Hoy 31 de julio hace 40 años que salió el último Seat 600 de la cadena de montaje de la factoría de Seat en la Zona Franca, en Barcelona, siendo el fin de la producción de este emblemático coche español que ayudó a la motorización del país. Su fabricación había comenzado en 1957 y en esos 16 años se produjeron casi 800.000 unidades.
El Seat 600 se vendía por unas 63.000 pesetas de entonces (menos de 380 euros al cambio, pero un buen dinero en su día). El 600 estaba basado en el Fiat 600, tenía dos puertas, cuatro plazas (o cinco, o más), medía casi 3,30 m de largo y montaba un pequeño motor trasero. Pesaba entre 585 y 615 kg.
Seat 600, cuatro versiones en 16 años
El motor de cuatro cilindros, de carburador vertical monocuerpo, de 633 cc tenía entre 18, 21,5 y 24,5 CV (DIN), mientras que el motor de 767 cc podía tener 25 y hasta 28 CV (DIN) (¡cómo cambian los tiempos!). El cochecito era de propulsión trasera, tenía suspensión independiente tanto en el eje delantero como en el trasero, frenos de tambor y una caja de cambios de cuatro velodidades.
Las primeras versiones disponían de puertas de apertura suicida, que más tarde se cambiaron por apertura batiente normal.
Con el tiempo hubo hasta cuatro versiones diferentes, el 600 Normal, el 600 D, el 600 E y el 600 L-Especial (el de 28 CV, ya al final de su vida útil), además de otras versiones más singulares, como el 600 descapotable o la versión comercial. Quien quisiera cuatro puertas y algo más de espacio podía optar por el Seat 800.
Dependiendo de la potencia del motor, el Seat 600 podía alcanzar entre 95 y 115 km/h de velocidad máxima y venía a consumir unos 10 l/100 km en ciudad y unos 6,5 l/100 km en carretera. El maletero, en la parte delantera, era muy pequeño, tenía solo 68,5 litros de volumen. La autonomía era de unos 400 km.
Desaparecido el Seat 600, la historia de Seat con los pequeños utilitarios de segmento A continuó con el 133, el Panda, el Marbella, el Arosa y actualmente con el Mii.
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