Cuba es un país fascinante por muchos motivos. Su historia, sus playas, su gente, su gastronomía...y sus coches. Antes del triunfo de la revolución en el año 1959, por las calles del Malecón de La Habana se disputaban carreras de Fórmula 1 con pilotos tan renombrados como nuestro Alfonso "Fon" de Portago, Juan Manuel Fangio o Stirling Moss.
Algunos de ellos pilotaban coches europeos, como los Porsche 550 Spyder, 718 RSK o 356 Speedster GT, joyas de la marca alemana de los cuales algunas unidades quedaron atrapadas en Cuba tras la revolución y todavía hoy sobreviven ya sea en estado de abandono o en orden de uso. Esta es su increíble historia.
Las carreras de coches, un atractivo turístico más en la Cuba de los años 50
A finales de los años 50, el Presidente Fulgencio Batista tenía claro que quería convertir Cuba en una especie de Las Vegas para adinerados turistas de todo el mundo, especialmente norteamericanos.
El dinero corría por sus calles, llenas de turistas que encontraban en Cuba un paraíso al que escapar para jugar dinero en sus casinos, tomar mojitos en sus bares o disfrutar del baile y cante en cabarets tan famosos como el Tropicana, que todavía hoy sigue funcionando en La Habana.
Entre los muchos atractivos que los turistas encontraban en Cuba, las carreras de coches eran una de ellas. Durante años Fulgencio Batista había conseguido convencer a organizadores, escuderías y pilotos de todo el mundo para ir a competir a Cuba, que contó con diferentes competiciones internacionales.
La primera gran competición automovilística fue el Gran Premio de Cuba de 1957, disputado por las calles del Malecón, tal vez el lugar más conocido y mágico de La Habana. Por esa larga avenida y las calles aledañas se disputó esta carrera que rápidamente despertó el interés de pilotos y fabricantes.
La primera carrera allí la ganó Juan Manuel Fangio al volante de un Maserati 300S. Segundo fue Carroll Shelby conduciendo un Ferrari 410 y tercero el español Alfonso de Portago en un Ferrari 860.
El secuestro de Fangio a manos de la guerrilla de Fidel Castro
Al año siguiente, el Gran Premio de Cuba había alcanzado un nivel tal de popularidad que todo el mundo fijaba su mirada en lo que allí ocurriría. El equipo Maserati llegó con una escuadra de lujo con intención de ganar. Para ello, llevaron como pilotos oficiales a Stirling Moss y Juan Manuel Fangio, que se convertiría en el auténtico protagonista de aquella edición sin llegar tan siquiera a disputar la carrera.
Moss y Fangio, junto al resto del equipo, se alojaban en el lujoso Hotel Lincoln. La noche antes de la carrera Fangio bajó a cenar, pero al llegar a la recepción, alguien le estaba esperando. Un jóven con chaqueta de piel y barba prominente le abordó pistola en mano identificándose como miembro del Movimiento Revolucionario 26 de julio y comenzó entonces el secuestro del piloto favorito para la carrera.
Los revolucionarios comandados por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, pensaron que secuestrar al piloto más famoso del mundo del automovilismo en aquel momento podría ser una herramienta perfecta para dar visibilidad internacional a su intención de derrocar al gobierno de Batista. Y claro que era una genial idea.
Fangio estuvo secuestrado 30 horas, durante las cuales se disputó en Gran Premio de Cuba por las calles del Malecón, tal y como inicialmente estaba previsto. 150.000 personas abarrotaban los laterales de las calles donde se iba a disputar la carrera, así que no se podía anular. A Fangio le sustituyó Maurice Trintignant al volante de su Maserati.
Aquella carrera se desarrolló como una batalla entre Stirling Moss y Masten Gregory, hasta que en la quinta vuelta detectaron un reguero de aceite, que creen provenía del Porsche de Roberto Mieres. En la siguiente vuelta, la tragedia llegó al Gran Premio de Cuba. El piloto local Armando Garcia Cifuentes al volante de un Ferrari negro y amarillo, perdió el control y se fue contra un grupo de espectadores que se agolpaban bajo un puente, causando la muerte a siete de ellos.
