Porsche Cayman S, prueba (parte 1)

En estos tiempos que corren en los que se busca la ligereza en los automóviles y, paradójicamente, pesan más que nunca, no hay muchos deportivos (que no superdeportivos) que ofrezcan una experiencia de conducción de las de verdad. Hablamos de deportivos ligeros, ágiles y capaces de hacernos disfrutar cada curva.

Las opciones son muchas, y variadas (con o sin techo, más o menos caros...) pero lo que importa es lo fundamental: propulsión, buen chasis y un peso contenido. Con estas tres premisas hay un modelo que destaca sobre los demás. Se llama Porsche Cayman y, además de todo lo anterior, tiene el motor en posición central. Lo hemos podido probar durante más de mil kilómetros para contártelo con todo lujo de detalles.

Hoy en día el término deportivo lo utilizamos para todo. Llamamos deportivo a cualquier modelo que tenga una parrilla agresiva o línea de coupé, pero nada más lejos de la realidad. La deportividad no se mide estéticamente, ni se mide por caballos de potencia, ni tampoco por precio. Se mide con sonrisas; las sonrisas que dibuja en tu cara un coche cuando buscas lo mejor de él en un tramo revirado.

Entonces, ¿qué es un deportivo? Podríamos debatir sobre ello durante horas, pero quizá ni siquiera lleguemos a un acuerdo. Habrá quien crea que cuanta más potencia, mejor, y que un coupé de dos toneladas de peso y tropecientos caballos bajo el capó es igual de deportivo que este Cayman que tenemos entre manos, pero no, que acelere más rápido o tenga una velocidad punta más alta no lo hace más deportivo que nuestro protagonista.

Y hablando de protagonista, ya va siendo hora de presentároslo. La unidad en cuestión que hemos probado es un Cayman S, el tope de gama, que monta bajo el capó un 3.4 litros bóxer atmosférico de seis cilindros y 325 CV de los que aúllan según la aguja se va acercando a la zona roja del cuentavueltas. Además, al tener el motor colocado en posición central, la cabina se inunda de sonido de motor más que en otros modelos como el Porsche 911, en el que el propulsor está algo más lejos de nuestros tímpanos.

Diseño e interior

Desde el primer momento en que ves el coche aprecias un salto cualitativo importante con respecto a la anterior generación. Si en lo que a apariencia se refiere ha mejorado considerablemente (y no digamos ya su hermano descapotable, el Boxster), es por dentro donde la evolución es mayor.

El nuevo Cayman luce nuevas proporciones ya que es 33 milímetros más largo, tiene una batalla mayor y el voladizo delantero se ha recortado. Además, el parabrisas va colocado 10 centímetros por delante que antes y la altura del techo se reduce en 10 y 11 milímetros, en Cayman y Cayman S, respectivamente. Lo más importante, no obstante, es lo que gana en ancho de vías: 40 milímetros delante y 12 milímetros detrás, en el caso del Cayman S.

Estéticamente saltan a la vista los nuevos faros, las grandes entradas de aire del frontal, las llantas de 19 pulgadas y la llamativa entrada del lateral, por la que respira a pulmón suelto el motor bóxer de seis cilindros. Los pasos de rueda parecen ahora más marcados y los grupos ópticos traseros son mucho más atractivos, especialmente con la línea cromada que los cruza. En el caso de la variante S la salida de escape central es doble.

La primera generación de Cayman recibió muchas críticas por su insulso interior, que no parecía el de un coche de su nivel de precio. Este nuevo Cayman, no obstante, ya es otra cosa. El habitáculo adopta ese patrón de diseño que introdujo el Porsche Panamera, con una consola elevada y repleta de botones. Lo cierto es que no sobra ninguno, y tanto la ubicación de los diferentes mandos como el diseño en sí resulta bastante atractivo. Además, los acabados son mucho mejores que antes y se nota también que los materiales no son precisamente de segunda categoría.

El puesto de conducción es de los más agradables en los que me he subido recientemente. Una vez te montas no apetece bajarse. El volante tiene un gran tacto y su diseño es muy atractivo. Cuenta incluso con dos pequeños display en los radios horizontales que nos muestran las palabras Sport o Sport Plus si circulamos en dichos modos (en el radio izquierdo) y Launch Control (en el radio derecho) si activamos este programa para salidas rápidas.

