Probamos el Bentley Continental GT V8 Convertible, una lujosa máquina de generar sensaciones

Nota de Motorpasión

El Bentley Continental GT es uno de los mejores modelos gran turismo del mercado. Lógicamente, existe también en versión descapotable. Y ahora está disponible con motor V8 además del W12 insignia de la marca. En esta ocasión probamos algo más que el Bentley Continental GT V8 Convertible, probamos un monumento.

No todo el mundo tiene la misma concepción del lujo. Algunos prefieren lucir un chandal y una riñonera Gucci, mientras que otros prefieren la elegancia y la sutileza de un traje de Boggi Milano o de uno realizado por un sastre de Savile Row.

Pasa lo mismo con los hoteles de lujo. Están los Sofitel y los W, con un servicio impecable y llenos de comodidades, pero son todos iguales. Y luego están los palacios; edificios históricos, con alma, con una atmósfera especial, con techos altos, esculturas del renacimiento y puertas de madera talladas hace siglos.

Y por supuesto, ocurre lo mismo con el automóvil. Mientras algunas marcas se conforman con llenar el interior de pantallas táctiles y proponer asientos con función masaje para presentarse como un fabricante de lujo, unas pocas proponen una inmersión en un universo único, lleno de tradición y experiencia adquirida a lo largo de más de 100 años.

Un Bentley no tiene que necesariamente gris o verde. Esta configuración con azul Kingfisher by Mulliner y llantas negras de 22 pulgadas es la prueba.

Lo que distingue un coche de lujo de simplemente un producto caro es la experiencia que aporta, incluyendo toda su historia, la cual se traduce en decisiones estéticas y técnicas a la hora de crear un coche.

Estilo, tradición y una tecnología escondida: el verdadero lujo

Así, el Bentley Continental GT V8 Convertible no se conduce ni se pilota, ofrece una experiencia de viaje rodeado de opulencia. Lo que cuenta aquí es el resultado, no el cómo. De todos modos con una plataforma, motor y transmisión compartidos con el Porsche Panamera, nadie se va a quejar del cómo.

Todo comienza al abrir la puerta. Maciza, como la de uno de esos palacios, desprende una sensación de calidad digna de su antigua marca hermana, Rolls-Royce. La calidad de la tapicería y de los asientos se aprecia nada más sentarse. Los asientos son cómodos y al mismo tiempo firmes.

Los acabados del interior son realmente exquisitos. Ya sean las costuras de contraste, los ribetes, el cuero, los ajustes de los diferentes elementos o la firmeza de los diferentes botones cuando los accionamos, los acabados son suntuosos.

El logotipo y las costuras de contraste son del mismo color azul Kingfisher que la carrocería.

Los pequeños tiradores cromados de las bocas de ventilación, heredados de la época Rolls-Royce, y el sistema que esconde la pantalla multimedia (que gira sobre sí misma para dejar paso a tres instrumentos analógicos o un aplique que completa el salpicadero y le devuelve su aire depurado) son otros ejemplos del elevado nivel de los acabados.

No son controles, son piezas de orfebrería.

La integración de la pantalla multimedia puede parecer un detalle, pero en otras marcas se solventa poniendo la pantalla en un altar, eliminando el resto de botones y elementos. Así, evitan hacerlo mal y que se vea que no encaja bien o está mal integrada y, por otra parte, se ahorran una parte sustancial del presupuesto al meterlo todo en una pantalla (aunque en el proceso la ergonomía y el estilo desaparezcan).

No es el caso en Bentley, al contrario. Este simple truco de la pantalla es el símbolo de la experiencia de conducción de un Bentley. La tecnología está presente, pero no se ve. Lo que sí se ve y nota es la tradición, el estilo y el tacto.

Y qué decir de la capota. De lona de triple capa con un aislamiento acústico superior al de coupés de otras marcas y además personalizable. Se puede escoger para ella hasta siete colores y patrones diferentes para el exterior, desde el clásico negro pasando por el burdeos ('Claret') hasta el 'Tweed', y hasta ocho colores diferentes para el interior. La capota eléctrica se abre en 19 segundos y se puede hacer circulando hasta 50 km/h.