La bandera roja por el accidente fue inevitable y la victoria fue para Stirling Moss, pero eso no era ya importante después de lo ocurrido. ¿Y Fangio? A las 30 horas, los revolucionarios lo entregaron en la Embajada Argentina sano y salvo.
El triunfo de la revolución y el fin de las carreras de coches en Cuba
1959 fue el año del triunfo de la revolución cuabana. Los revolucinarios comandados por Fidel Castro y Ernesto Che Guevara consiguieron derrocar al régimen de Batista e imponer un régimen de tipo comunista. Ese año, el contexto político y social en La Habana no permitió que se celebrase ninguna carrera de coches. No hubo Gran Premio de Cuba en 1959.
Pero sí lo hubo al año siguiente en 1960, aunque ya por aquel entonces se veía con malos ojos a las carreras de coches por su marcado carácter capitalista, con intereses económicos de muchos implicados, desde marcas de coches hasta pilotos y organizadores. Aun así, el Gran Premio de Cuba se disputó, pero esta vez no en las calles del Malecón.
El Gran Premio de Cuba de 1960 se disputó en las pistas aéreas de Ciudad Libertad, una instalación situada dentro de La Habana que permitía la celebración de la carrera con mayores medidas de seguridad para los espectadores, para tratar de minimizar el riesgo de otra desgracia como la de 1958.
Pero una vez más, la desgracia se cebó con el Gran Premio de Cuba y el piloto Ettore Chimeri perdió la vida después de chocar con su Ferrari contra una barrera. Durante los dos años siguientes se disputaron carreras de coches en Cuba, pero desde 1962 no se volvió a disputar una.
Con el triunfo de la revolución y la expropiación y nacionalización de muchos bienes privados y de empresas en Cuba, muchos aprovecharon para sacar del país lo más rápido posible algunos de los coches que allí había. Pero otros se quedaron bloqueados en la isla, y eso hace que hoy Cuba sea un auténtico museo rodante con joyas de Zuffenhausen tal vez escondidas en lugares secretos.
Unos 30 Porsche entraron en Cuba antes de la revolución
Se calcula que unos 30 Porsche llegaron a Cuba antes del triunfo de la revolución. Así lo afirma Orlando Morales, cubano de 77 años gran aficionado el automovilismo tanto deportivo (pilotó un 550 A Spyder en 1961) como histórico que hoy en día se ha convertido en pieza clave si quieres saber algo sobre el automóvil en la isla.
La mayoría de los Porsche que entraron en Cuba antes de la revolución eran 356, el modelo más popular de la marca en aquel entonces, pero también llegaron una serie de unidades muy especiales, algunas de las cuales se usaron para competir en esos Gran Premio de Cuba de los que hablábamos antes. De hecho, la última carrera ya con Castro en el poder, se disputó el 24 de junio de 1962.
Fue la última vez que los rugidos de los motores entretuvieron a las masas. En aquella carrera, los Ferrari y Maserati, así como algunos coches de origen norteamericano, se encontraron con un duro rival en la pista. Eran los Porsche 356 Speedster GT que, con Papi Martínez y Eduardo Delgado al volante, consiguieron una doble victoria en la que sería, ahora sí, la última carrera que se disputó en La Habana. Hasta ahora.
Lógicamente por aquel entonces, la isla vivía un momento convulso. Todo estaba cambiando muy rápidamente desde el anterior régimen de Batista hasta el actual de Castro, que imponía un comunismo primero moderado y luego llevado al extremo en solo unos años. Por eso, muchos se apresuraron a sacar sus Porsche de la isla, igual que cualquier objeto de valor que corriese el riesgo de ser expropiado.
Algunos lo consiguieron, pero otros no y los pocos 356 que quedaron en Cuba fueron a parar a manos del Estado y en su mayoría son utilizados como taxis durante los años posteriores. Otros coches se escondieron en garajes, almacenes, graneros...y los años pasron en un país donde el tiempo pareció detenerse en aquel entonces.
