquel comprador alegre que un día se presentó en el concesionario con ganas de estrenar coche. Y esto nos lleva a la eterna cuestión sobre si la cabra tira al monte.
Nota
Te debo unos cuantos dibujitos, soy consciente de esto, pero mis ojos han decidido que ya era suficiente por hoy, de manera que en cuanto me sea posible compensaré esta falta. Gracias por tu comprensión.