El 1 de julio de 2006 entró en vigor en España el sistema del permiso de conducir por puntos. Se cumplen 10 años de aquel momento histórico que marcó para siempre el escenario vial de nuestro país. Hasta la fecha, todo se resumía en "si te portas mal... multa". A partir de la entrada en funcionamiento del permiso por puntos, el discurso se matizó. Desde entonces, en nuestras carreteras funciona lo de "si te portas mal... multa, y además si eres un peligro te vamos restando puntos hasta que cambies de actitud".
Lógicamente el sistema tiene sus claros y sus oscuros. Pero si hay que hacer balance, este necesariamente es positivo. Muy positivo, de hecho.
Más allá de la multa, la concienciación
Castigar las infracciones de tráfico con multas es, quizá, la medida más burda de las que se pueden tener en el catálogo de remedios para la enfermedad que es la falta de seguridad vial. En casos leves puede funcionar: nos ponen una multa y escarmentamos rápidamente, de manera que nos prometemos no volver a pasarnos de la raya, al menos en un tiempo. Sin embargo, con infractores más conflictivos el sistema no aporta mucho más.
Hay casos para los cuales el castigo económico resulta insuficiente o inapropiado, sencillamente, bien porque al infractor no le viene de aquí pagar, bien porque el infractor lo es por causas que difícilmente se superan entregando dinero a Hacienda. Una dependencia del alcohol, por ejemplo, es algo que escapa a la lógica de las sanciones económicas y que conviene tratar en otro ámbito.
Sin embargo, y por encima de todo, allá por 2005, cuando se empezó a dibujar el sistema del permiso por puntos en España, parecía evidente que con las multas solamente no se llegaba a ninguna parte. Hacía falta concienciar a los conductores infractores que todavía podían recuperarse.
Fue así como se concibió en España un sistema de permiso por puntos que, suavizado a partir del modelo que utilizan en Francia desde 1992, pudiera aportar un matiz de concienciación y reeducación vial para unos conductores que nunca habían oído hablar en serio de factores de riesgo y medidas preventivas.
Diseñado en un primer momento como un sistema mucho más duro que el que tenemos hoy, a la práctica, el permiso por puntos en España se basa en una estrategia absolutamente garantista que permite la recuperación de puntos a poco que el conductor se comporte de forma más o menos continuada tal y como manda el Reglamento General de Circulación.
Si pierdes puntos por cometer una infracción grave, basta que pasen dos años sin que cometas otra para que esos puntos te sean devueltos. Si la detracción se debió a la comisión de una infracción muy grave, al cabo de tres años las cuentas estarán saldadas. El saldo general es de 12 puntos, si en tres años no has cometido ninguna infracción que conlleve detracción, tu saldo será de 14 puntos. Si pasan tres más en las mismas condiciones, tu saldo alcanzará finalmente el máximo de 15 puntos... y Matías Prats empezará a perseguirte por los rincones.
Todos a favor entonces, todos a favor ahora
En su día, el sistema del permiso por puntos fue aprobado con el voto favorable de todos los grupos parlamentarios. El director de la DGT de aquel entonces, Pere Navarro, se lo pudo apuntar como un logro personal, pero no lo hizo. Es más, se atribuye históricamente a un mérito de todos aquellos que lo hicieron posible.
Otra cosa es que al permiso por puntos se le hayan atribuido propiedades que no le pertenecen por completo. Por ejemplo, la reducción de la mortalidad anual en carretera, que estaba en unas 5.000 víctimas, a 1.700 fallecidos. Es evidente que el permiso por puntos contribuyó a este descenso, pero también las tecnologías de unos vehículos cada vez más seguros, y también el desdoblamiento de muchísimas carreteras convencionales, por poner un par de ejemplos.
Sea como fuere, el apoyo al sistema es unánime entre sus promotores, y también en otros sectores. Por ejemplo, las víctimas de tráfico que aglutina la asociación Stop Accidentes no duda en una bondad del permiso por puntos a la que normalmente no se le da peso, pero que resulta imprescindible para ver hasta qué punto hemos cambiado todos desde 2006. Ahora las víctimas de tráfico tienen una visibilidad que antes no tenían.
Con todo, hay mucho por mejorar todavía
En la columna del debe, el sistema de permiso por puntos en España tiene algunos puntos de necesaria mejora, que habrá que ir puliendo. Por ejemplo, la concesión de los cursos de recuperación de puntos es un asunto que ha traído de cabeza al sector de las escuelas particulares de conducción. Pero hay otros temas que tocan al sistema en mayor profundidad.
Por ejemplo, está el problema de la concienciación de conductores cuando los conductores son reacios a concienciarse. Quienes hemos asistido a cursos de sensibilización y reeducación vial para la recuperación de puntos, hemos visto claramente quiénes son las personas que realmente asumen su responsabilidad y quiénes son aquellos que, bien porque no están por la labor, bien porque por lo general les falta una capa de educación más primaria que la educación vial, saldrán por la puerta tal y como entraron. Para ellos aún no existe solución.
Ese es el mayor reto que le queda al sistema del permiso por puntos en España.
Otro punto oscuro se encuentra en los plazos que pasan entre que el conductor infringe la ley y que la Administración le comunica la detracción de puntos. Con las posibilidades que dan hoy en día las telecomunicaciones, no es aceptable que la parte reeducadora de este tipo de sanciones se pierda por el camino.
Finalmente, existen propuestas de mejora en el sentido de conceder beneficios a quienes conserven o aumenten su saldo de puntos. Por ejemplo, estos estímulos positivos podrían consistir en descuentos sobre las tasas que se pagan al pasar la ITV. Habría que debatir aquí si conviene premiar a quien, de hecho, simplemente está haciendo las cosas como es debido.
Los números del permiso por puntos
Para poner en su lugar la importancia del permiso por puntos en España, nada mejor que enfrentar lo que de él sabemos con la repercusión real que tiene sobre el conductor medio español. Con los datos en la mano, podemos comprobar que, en realidad, la incidencia de la detracción de puntos no es alarmante.
- En España hay unos 25 millones de conductores.
- 214.150 han perdido la vigencia del permiso por detracción de puntos.
- 8.750 conductores han perdido su permiso dos veces por el mismo motivo.
- 219 personas han reincidido, perdiendo su permiso tres veces o más.
- 7,5 millones de personas han perdido algún punto.
- Las principales causas por las que se detraen puntos son:
- Exceso de velocidad (46%)
- No utilizar el cinturón de seguridad (11%)
- Utilizar el móvil al volante (10%)
- Infracciones a los semáforos en rojo (27%)
- Infracciones a las señales de Stop (1%)
- Infracciones a otras prioridades de paso (1%)
De un censo de 25 millones de conductores, en estos 10 años menos de un 1 % se ha visto privado de la posibilidad de conducir, debido a la detracción de puntos. Seguramente se trate del 1 % que no supo comprender de otra manera que en la carretera todos compartimos espacio, y por eso todos tenemos unos derechos que se contraponen con unas obligaciones. Este decenio de permiso por puntos debería servirnos para recordarlo, porque ese es el aspecto más positivo del balance que podemos hacer hoy sobre este sistema. Hace 10 años que dejamos de conducir con un cheque en blanco metido en la cartera.