¿Que si nos encanta hundir el pie derecho en el acelerador? ¡Claro! ¿A quién no? Pero el precio de los carburantes y las condiciones ambientales invitan a mesurarse en la conducción diaria. Muchos han acertado al apostar por el ecodriving, pero antes de querer ahorrarse una pasta en gasolina o diésel, hay que aprender a hacerlo, que luego si la liamos nos sale mucho más caro.
Antes de decir qué es lo que puede salir mal, puedes echar un vistazo a las recomendaciones para conducir eficientemente. Si se convierte en un hábito de conducción, hasta los propietarios de coches híbridos llegarán a sentir envidia de tus consumos urbanos y extraurbanos.
Dicho lo anterior, vayamos con la falsa creencia de todos esos conductores que aseguran que circular en quinta marcha a 30 km/h les servirá para gastar menos combustible. Así como se fuerza el motor al conducir cerca de la zona roja del tacómetro, hacerlo a menos de 1.000 puede desembocar en averías más costosas que llenar el depósito de diésel o gasolina.
Omitiendo los riesgos que implica ir en una vía y que el coche no despegue al hundir el pie en el acelerador, ir en una marcha larga a bajas velocidades puede dañar componentes del motor como la biela, que en caso de romperse puede dañarlo permanentemente. El esfuerzo de rodar a tan bajas revoluciones eleva la temperatura de la cámara de combustión, por lo que la junta de la culata también puede dañarse, y repararla implica desembolsar cerca de 3.000 euros. Si estos esfuerzos inútiles del motor —inútiles porque ni ahorras ni aceleras— son una constante, los cilindros pueden desgastarse prematuramente debido a que la fricción es mayor.
Si lo vemos de esta forma, conducir así sería como comprar unos zapatos tres tallas más grandes; es incómodo, te cuesta trabajo caminar y puedes tropezar. No hablemos de correr. Cada marcha tiene su propia velocidad mínima, si se pudiera engranar la marcha más larga con cualquier velocidad baja, los fabricantes serían los primeros en escalonar sus transmisiones automáticas para rodar a 500 rpm, pero no es el caso.
Tanto en coches con motores de gasolina como de diésel es importante saber conducir de forma eficiente, pero lo es aún más importante en los segundos. Los motores de diésel, al ser más sucios, tienden a acumular hollín; cambiar de marcha en el régimen incorrecto favorece este mal común que puede terminar en obstrucciones de turbocompresor, filtros antipartículas o daños en válvulas. Y no, las reparaciones no son baratas en ninguno de estos casos.
La próxima vez que quieras ahorrar combustible, piensa qué merece la pena: ¿Romper un récord de consumo o terminar con una avería en el motor? Simplemente no quieras ver oro donde no lo hay. Ahorra, pero no lo estires hasta romperse; realiza los cambios al llegar a las 2.000 rpm, conduce con el modo Eco encendido —si es que tu coche lo tiene—, aprovecha la inercia y acelera sólo para ganar velocidad.
En Motorpasión | Conducción eficiente y conducción segura: ¿son lo mismo?