Que el Mercedes-Benz Clase G 2018 daría un salto adelante en el segmento de los todoterreno, ya era algo sabido desde que conocimos todos sus detalles. Ah, pero como el papel todo lo aguanta (y las pantallas, más aún), había que ponerlo a prueba y ver hasta qué punto las anunciadas características dinámicas y off-road del nuevo Mercedes-Benz Clase G cumplirían o no con lo prometido.
Spoiler: vaya, si cumplen. Y de qué manera. Pero vayamos por partes...
Un diseño exterior más fuerte que el paso del tiempo
Para Mercedes-Benz, el Clase G es un icono del diseño. Así, no es de extrañar que en esta revisión a fondo que ha experimentado, lo que menos cambie sea la superficie. Se ve que es un Geländewagen tan robusto como siempre, aunque las líneas quizá se hayan dulcificado ligeramente respecto a las generaciones previas. También se ve un salto adelante en cuanto a la precisión de las piezas y en lo referente a las uniones entre elementos.
Dimensiones | G 500 | AMG G63 |
---|---|---|
Longitud | 4.817 mm | 4.873 mm |
Batalla | 2.890 mm | 2.890 mm |
Anchura | 1.931 mm | 1.984 mm |
Altura | 1.969 mm | 1.966 mm |
Vía delantera | 1.638 mm | 1.654 mm |
Vía trasera | 1.638 mm | 1.654 mm |
Volumen maletero | 454-1.941 L | 454-1.941 L |
El nuevo Mercedes-Benz Clase G también mantiene esos signos de distinción que no puedes encontrar fácilmente en otro todoterreno actual: los asideros de las puertas, las protecciones exteriores, la ubicación de la rueda de repuesto, los intermitentes delanteros sobre el capó. Incluso el característico sonido de las puertas al cerrar recuerdan a lo que ha sido el Clase G desde sus primeros días en el mercado, allá por 1979.
Más de 300.000 unidades vendidas en este tiempo, cuando hablamos de un vehículo perteneciente a un subsegmento tan estecho, sólo se pueden interpretar con una idea clave: Si funciona, no lo toques. Pero quizá en un modelo como este, tan imperturbable al paso del tiempo, algo había que retocar.
Ian James, responsable de marketing del nuevo Mercedes-Benz Clase G, asegura que sólo han cambiado "aquello que habría hecho más fuerte a su predecesor y acentuado lo que hace único" al emblemático todoterreno, y resume las novedades en torno a tres puntos esenciales: "Mejorar de forma drástica el confort y el lujo en el interior, incrementar la comodidad de conducción y la dinámica en carretera, y perfeccionar sus capacidades off-road".
Un diseño interior con el que el Mercedes Clase G salta de repente 30 años y aparece en el siglo XXI
Y eso nos lleva a hablar del interior del Mercedes-Benz Clase G 2018, algo que ya hicimos en profundidad a finales de 2017 y que ahora simplemente cabe repasar, teniendo en cuenta que es la primera vez que realmente vemos y tocamos los elementos del nuevo habitáculo con el coche acabado y en funcionamiento.
El espacio interior será lo que más llame la atención de quien se acerque al nuevo Clase G. Decir que ha cambiado es quedarse corto. Ha dado un salto de gigante hacia adelante y ha situado a la ancestral Clase G en pleno siglo XXI. Recuerda Ian James que cuando se estrenó la anterior generación, allá por 1990, ni siquiera existía la World Wide Web como la conocemos. Ahora, el nuevo Clase G incluye Mercedes me y buena parte de esas comodidades que hemos ido conociendo, desde los Mercedes-Benz Clase S a los Mercedes-Benz Clase A.
Pero hay algo que se percibe sin siquiera probar las pantallas y los botones: el incremento del espacio para los ocupantes, que con los datos en la mano advierte de una mayor comodidad, una información que se confirma mediante la sensación cuando ocupamos tanto las plazas delanteras como las traseras.
Denominación | Diferencia |
---|---|
Espacio para las piernas delante | + 38 mm |
Espacio para las piernas detrás | + 150 mm |
Espacio a la altura de los hombros, delante | + 38 mm |
Espacio a la altura de los hombros, detrás | + 27 mm |
Anchura a la altura de los codos, delante | + 68 mm |
Anchura a la altura de los codos, detrás | + 56 mm |
La posición de conducción resulta elevada, como es lógico, y es entonces cuando apreciamos que el diseño exterior del Clase G haya mantenido los intermitentes sobre el capó, ya que sirven de guía para tener una idea precisa y directa sobre los límites del frontal. Los ajustes eléctricos permiten un pormenorizado reglaje con el que resulta francamente sencillo hallar una correcta higiene postural al volante.
Una vez situado, lo primero que llama la atención es la doble pantalla multifunción widescreen, que se incluye en varios paquetes opcionales y que viene compuesta por dos módulos de 12,3 pulgadas. Esta sirve de soporte para algo tan esencial en este vehículo como es el control del tren de rodaje y tan distintivo como el sistema de sonido Burmester, que en el nuevo Mercedes-Benz Clase G se puede montar (también como opción, por 1.940 euros) con nada menos que 15 altavoces para una potencia nominal de 590 W.
