El fabricante checo del grupo VAG presenta en el Salón de París el primer vehículo eléctrico de su historia: Škoda Octavia Green E Line. Es una conversión del Octavia Combi, totalmente eléctrico, que se va a probar a partir del año que viene para evaluar su viabilidad.
No son pocos ya los fabricantes que están experimentando con una transformación eléctrica de un coche de producción, para ver si es lo que necesita la gente (no toda la gente, claro). Esta apuesta tiene una autonomía de 140 kilómetros, en la media de lo que ofrecen los coches eléctricos contemporáneos.
El conjunto de baterías está formado por 180 pilas ión-litio con una capacidad de 26,5 kWh. Pesa 315 kilos y está alojado bajo el piso del maletero, reduciendo la capacidad original en 115 litros, es decir, 490 litros de maletero efectivos. La habitabilidad interior permanece invariable.
No es la primera vez que el grupo VAG utiliza un familiar para una conversión de este tipo, pues son los más idóneos para alojar componentes que en el momento del diseño no se planteó que podían colocarse. Un ejemplo perfecto es la saga Audi Duo de los años 90, basados en carrocerías Avant.
Estas baterías pueden cargarse, estando casi agotadas, en ocho horas con una toma de corriente normal o en hasta cuatro horas con 400 voltios (recarga rápida). Aquí conviene matizar que cuanto más cargada está una batería, más lenta se carga. Es decir, en las primeras dos horas se carga mucho más del 50%.
Lo cual significa que tener el coche “enchufado” a una toma de recarga rápida durante media hora puede ser suficiente para más del 20-30% de su autonomía. Si queremos un llenado completo de todas las pilas de la batería, entonces son cuatro horas para el 100% de su capacidad. En la práctica será menos.
Hablemos de prestaciones. El motor eléctrico tiene 60 kW de potencia continua y 86 kW en pico, es decir, el equivalente a 115 CV. El par máximo es 270 Nm, más que el 1.6 TDI de 105 CV. Acelera a 100 km/h en 12 segundos, es casi igual de rápido que el mencionado diesel.
Los motores gasolina 1.2 TSI (105 CV) y 1.4 TSI (122 CV) con esta carrocería también mejoran ese dato de aceleración en 1 y 2,1 segundos, respectivamente. La velocidad máxima está autolimitada a 135 km/h, en caso contrario la autonomía bajaría de forma dramática. Está bastante lejos de los límites de las versiones térmicas.
Una flota de estos prototipos se utilizará para pruebas, de momento no hay planes definidos de comercialización, y seguramente si sale a la venta no será con la generación del Octavia actual. Aún siguen pensando en VAG cómo hacer las baterías más asequibles para eliminar uno de los factores barrera fundamentales al consumidor: el precio.
Si analizamos las fotografías con detalle, comprobamos que hay unas placas solares en el techo que ocupan una gran superficie. El comunicado de prensa no explica su finalidad, seguramente sean un apoyo para la energía de consumidores secundarios como la toma de 12 voltios, faros LED, equipo de música, etc.
Más de uno podrá pensar que sirven para recargar el coche estando parado, y me temo que con la densidad de las placas actuales, eso es una quimera. Tendría que estar aparcado durante meses para notar un efecto real en la autonomía.
Tiene el triple de placas que un Toyota Prius con techo solar (a ojo), y las del Prius solo valen para la recirculación forzada de aire cuando el coche está parado. En el interior se advierten algunos cambios además de la evidente transformación del tablero de instrumentos para adecuar al coche a su nueva realidad.