Entre colinas y cerca del mar, junto a la península de Monterey, se encuentra escondido el famoso circuito de Laguna Seca, considerado uno de los trazados más míticos del panorama mundial. A partir de ahora, los visitantes del circuito serán bienvenidos por un enorme mural de madera con forma de Mazda 787B, un mito del automovilismo y único ganador japonés de Le Mans.
Esta gran estructura de contrachapado, de 10 metros de largo y 3 metros de ancho, es obra del artista John Cerney, residente en Salinas, California, y ha sido creada para que aquellos que circulan por la Monterey-Salinas Highway o State Route 68 puedan contemplarla y saber que allí se encuentra Mazda Raceway Laguna Seca.
El enorme mural fue encargado a Cerney por la Sports Car Racing Association of the Monterey Peninsula, junto a otra estructura de madera cuyo protagonista es el piloto de motociclismo Wayne Rainey, ésta última instalada desde el pasado mes de julio.
"El coche es enorme. Utilicé diez planchas para completar el mural, comparadas con las seis que necesité para el de Wayne Rainey. Busqué lograr todos los pequeños detalles desde las líneas del vehículo hasta los logotipos de la decoración. Los colores naranja y verde brillantes hacen que destaque realmente", comenta el propio artista.
El circuito de Laguna Seca, con sus 11 curvas y 3,6 kilómetros de longitud, es uno de los trazados donde se ha podido ver asiduamente el Mazda 787B, en concentraciones y eventos tan famosos como la Rolex Monterey Motorsports Reunion.
El mito rotativo de Le Mans
El Mazda 787B es el único modelo japonés en ganar las 24 Horas de Le Mans, en 1991, y lo hizo además con una tecnología que hasta entonces tampoco había conocido el triunfo en la prestigiosa carrera: el motor rotativo o wankel. El coche número 55, con Johnny Herbert, Volker Weidler y Bertrand Gachot a los mandos, logró vencer gracias a la fiabilidad del coche y a su bajo consumo con respecto a los competidores.
El motor de cuatro rotores, auténtico protagonista del coche en gran parte por su espectacular sonido, alcanzaba una potencia de unos 700 CV a 9.000 RPM y un par motor máximo de 600 Nm. Aunque el coche podía subir sin problema hasta las 10.500 vueltas, Mazda no quiso arriesgar en materia de fiabilidad y nunca llegó a exprimir todo el potencial de aquel propulsor.
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