Los microsueños son breves periodos de tiempo, cuya duración es de 2 a 3 segundos, en los que los conductores se quedan sopa, dormidos por un momento sin darse cuenta del riesgo que corren. Acongoja, sí, pero es más duro pensar que según un estudio de Fundación CEA el 59,22 % de los conductores españoles han sufrido microsueños en alguna ocasión. Cuidado con lo que nos encontramos por ahí, que luego pasan cosas raras y no sabemos por qué.
El dato en cuestión es alarmante, pero hay otro que lo es más todavía. Un 71,65 % de los conductores encuestados por Fundación CEA reconocen haber conducido con sueño, y un 49,93 % sólo descansan cuando se sienten desfallecer. O sea, cuando les entra el avisador analógico del cansancio: el coche rascando la barrera de la mediana, por lo menos.
A modo de información, se puede explicar que el sueño es un mecanismo de reparación que tiene el organismo. Es necesario que el cuerpo duerma para que todo funcione igual. Si forzamos la máquina y nos engañamos con la típica frase que dice "que ya llego, que ya llego", podremos estirar un poco el estado de vigilia, pero cuando el cerebro considere que ya está bien la broma, desconectará y nos sumirá en un bonito estado de sueño. Y antes que eso, pueden aparecer los citados microsueños.
Entonces se puede explicar que el perfil tipo del siniestrado por sueño se compone de jóvenes de entre 18 y 29 años, trabajadores por turnos (correturnos), conductores que van bajo efectos de alcohol y/o drogas y conductores con enfermedades relacionadas con el sueño, como el SAHS. Esos son los grupos de riesgo que pueden quedarse dormidos al volante sin siquiera darse cuenta.
Sueño al volante, un riesgo que se debe cortar antes de que sea demasiado tarde
Ante esto, ¿qué se puede hacer? Ser previsor. Si uno se dedica a cambiar de horarios con frecuencia, es posible que también necesite descansar con frecuencia en la carretera, o incluso descansar expresamente antes de conducir. Si sospecha que puede tener SAHS u otras patologías relacionadas con el sueño, lo mejor que puede hacer es acudir al médico. Y si uno está perfectamente pero sospecha que su padre, madre o tutor legal, o el vecino de arriba, no lo está tanto, puede intentar hablar con él para concienciarle del problema. Pensemos que un solo conductor que vaya medio dormido la puede liar muy, muy parda. Entre que empieza a ralentizar sus movimientos, que se le va el coche de un lado a otro, o que se come lo que tiene por delante...
Y si hace falta meter un poco de miedito en el cuerpo, recurrimos a la cara legal. Según explica Fernando González Iturbe, Director General de Fundación CEA, "de probarse que el conductor se ha quedado dormido al volante, y esto fuese la causa de un accidente con resultado de daños personales, el conductor, puede ser castigado por una imprudencia grave con un máximo de 10 años de retirada del permiso de conducir y 5 de prisión".
Pero vamos, que es mucho más sencillo que eso. El que quiera jugar a 'La naranja mecánica' con el coche, allá él; pero que lo haga dando vueltas a un descampado de su propiedad, hasta que se le caigan los ojos al suelo y los confunda con los pedales. Que los demás no tenemos la culpa de su pasión por estamparse. O de su inconsciencia. O de todo a la vez.