En busca de los Porsche cubanos
La revista Christophorus se propuso hace algunos meses encontrar los Porsche que todavía sobreviven en Cuba más de 50 años después de aquel episodio que cambió la historia del país para siempre. No fue una tarea sencilla, ya que seguir el rastro de un automóvil en Cuba, un país donde el secretismo es afición popular y donde las infraestructuras y fuentes de información brillan por su ausencia, hacen la tarea especialmente complicada.
El enviado a la revista tuvo que mover muchos hilos para dar con los Porsche olvidados en Cuba. El Porsche Club de Cuba se creó en el año 2003, movido más por el entusiasmo de los aficionados a los coches de Zuffenhausen que a un plan de actividad real. Pero fue tan mínima su actividad que pronto desapareció y hoy no queda nada de él.
Los hombres clave junto con Orlando Morales fueron Manuel García Fernández y Alberto Gutiérrez Alonso, presidente del Club de Autos Clásicos y Antiguos. Ellos les llevaron hasta un lugar en las afuerzas de La Habana donde descansaba el primer Porsche 356 que iban a encontrar. Debajo de un árbol en el jardín de una casa y en estado de semi abandono, estaba lo que parecía ser un 356 de color granate.
El coche no tiene motor, las puertas están fuera de su ubicación original y por si todo esto fuese poco, los huecos de la carrocería para las luces posteriores delatan que han sido modificados para albergar lo que parece ser un juego de luces posteriores de un Lada. Al parecer, su dueño que ahora vive en Miami tuvo que hacerlo así ante la imposibilidad de encontrar recambios de Porsche en el país.
Pues bien, si el estado del primer Porsche 356 que encontraron no era precisamente el mejor, el siguiente coche está todavía peor. Se trata de otro 356 del año 1953, el cual todavía se mueve a diario por las calles de La Habana. Su dueño lo encontró abandonado debajo de un árbol y decidió ponerlo en funcionamiento.
Para ello, le puso un motor de Volkswagen escarabajo (al menos un sacrilegio menor), y la carrocería está tratada como la de la mayor parte de coches en Cuba. Las planchas de la carrocería combinan el azul de diferentes tonos con el óxido de la carrocería, pero no parece que eso importe demasiado a su dueño que lo usa a diario y es feliz con su Porsche 356.
El hecho de que los objetos de lujo estén tan mal vistos por el régimen, hace que del siguiente 356 que encuentran no puedan tomar fotos. Se trata de otra unidad, también abandonada en el jardín de una casa. Es un Porsche Reutter, como revela la placa situada en el pilar A, lo cual quiere decir que estamos ante un 356 de primera generación.
En este caso, los asientos originales han dejado paso a unos Recaro modernos que no tendrán más de 20 años. El coche apenas se usa, de ahí que el eje trasero descanse sobre unos tacos. Y el tiempo para verlo se acaba, a petición el jardinero que cuida los alrededores del coche.
Por suerte, el último de los Porsche que Christophorus encontró en Cuba fue el mejor. Se trataba de una unidad del 356 de color beige, la cual estaba en perfecto estado de conservación, restaurado con repuestos originales Porsche con todo lo que ello supone. Su dueño sabe el valor que puede tener un coche así y por eso lo ha mimado con esmero.
Los otros Porsche que deberían estar en Cuba
Igual que en su momento se dio con el Mercedes 300 SL y 300 SL Roadster abandonados en un jardín de La Habana, dar con estos coches no es tarea sencilla. Según Orlando Morales, además de los Porsche que han visto por La Habana, quedan al menos dos unidades más que el recuerde, y posiblemente allí permanezcan muchos años en un país que claramente no está abierto a un cambio político y social que, personalmente, creo que pesa mucho.
Por motivos familiares, suelo viajar al menos una vez al año a Cuba, así que tal vez en el próximo viaje además de disfrutar de los muchos encantos que tiene la isla, me aventure a buscar esos dos Porsche que deberían quedar en la zona norte y alguno más que seguro se esconde en algún jardín o garaje de una casa de La Habana. Una aventura apasionante de esas que solo tienen las joyas abandonadas como estos Porsche.
Fotos | Sopa de Cabilla / Ernesttico / Christophorus