Los velocímetros de los automóviles no suelen ser demasiado precisos. De hecho, todos los velocímetros pueden marcar una velocidad superior a la real. Ocurre en todos los coches, sean de la marca o modelo que sean, y sucede tanto con cuadros de mandos analógicos como digitales.
La desviación entre lo que marca el velocímetro y la velocidad real a la que circula el vehículo, lejos de ser una cuestión casual, forma parte de la legalidad y está completamente asumido por la industria, y te explicamos por qué.
Está prohibido que los coches muestren una velocidad inferior a la que circulan
El velocímetro recoge los datos de un sensor (imán) que se ubica en la caja de cambios. Este sensor forma parte de un sistema electrónico que, mediante impulsos eléctricos, envía una señal hasta el indicador de la velocidad. Cuanto más rápido gire la transmisión del coche, más impulsos eléctricos serán enviados y más velocidad indicará el cuadro de mandos.
Los sensores del ABS también se pueden utilizar para calcular la velocidad del vehículo, pero son menos comunes. Un antiguo sistema, ya en desuso, se valía de cables con extremos dentados que se utilizaban para obtener la velocidad del vehículo.
Sobre los datos obtenidos, cada fabricante incluye un margen de error por exceso voluntario. ¿Por qué? Muy sencillo. Imagina que ocurre un accidente cuando el coche marcaba 118 km/h, pero realmente circulaba a 129 km/h en una vía con el límite de velocidad a 120 km/h. Lo normal sería que la marca del coche accidentado tuviera cierta posibilidad de ser demandada. Si en el caso del accidente nos referimos a una multa por exceso de velocidad, el ejemplo se ve aún más claro. Aunque en este caso los radares también funcionan con márgenes de error.
Las marcas se cubren las espaldas de manera legal, asumiendo que sus velocímetros son imprecisos para que circulemos a una velocidad inferior a la que percibimos por el cuadro de mandos. De esta manera, los fabricantes de coches se evitan posibles medidas legales en su contra.
A nivel legal, está prohibido que los coches muestren una velocidad inferior a la que realmente circulan. La razón es que así los Gobiernos se aseguran de que realmente circulemos más despacio, de manera que se reduzcan las posibilidades de accidente o las consecuencias de éstos. Circulando a la velocidad máxima permitida, en realidad iremos a un ritmo inferior.
La normativa europea que recoge esta problemática es la UN ECE Regulation 39. Ese texto establece que la diferencia permitida entre la velocidad marcada y la real debe ser, como máximo, igual a la velocidad real multiplicada por 0,1 más 4 km/h.
Por ejemplo, si el límite de la vía es de 120 km/h, un coche que realmente circule a dicha velocidad podría marcar 136 km/h, es decir, 12 km/h por el 10% más otros 4 km/h como máximo.
Japón y Estados Unidos tienen una norma más estricta. Se trata de la SAE J1226, que recoge tanto por exceso como por defecto una desviación máxima del 4%.
Como curiosidad, cabe destacar que pese a su conexión con ambos dispositivos, la diferencia de velocidad que se le aplica al velocímetro no afecta ni al cuentakilómetros (odómetro) ni al cuentarrevoluciones (tacómetro), ya que a éstos no se les induce ningún margen de error.