Los afortunados propietarios podrán conducir más a menudo con la capota abierta, ya que el calientacuellos (ese leve chorro de aire caliente que sale de la base de los reposacabezas cuando hace frío) tiene también una función de refrigeración en esta nueva generación, por si el calor aprieta mucho.

Y para compensar el frío del otoño, todo es calefactable. ¿El aro del volante y los asientos? Por supuesto, pero también los reposabrazos pueden ser calefactables. Todo se gestiona desde la interfaz del aire acondicionado para ajustar la temperatura interior de medio grado en medio grado.

La necesidad de acomodar el techo plegable en el maletero (que pasa de 358 litros en el coupé a 235 litros en el Convertible) resta también algo de espacio en las plazas traseras. Aunque el espacio sigue siendo lo suficientemente bueno para que los niños más pequeños viajen allí atrás en sus sillitas (tiene Isofix), los adultos no querrán hacerlo durante mucho tiempo. Más que nunca, el Continental GT V8 Convertible es un 2+2.

Al volante de una opulente y relativamente ágil máquina

El despertar del V8 impresiona, pero no de una forma habitual. Sorprende no tanto por su exuberancia, pues carece de ella, sino por ese rugido grave y a la vez medio apagado. Tiene la nota justa para expresar con autoridad toda la potencia que alberga, pero sin necesidad de gritarlo a los cuatro vientos cual Lamborghini.

Este V8 de 4.0 litros (3.998 cc) sobrealimentado por dos turbos es un viejo conocido del grupo Volkswagen. Presente en el Audi S8 o en el Porsche Cayenne, por ejemplo, desarrolla 550 CV a 6.000 rpm y entrega 770 Nm desde 2.000 hasta 4.000 rpm. Este V8 empuja con la fuerza de una locomotora, pero con la viva respuesta al acelerador de un deportivo. Si hundimos el pedal derecho, clavará en el asiento a los pasajeros. Literalmente.

El V8 de 4.0 litros está por detrás del eje delantero, ayudando al buen comportamiento dinámico del coche.

Gas a fondo, el nivel acústico del V8 no será tan locuaz como lo es un V8 de AMG o de Corvette. Los escapes tampoco son demostrativos como los de un Audi RS 3 o RS 6 Avant. Lo suyo es una fuerza imparable, que se oye de fondo, pero nada intrusiva. Ni siquiera con la capota abierta se deja oír en exceso.

A pesar de sus 2.335 kg (los refuerzos estructurales, la capota y su mecanismo suponen 170 kg más de peso con respecto al coupé), es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos y mientras el cambio automático de 8 relaciones sube las marchas, el Continental GT V8 Convertible alcanza los 318 km/h.

La tracción integral garantiza una motricidad sin fallos y un nivel de seguridad activa impecable. Al salir de curva, es casi imposible que el eje trasero haga un extraño (salvo si lo provocamos deliberadamente, claro).

El tren delantero no es tan incisivo como en un Porsche, pero suficientemente vivo, preciso y rápido para poder ser considerado deportivo. En ese sentido, y si bien lo suyo son las curvas rápidas, sorprende la relativa agilidad con la que cambia de rumbo en los tramos revirados. Aun así, los apoyos en curva podrían ser más limpios.

En ocasiones, el transfer de masa sobre el eje delantero hace que la zaga se aligere y desestabilice ligeramente el coche. Las ayudas electrónicas lo corrigen rápidamente, pero no deja ser algo notable.

Hablando de paso por curva,  cuando equipa las barras estabilizadoras activas "Bentley Dynamic Ride", se aprecia una diferencia más que notable en el paso por curva cuando seleccionamos el modo Sport con respecto al Comfort. El modo Sport no es solo un truco para endurecer la dirección y que la caja de cambios cambie de marcha con más rapidez aún, el Continental tiene entonces realmente un fondo deportivo.

Este último modo mantiene al menos el 80% del par en el eje trasero todo el tiempo y también hace que la suspensión sea más firme. La dirección se vuelve algo más dura, pero sigue siendo ligera, y en cualquier caso filtra mucha información, pero afortunadamente no del todo.

