Los Países Bajos son conocidos como la región de la bicicleta y, desde bien pequeños, sus ciudadanos comienzan a usar a este medio de transporte. Tanto en así, que los niños neerlandeses deben someterse a un examen teórico y práctico de bici cuando pasan a la educación secundaria, algo que lleva practicándose desde hace décadas. Es conocido como el Verkeersexamen.
Desde 1959 la educación vial obligatoria se estableció por ley en los Países Bajos como asignatura, aunque comenzó a impartirse mucho antes en la década de los 30. Desde entonces, cada año en el mes de abril, cerca de 200.000 escolares se someten a esta prueba que consta de un examen teórico y de uno práctico al finalizar Primaria. Es decir, en torno a los 12 años, los neerlandeses deben pasar dicho test para convertirse en ciclistas totalmente independientes.
A día de hoy, y desde hace muchos años, el Reino de los Países Bajos es el país con mayor número de ciclistas. También es la nación dónde es más seguro moverse en bicicleta, lo que es consecuencia directa de una infraestructura adecuada para ello, como también lo es por exigencias como el Verkeersexamen, que se aplica desde edades tempranas. Y es a todas luces necesario, ya que en torno al 75 % de los estudiantes va en bicicleta a la escuela. En concreto, en Amsterdam (Holanda) el 68 % del tráfico rodado para acudir al trabajo o a la escuela corresponde a las bicis.
En España, incluso aunque la orografía no acompañe como es el caso de Madrid, este medio de transporte ha empezado a proliferar en los últimos años. No obstante, los ciclistas no sólo no pasan un examen para circular por las calles, es que además, la educación vial sigue siendo deficiente en las escuelas donde no existe una asignatura específica en la que se imparta.
Así es el examen de conducir para bicicletas
Si bien es a los doce años cuando los niños holandeses se someten al Verkeersexamen, desde mucho antes han recibido educación vial. De hecho, el examen teórico pone a prueba los conocimientos aprendidos a lo largo de toda la educación primaria, que comprende entre los 4 y los 12 años.
En su caso, a través de 25 preguntas, se comprueba que los estudiantes tienen nociones básicas sobre el tráfico, así como de las diferentes situaciones que pueden generarse en el mismo o la importancia de realizar una conducción segura. De no aprobar esta prueba teórica, los niños podrán volver a presentarse al examen durante un periodo de unos dos meses. En el caso de 2019, el plazo comenzó el 4 de abril y termina el próximo 15 de mayo.
Una vez aprueban el teórico, pasan al examen práctico, que consiste en un recorrido de 6 kilómetros en bicicleta en entorno real. En la prueba, los estudiantes deben circular por el carril bici, pero también se evalúa su circulación en calles residenciales o en vías de un carril por dirección. Previamente, los niños pueden practicar en entornos cerrados preparados para simular entornos reales, como el que se muestra en este vídeo y que se ubica en Utrecht.
Si pasan ambos exámenes, los estudiantes reciben el Verkeersdiploma, un certificado que verifica que ya son ciclistas preparados para circular por las calles. Y sin bien una gran mayoría pasa el examen si problemas, en los últimos años hay cierta preocupación en los Países Bajos por el aumento de suspensos: en 2013 supusieron el 4 % del total, mientras que en 2014 se elevó al 9 %.
Según la Veilig Verkeer Nederland o VVN (la Asociación Holandesa para el Tráfico Seguro que lleva más de ochenta años examinando a ciclistas) esto se debe a que cada vez más niños acuden al colegio en coche (un 14 % según cifras de 2015). Números que son prácticamente anecdóticos si los comparamos con España, donde el transporte mayoritario para llevar a los niños a la escuela es precisamente el coche.
Que el modelo de los Países Bajos sea extrapolable a otros estados europeos depende de muchos factores, entre ellos la propia infraestuctura o las características de cada ciudad. Pero donde sí podríamos empezar a trabajar es en la educación vial...
No siempre ha mandado la bicicleta en los Países Bajos...
Aunque en el inconsciente colectivo tenemos la idea de que la bici y los Países Bajos siempre han ido de la mano, en realidad no siempre ha sido así. O al menos no lo fue durante un periodo de unos 20 años.
Si bien antes de la Segunda Guerra Mundial la bicicleta era el transporte mayoritario en Netherlands, tras este conflicto armado la tendencia vial viró hacia el automóvil. Debido a la necesidad de reconstruir el país, el empleo subió como también el salario mínimo, lo que se tradujo en un mayor poder adquisitivo de los hogares y la posibilidad de disfrutar de bienes de consumo más caros, como el coche.
De esta manera, y hasta mediados de los años 70, la bicicleta quedó relegada, como también su infraestructura (muy deficiente no obstante si la comparamos con la actual). Se dio prioridad al coche y se crearon espacios ad hoc para el mismo, al que se cedieron espacios públicos y privados, e incluso se derribaron edificios para que pudieran contar con un espacio del que no disponían.
Pero no duró mucho, la población neerlandesa, en la década de los 70, comenzó a movilizarse en contra de estas maniobras urbanísticas en favor del automóvil, así como del aumento de la siniestralidad vial, destacando la infantil, que comenzó a despuntar con la proliferación del coche. También fue determinante en el regreso a la bicicleta la crisis del petróleo, que se saldó con una gran escasez de combustible en los Países Bajos así como un fuerte incremento de los costes energéticos.
Esto fue el detonante para que la Administración neerlandesa acabara por alienarse con el deseo de los ciudadanos: llegaron nuevas infraestructuras para dar cabida a la bicicleta y mejorar la seguridad vial de este medio de transporte, con la creación de carriles bicis perfectamente integrados con el resto de usuarios. Y así ha sido hasta el día de hoy.