Aprovechando la Monterey Car Week, que se ha celebrado estos días en Pebble Beach, el Mercedes-Benz EQ Silver Arrow se presenta como un concept car que se enmarca en la serie eléctrica EQ y ofrece líneas nítidas y fluidas como marco conceptual con piel de bólido retrofuturista.
Fibra de carbono y metal líquido
La filosofía de diseño de Mercedes-Benz, consistente en buscar "claridad sensual", según palabras de la marca, se ha aplicado al máximo en este monoplaza de 5,30 metros de longitud y un metro de anchura. El resultado es un bólido esbelto, fabricado en fibra de carbono y recubierto con pintura de color plata Alubeam.
En este punto, Mercedes-Benz explica que Alubeam reviste la piel del EQ Silver Arrow "como si fuera metal líquido", de modo que se fusionan dos polos contrapuestos del diseño: calor y frío, pasión y funcionalidad.
En la parte fría, o racional, encontramos las piezas adosadas en fibra de carbono, que son plenamente funcionales, como es el caso del splitter frontal o del panel frontal con función de visualizador. Asimismo, en la zaga tenemos el difusor trasero como reminiscencia del automovilismo de competición, y dos alerones extensibles con función de freno aerodinámico.
En la parte más caliente encontramos la apertura hacia adelante de la cabina del conductor, las ruedas con cubiertas parciales y llantas de aluminio ligero pintado en color dorado rosa, de nada menos que 168 radios, y calzadas con slick Pirelli (255/25 R 24 y 305/25 R 26).
La banda luminosa, continua a lo largo del perímetro del EQ Silver Arrow, ayuda a conformar la personalidad de este concept car, mientras que el gran logotipo EQ, integrado a modo de bajorrelieve, situado por delante de las ruedas traseras, ayuda a fijar la imagen de la nueva marca de Mercedes-Benz.
Un interior que combina pasado y futuro
La apertura de la cabina de conducción se realiza hacia adelante, y dentro descubrimos un contraste entre lo tradicional y lo moderno, según la voluntad de los diseñadores de Mercedes-Benz de fusionar el pasado con el futuro.
En la elección de materiales tradicionales se observa un continuo guiño a la esencia de los Silver Arrow de Mercedes-Benz: marrón ecuestre en el asiento y el volante, aluminio cepillado en todo el habitáculo y madera auténtica de raíz de nogal con líneas más oscuras de madera de conífera en el suelo. El habitáculo queda revestido en ante de color gris, a juego con la pintura exterior en plata Alubeam.
Sin embargo, el Mercedes-Benz EQ Silver Arrow mira al futuro situando al conductor en medio de una gran pantalla panorámica donde se proyectan imágenes tridimensionales que lo mismo permiten competir con Flechas de Plata históricos o actuales en un circuito virtual, que indica qué carril de la carretera es apto para recargar la batería por inducción.
Otros elementos futuristas que presenta se encuentran en el asiento, que cuenta con calefacción AIRSCARF a la altura de la nuca, y cuyo contorno queda realzado con unas estrellas grabadas al láser. Por su parte, los pedales se gradúan mediante un regulador situado junto al asiento, y el cinturón de seguridad es de cuatro puntos, siguiendo con los guiños al mundo del automovilismo.
Finalmente, el volante incorpora una pantalla táctil, donde se seleccionan los programas de conducción (Comfort, Sport y Sport+), así como los ajustes de sonido, que permite elegir, entre otros, el sonido de un Flecha de Plata de Fórmula 1 actual y el de un motor Mercedes-AMG V8. Esto, en un coche decididamente eléctrico.
El EQ Silver Arrow cuenta con un motor eléctrico de 750 CV que toma su energía de una batería plana de 80 kWh, consiguiendo una autonomía estimada superior a 400 kilómetros según el nuevo ciclo WLTP. Para refrigerar la batería se han practicado ranuras de ventilación a ambos lados del concept car.
El referente de Rudolf Caracciola
El EQ Silver Arrow se inspira en el modelo de competición de 12 cilindros W125 producido por Mercedes-Benz en 1937. El año anterior, Rudolf Caracciola ya había alcanzado los 372 km/h a bordo del modelo anterior, en una impresionante gesta histórica. Y en 1937 el piloto subió la marca hasta 432,7 km/h, un récord de velocidad en vías públicas que se mantuvo vigente hasta noviembre de 2017.
Para el rediseño del W125, Mercedes-Benz recurrió a las recomendaciones de los expertos aeronáuticos Ernst Heinkel y Willy Messerschmitt, de manera que se recortó el voladizo delantero del bólido y se redondeó el frontal, prolongándolo hacia abajo para conseguir contrarrestar las fuerzas ascensionales sobre el eje delantero.
Algo similar se hizo en la parte trasera, alargando la zaga, con el propósito de aumentar la estabilidad del singular vehículo para evitar que el W125 se despegara del asfalto a semejantes velocidades.
Tras las modificaciones, Rudolf Caracciola alcanzó en el tramo de la autopista A5 que discurre entre Frankfurt y Darmstadt una velocidad de 432,7 km/h, como promedio de los trayectos de ida y vuelta.
Y esto sucedió en 1937.
En Motorpasión | El día que Rudolf Caracciola alcanzó 372 km/h con un Mercedes-Benz V12 de 616 CV