En el puesto de conducción, prácticamente todos los elementos quedan bien ubicados, siguiendo un decidido canto a la ergonomía que se agradece tanto dentro como fuera del asfalto. Entre las bondades de los asientos encontramos ajustes lumbares dinámicos, programa de masaje y calefacción tanto en las plazas delanteras como en las traseras.
El buen cuidado que han tenido los diseñadores por la disposición de los elementos sólo choca cuando observamos dónde se encuentra ubicada la manilla con la que abrimos la puerta desde dentro, ya que queda excesivamente baja, a la altura de los muslos, y eso hace algo farragosa una operación tan sencilla como bajar del vehículo. O saltar desde él.
En el apartado de materiales, los diseñadores del nuevo Clase G han tomado ejemplo de las gamas más altas de la actual Mercedes-Benz, por lo que podemos encontrar maderas de poro abierto combinando con metales, napa, microfibra..., y esto puede resultar llamativo si pensamos en un Clase G concebido para moverse por el campo, pero no en un Clase G que, rodando sobre el asfalto, se revela como un impresionante monstruo de la carretera.
Y a eso vamos.
Mercedes-Benz Clase G, en carretera
Motores y masas | G 500 | AMG G63 |
---|---|---|
Motor | V8 3.982 cc | V8 3.982 cc |
Potencia máxima | 422 cv @ 5.250 -5.500 rpm | 585 cv @ 6.000 rpm |
Par máximo | 610 Nm @ 2.250 - 4.750 rpm | 850 Nm @ 2.500 - 3.500 rpm |
Transmisión | 9G-TRONIC | AMG SPEEDSHIFT TCT-9 |
Neumáticos | 265/60 R 18 | 275/50 R 20 |
Aceleración 0 a 100 km/h | 5,9 s | 4,5 s |
Velocidad máxima | 210 km/h | 220 km/h |
Consumo NEDC mixto | 12,1 l/100 km | 13,1 l/100 km |
Emisiones CO₂ | 276 g/km | 299 g/km |
Masa en orden de marcha | 2.429 kg | 2.560 kg |
Carga útil | 721 kg | 640 kg |
Masa máxima autorizada | 3.150 kg | 3.200 kg |
El Mercedes-Benz Clase G 2018 pesa 2.429 kg (2.560 kg, el AMG G 63). Esto, de masa en orden de marcha. Podríamos pensar que es un barco difícil de mover del sitio, pero no. Tal y como nos recuerda Tobias Moers, presidente del Consejo de Dirección de Mercedes-AMG, la división deportiva de Daimler ha sido responsable del desarrollo del tren de rodaje, el chasis y los motores V8 que montan todos los modelos de la Clase G. Es decir, que estamos ante un proyecto llevado en buena parte directamente por AMG.
No se trata sólo de que el motor que monta el Clase G desarrolle una potencia nada despreciable, que la desarrolla, y que la entregue con agilidad gracias a los turbos montados en el interior de la doble bancada, que la entrega. Tampoco se trata de que las cajas que montan las dos versiones se ajusten como un guante a las necesidades del conductor, con celeridad y con precisión, que lo hacen. Ni se trata de que la dirección sea altamente ágil y precisa, que lo es.
Se trata de la suma de todo eso y de que, realmente, el nuevo Clase G impacta por su comportamiento dinámico. Cuesta creer que una máquina tan grande se desenvuelva con la soltura que lo hace. Y eso nos lleva a contemplar, al desnudo, uno de los componentes esenciales para el buen resultado final: el chasis.
La rigidez del chasis, junto con la robustez de la carrocería, han estado en la base del desarrollo del nuevo Clase G desde el principio del proyecto. También el sistema de suspensión contribuye a esa rigidez, con el uso de una barra estabilizadora conectando las torretas del tren delantero, mientras que en el tren trasero se monta una barra Panhard con cuatro brazos longitudinales a cada lado.
Al final, en el Mercedes-Benz Clase G 2018 tenemos una estabilidad a prueba de bomba, unas aceleraciones briosas y unas reacciones dinámicas muy nobles. Si hay que marcar una carencia, esta se encuentra sin duda en el sistema de frenado, que resulta en ocasiones algo escaso para responder con la misma agilidad que responden el resto de los sistemas, en un vehículo que puede presumir de haber sido concebido bajo un enfoque holístico.
Y si de comprobar esa holística se trata, toca sacar el Clase G fuera del asfalto. Lo haremos en dos entregas: la primera, con el G 500 en un circuito lento de los que hacen contener la respiración, y la segunda, con el AMG G 63 corriendo por los campos como si nos persiguiera alguien.