El modo B (por Bentley), o automático es el modo que mejor representa Bentley, con una tecnología escondida al servicio de la conducción. La gestión del modo B es tan lograda que prácticamente convierte los otros modos en redundantes. Entiende casi a la perfección cada situación y nuestro estilo de conducción en cada momento para adaptar en función de ello los ajustes del coche en tiempo real. Sin que lo percibamos, va cambiando en tiempo real de Comfort a Sport y viceversa sin que tengamos que hacer nada.

Aun así, se trata de un pesado gran turismo de lujo que, siempre y cuando lo mantengamos dentro de los considerables límites de adherencia del coche, es capaz de moverse casi con la misma soltura que un compacto deportivo en los tramos revirados.

Detrás de las llantas opcionales de 22 pulgadas, los discos de frenos ventilados de 420 mm de diámetro. Ofrecen una buena resistencia, aunque podrían tener algo más de mordiente.

Y eso, sin duda es gracias a toda la tecnología que esconde este coche. Solo cuenta el resultado, no el cómo. Y aquí, el resultado es brillante. Y eso que no equipa la dirección a las cuatro ruedas, que Bentley reserva de momento para las versiones Speed de su gama.

Por supuesto, no tiene la misma rigidez que el Continental GT Coupé, aunque es algo que solo se aprecia en los firmes más irregulares donde uno no puede evitar notar ciertos movimientos de carrocería. Es algo normal, como en muchos cabrios, y en todo caso, no cambia para nada la gratificante experiencia de conducción de este monumento del automovilismo.

Al final, este Continental GT V8 Convertible no enamora por su V8 ni sus prestaciones, sino por su homogeneidad, su confort y la experiencia de conducción gratificante que brinda. No es el cabrio más rápido, ni el más deportivo, ni tampoco el más eficaz o preciso, pero sí es el que mejor representa la definición de gran turismo. Es rápido, cómodo y sabe moverse cuando hay curvas. Y todo ello con el cielo por techo y con un habitáculo verdaderamente lujoso.

Bentley Continental GT V8 Convertible: nuestra valoración

8,2

Diseño exterior 9
Diseño interior 9
Calidad 9
Habitabilidad 7
Maletero 7
Motor 9
Seguridad 9
Comportamiento 8
Comodidad 9
Precio 6

A favor

  • Compromiso confort y dinamismo
  • Calidad y ambientación a bordo
  • Motor y cambio

En contra

  • Escapes podrían ser un poco más expresivos en modo Sport
  • Dirección poco comunicativa


El Bentley Continental GT V8 Convertible tiene más cualidades para sí de las que necesita en realidad. Estoy seguro que con su estilo y su exquisito interior, el Continental Convertible ya se vende solo. En el fondo, Bentley no necesitaba ir un poco más allá. Y sin embargo ha creado uno de los modelos de gran turismo más gratificantes de conducir del mercado. Este coche es algo más que todo eso, es una máquina de generar experiencias.



Motor

Gasolina. V8 de 3.996 cc; dos árboles de leva por culata, sobrealimentado por dos turbos.

potencia máxima

550 CV a 6.000 rpm

par máximo

770 Nm desde 2.000 hasta 4.000 rpm

transmisión

Tracción trasera. Cambio automático de 8 relaciones.

dimensiones (Largo x ancho x alto)

4.850 x 1.954 x 1.399 mm

batalla

2.851 mm

maletero

235 litros

peso

2.165 kg

80 a 120 km/h

2,8 s

0 a 100 km/h

4,1 s

velocidad máxima

318 km/h

consumo medio homologado (WLTP)

12,5 l/100 km

consumo medio en prueba

13,7 l/100 km

PRECIO

desde 251.816 euros

El coche para esta prueba ha sido prestado por Bentley Barcelona. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.

Fotos | Daniel Murias y Bentley

En Motorpasión | Probamos el Bentley Continental GT V8, cuando el lujo extremo no está reñido con la deportividad ni con la comodidad

También te puede gustar

Portada de Motorpasión

Ver todos los comentarios en https://www.motorpasion.com

VER 12 Comentarios