Gasolina o diesel, la lucha ¿eterna?

Muchos hemos participado en el pique gasolina-diesel, situación que antes no se daba. Si nos vamos a unos cuantos años atrás, el diesel era un motor que solo interesaba a unos pocos, pensando en la economía a largo plazo, pues tenían un combustible muy barato, aunque el motor era más caro.

Hoy día un diesel sigue siendo más caro de comprar, respecto al gasolina de misma potencia en la misma gama, pero las cosas han cambiado una barbaridad. Antaño los motores diesel eran muy ruidosos, muy contaminantes, muy poco agradables de conducir, más pesados… pero más duraderos y más austeros.

Poco a poco, las cosas empezaron a cambiar. En 1978 hizo aparición el primer turismo turbodiesel, el Mercedes-Benz 300SD, que entregaba -80- 110 CV de potencia con una cilindrada de 3 litros. Diez años después aparece el primer motor diesel de inyección directa en el Fiat Croma. Esos dos hitos fueron cruciales.

El despertar del diesel

A partir de los años 90, los motores de gasóleo empezaron a experimentar unas notables mejorías, acercándose más en prestaciones a los gasolina. El grupo Volkswagen-Audi, empecinado en el sistema Pump-Dusse (bomba inyector) consiguió sacar motores diesel que ponían en serios aprietos a muchos equivalentes de ciclo Otto.

Rondando el año 2000 ya existía mucha tecnología para los motores diesel, que iban abandonando la admisión atmosférica cada vez más rápido. Esa tecnología ya era obsoleta, aunque se combinó con inyección directa durante un tiempo, como los SDI del grupo VAG. Hoy día el presente y el futuro no es otro sino turbodiesel, inyección directa.

Del turbo de geometría fija al de geometría variable, del monoturbo al biturbo, de la inyección common-rail de baja presión a los más de 2.000 bares actuales, de los inyectores mecánicos a los piezoeléctricos… han cambiado estos motores tanto, que son irreconocibles frente a sus antecesores.

Posteriormente empezó a acuñarse el término de “diesel deportivo”, al asociarse un nivel de prestaciones típico de gasolina o mejor, pero consumiendo gasóleo y con una notable economía. Se podía compatibilizar un nivel prestacional más que decente con la economía de un utilitario.

Marcas que nunca se habían planteado tener motores diesel pasaron por el aro, véase Lexus, Porsche, Subaru, Honda… todavía hay marcas que se resisten, una minoría, y de algunas, las habrá que realmente jamás utilicen estos motores por cuestiones filosóficas o subjetivas, no por impedimentos técnicos.

Durante la última década se han vendido coches diesel de una forma espectacular, inviertiendo la balanza de matriculaciones de la minoría a la mayoría, actualmente son el 70% del mercado. Ese brutal aumento del consumo de gasóleo ha subido porcentualmente bastante el precio del combustible, lógico.

Los motores de gasolina empezaban a quedarse desfasados, anclados en tecnología de los años 90: inyección de gasolina (monopunto o multipunto) y con admisión atmosférica. Hoy día la tendencia apunta a un balance tecnológico, y los gasolina vuelven a recuperar terreno al volverse más eficientes.

Sin embargo siempre habrá una brecha de rendimiento por las características del combustible utilizado y a la diferencia de los ciclos térmicos que usan. A ese respecto, a igualdad de potencia un motor diesel siempre va a consumir menos sin hacer “trampas”, como hibridar al gasolina.

A consecuencia de tanto avance, muchos tópicos han dejado de ser válidos, como que los diesel echan humo, que no andan, que son muy ruidosos… Vale, hay diferencias palpables, pero hoy día elegir gasolina o diesel… es más bien como elegir el color de pintura. Nunca se amortiza el color metalizado frente al sólido, ¿y?