Off-road lento con el G500
Reparto de par | 40:60 |
Capacidad ascensional | Hasta 100% (si hay adherencia) |
Altura libre al suelo | 241 mm |
Inclinación lateral | Hasta 35 % |
Ángulo de ataque | 31 º |
Ángulo de salida | 30 º |
Ángulo de rampa | 26 º |
Profundidad de vadeo | 70 cm |
Si los datos puestos en una tabla resultan llamativos, explorar las capacidades off-road de estas dos toneladas y media de acero impresionan hasta acabar el vocabulario cuando el instructor te pregunta con una sonrisa qué te ha parecido el comportamiento del Mercedes-Benz G500 fuera del asfalto.
¿Cómo resumir lo que se siente al ver que, conectando los tres bloqueos de diferencial, el Clase G es capaz de subir por lugares en los que un servidor se lo pensaría mucho antes de iniciar el camino... ¡a pie!? Pendientes ascendentes y descendentes que quitan el hipo, aliviadas por el uso de la cámara frontal para ver algo. Dice la pantalla que estamos a un 60 %.
Inclinaciones imposibles, mientras desde el sitio del acompañante la consigna es que le pise al acelerador, sin prisa pero sin pausa, para que los sistemas hagan su trabajo. Esa es la magia del G-Mode, el modo que se pone en acción cuando se activa uno de los tres bloqueos de diferencial o bien se acopla la reductora, es decir, se pasa de High Range a Low Range.
Este paso se puede realizar en parado o en movimiento, hasta una velocidad de 40 km/h, mientras que el paso de Low Range a High Range se puede realizar hasta una velocidad de 70 km/h. La relación de desmultiplicación es de 2,93 (mucho más corta que en la generación previa, donde la relación era de 2,1).
El G-Mode adapta la amortiguación, la respuesta al acelerador y la gestión de la caja, eliminando cambios de marcha innecesarios, aunque en ocasiones toca seleccionar manualmente primera para ayudarse con el control de descensos.
Con este modo de funcionamiento también cambia el programa de asistencia electromecánica a la dirección, aunque no se nota la diferencia al tacto en un sentido negativo: simplemente cambia y notas que va algo mejor, en función del terreno que estés abordando.
Para terminar, el vadeo de un barrizal donde uno recuerda de repente que las cámaras exteriores van protegidas por una carcasa a prueba de agua, precisamente en previsión de situaciones como esta. Una vez más, un desarrollo donde se ha tenido en cuenta que el Clase G es un todoterreno, sí, pero que eso no tiene por qué mermar la comodidad a la hora de conducir.
Off-road rápido con el AMG G 63
En esta segunda prueba, más breve que la anterior, comprobamos una mínima parte de lo que debe de haber sufrido la Clase G durante su desarrollo, en un programa de más de 2,4 millones de kilómetros que sirvió para ver la resistencia del Clase G en todo tipo de condiciones medioambientales, incluyendo la pista de Schöckl, situada en una montaña de 1.445 metros cercana a Graz (Austria).
Corremos y corremos por caminos saltando de bache en bache sin que eso nos penalice ni al vehículo ni a nuestras espaldas, y además la dirección sigue siendo tan fiable como dentro del asfalto. No resulta esta prueba tan impresionante como sí lo ha sido el off-road lento con el G500, pero darle cera sin piedad a un todoterreno de 585 CV para corretear por el campo es algo que no se hace todos los días.
Aunque, ojo, el coche bien lo aguantaría.
Siempre me quedará la duda sobre qué tipo de cliente haría esto con su Clase G. Más, cuando en Mercedes-Benz España me comentan que posiblemente en nuestro mercado vaya a tener más aceptación el AMG G 63 que el G500. El coche lo aguanta, desde luego. Lo que no tengo tan claro es que lo aguante el ánimo del que se gaste, como mínimo, 173.750 euros en hacerse con una de estas maravillas sobre ruedas.
Mercedes-Benz Clase G, en resumen
Nació en 1979 a partir de un proyecto militar, y hoy compite con el Land Rover Defender por el trono moral e histórico de los vehículos todoterreno. Su apariencia exterior apenas ha experimentado cambios significativos, pero bajo la superficie todo ha cambiado, en el ejercicio de un audaz salto hacia adelante que sitúa al Mercedes-Benz Clase G en la estrecha cima de su segmento.
Tanto por su elevado nivel de equipamiento como por su impresionante comportamiento fuera y dentro del asfalto, va a ser complicado superar lo que ha conseguido esta nueva generación del Mercedes-Benz Clase G.
Mercedes-Benz G 500 | Mercedes-AMG G 63 | |
---|---|---|
Potencia máxima | 310 kW (422 CV) | 430 kW (585 CV) |
Emisiones CO₂ en ciclo combinado | 269 g/km | 299 g/km |
Consumo NEDC en ciclo combinado | 11,8 l/100km | 13,1 l/100km |
Cambio automático | 9G-TRONIC | AMG SPEEDSHIFT TCT 9 |
Precio | 127.450 euros | 173.750 euros |
En Motorpasión | Mercedes-Benz Clase G, en la intimidad. Apto para todos los terrenos, sin restar ni un punto de refinamiento