El cuadro de instrumentos está presidido por el cuentarrevoluciones, que ocupa la esfera central (la más grande y de color gris en el Cayman S), flanqueado por el velocímetro (a la izquierda) y por un display multifunción (derecha) en el que podemos ver desde el mapa de la navegación o el nivel de combustible hasta temperaturas del vehículo, cronómetro o un medidor de fuerzas G. Como es costumbre en Porsche, la llave se encaja a la izquierda del cuadro de instrumentos, y no a la derecha, como es lo habitual.

Por primera vez el Cayman ofrece tapicerías de cuero bitono, siendo el color base un gris y pudiendo optar por que le acompañe un tono oro, naranja u otra tonalidad de gris. Los asientos también son de nuevo diseño y se ofrecen varios, más o menos deportivos. En nuestro caso son de ajuste manual (salvo el respaldo, que es eléctrico), están ventilados, calefactados y recogen bien el cuerpo para evitar zarandeos.

De serie se incluye el sistema de audio CDR con pantalla táctil de 7 pulgadas de diámetro, aunque si somos más sibaritas también se ofrece un sistema Burmester de doce altavoces, subwoofer incluído, con una potencia total de 800 vatios.

Si miramos hacia atrás desde nuestro asiento sólo vemos, además de la carretera, el revestimiento que cubre el motor y una moldura decorativa de aluminio en cuyos extremos encontramos lo que parecen dos altavoces, o las torretas de la suspensión, pero son en realidad las tomas de recarga de los depósitos de aceite y líquido refrigerante.

El espacio de carga del Cayman es mayor de lo que parece, ya que el compartimento ubicado bajo el capó es bastante profundo y, según ficha, tiene una capacidad de 150 litros. Además, en la parte trasera también hay espacio para equipaje entre los asientos y la luneta, en concreto 184 litros que se convierten en 275 litros si la carga llega hasta el techo. Suficiente para las maletas de los dos ocupantes y algún que otro bártulo.

Lo que sí es cierto es que el interior del Cayman no es tan amplio como el de su hermano mayor, ya que por la disposición del motor la cabina queda reducida a los dos asientos delanteros y poco más. Resulta algo incómodo recurrir constantemente a los maleteros delantero y trasero para dejar cosas que normalmente llevaríamos con nosotros dentro del coche pero para las que, en este caso, no hay sitio.

Chasis más deportivo

El aumento de dimensiones del Porsche Cayman tiene más ventajas que desventajas. Crece tan poco que no existe apenas diferencia, por ejemplo, a la hora de aparcar, pero en lo que a dinámica se refiere la mejora sí es notable.

La batalla crece en 6 centímetros y al haberse ensanchado las vías, ambas versiones calzan llantas una pulgada más grandes, lo que mejora la estabilidad. No obstante, se reduce la resistencia a la rodadura con los nuevos neumáticos en aproximadamente un 7%, traduciéndose en mejores consumos.

La reducción de pesos también es un punto importante a la hora de recortar consumo, y Porsche ha puesto especial empeño en conseguir una carrocería más ligera, concretamente unos 30 kilos más liviana en el Cayman S, que aún así es un 40% más rígida que antes, lo cual mejora el comportamiento del coche cuando se le exige.

La culpa de esta pérdida de peso es de materiales como el aluminio, que supone el 44% de la carrocería. El capó delantero, por ejemplo, pesa 6,6 kilos, menos de la mitad de lo que pesaba esa misma pieza en la generación anterior del Cayman.

Al aumentar la potencia se hace necesario mejorar el sistema de frenos, por lo que el Cayman incorpora pinzas de mayores prestaciones y se beneficia de medidas que contribuyen a una mejor refrigeración del conjunto. De hecho, los discos de freno delanteros del Cayman S son heredados del Porsche 911 Carrera.

Porsche ofrece de forma opcional diferentes sistemas que mejoran la dinámica del vehículo, como la suspensión adaptativa PASM (Porsche Active Suspension Management), que al toque de un botón se vuelve mucho más dura o más cómoda que la de serie, o el diferencial autoblocante trasero con Torque Vectoring, para ganar en tracción y agilidad.

De momento nos quedamos sentados en nuestro Cayman S, pero no lo arrancamos hasta mañana. No te pierdas la siguiente parte, vídeo incluído, en la que te contamos todas nuestras sensaciones al volante, así como más datos técnicos del modelo y una valoración final.

Continuará...

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