Talibanes de la gasolina contra fundamentalistas del gasóleo

Los extremos no suelen ser buenos. Hay gente que prefiere morir antes de conducir un diesel, y por el otro lado, gente que se aburre viendo subir la aguja de vueltas en un gasolina y prefiere la contundencia del gasóleo… y que gaste menos. Depende qué motores estemos comparando…

Pero un talibán no atiende a razones. La realidad es que no hay un motor mejor que otro si no ponemos en contexto la utilización que se va a hacer del coche, qué motores estamos comentando y los gustos del conductor. Hay gente que sabe que le perderá dinero al gasolina, y hay dieseleros que saben que nunca rentabilizarán su coche.

En algunos casos muy contados podemos rechazar al motor de gasolina equivalente y todo en base a parámetros objetivos, véase el BMW X5 xDrive40d frente al xDrive35i. Misma potencia, más par en el diesel, misma cilindrada, misma arquitectura (L6 biturbo 3.0 l), mejores prestaciones en el diesel… y también gasta menos.

Otro ejemplo es el Honda Civic, comparando el 1.8 i-VTEC con el 2.2 i-CTDi. Hay gente que prefiere el gasolina por principios, pero el más recomendable es el 2.2 i-CTDi, se tarda en amortizar pero es ¡hasta más silencioso! También tiene mejores prestaciones, y aunque se tarda lo suyo en amortizar…

“Diesel para las calderas” dicen algunos. Esos mismos deberían alegrarse de que haya tanto petrolero porque si no, la gasolina sería mucho más cara, simples leyes de mercado. Además, quien suele decir eso, es que no ha probado un motor diesel en condiciones. Hay excepciones que merecen ser contempladas, y en ambos bandos.

Otro día me pondré a comparar los diferentes tópicos gasolina/diesel, porque si no esto quedaría demasiado largo. Pero dejémoslo en que para ser justos, hay que tener cierta apertura de criterios, y no ceñirse a algo “porque sí” sin conocer la otra parte. O se puede hacer el ridículo.

¿Qué motor es mejor? Depende. Esa es la respuesta correcta. Las diferencias en sonido, consumo, prestaciones y agrado de uso en general (cuestiones subjetivas) se van volviendo más difusas. Y el ahorro está dejando de ser una cuestión dogmática que decida la compra. El sobrecoste puede compensar, para un motor o para el otro.

En las discusiones entre talibanes suele aparecer siempre, al menos, un comentario tan extremista o tan absurdo que se convierte en una nota de humor para el que conozca la realidad. Ahora mismo gasolina y diesel tienen varias amenazas en el horizonte, más o menos lejanas… y son los coches alternativos.

Por ejemplo, el combustible GLP, que hace a un gasolina más económico que un diesel en el medio y largo plazo, o los híbridos, que tosen a los de gasóleo en consumo. Luego están los eléctricos, más empuje que un diesel y más revoluciones que un gasolina, etc. Deben reinventarse de nuevo.

A largo plazo, el motor de combustión interna (gasolina o diesel) tiene que superar muchos retos para cumplir las cada vez más estrictas normativas de emisiones y una clientela más preocupada por el consumo que en los años anteriores. Llegará un momento en el que prácticamente desaparecerán, pero aún quedan varios años para eso.

Cuando veamos que alguien hace una compra que nosotros no entendemos o no compartimos… hay que recordar que es su elección. “¿Para qué un diesel si no haces tantos kilómetros?” “¿Estás loco, que te has comprado un gasolina de 200 CV turbo y haces 20.000 al año?” Ni tanto, ni tan calvo.

Volvemos a lo de la racionalidad y la pasión. Cada compra tiene una cantidad ponderada de ambas variables. Luego están los gustos personales, y son como los pompis, que cada uno tiene el suyo. No son todo números en esta vida, para arriba, o para abajo. Bienvenidos al Siglo XXI.

Por cierto, cierro con una anécdota. El primer automóvil diesel de la Historia fue el Citroën Rosalie, de 1933. Rudolf Diesel llevaba 20 años muerto, nunca vio sus motores mover nada móvil, valga la redundancia. Hoy alucinaría si resucitase…

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