Hace unos años se creó una legislación sobre el etiquetado de productos light o bio. Para que un producto que encontremos en el supermercado tenga la denominación light es necesario que tenga un 30% menos de calorías que su equivalente normal. La palabra bio fue prohibida para todos los que no provengan de agricultura ecológica.
Respecto a los coches, por el momento sabemos que la Unión Europea también ha pedido que se incluyan etiquetas de información energética en ellos. Más de uno de vosotros ya habrá detectado la similitud: ¿se puede llamar ecológico a cualquier coche?
La moda y el marketing han conseguido que, actualmente, todos los coches sean ecológicos o deportivos, cuando no ambas cosas. Así pues las marcas dividen sus modelos en dos cajones: los pequeños (entiéndase poco potentes) dicen ser ecológicos y los grandes deportivos.
Es cierto que algunos modelos tienen reducciones importantes de su consumo, pero de ahí a denominar sistemáticamente a todos los coches “amigos del medio ambiente” y “ecológicos”, va un buen trecho.
En los últimos días, la información sobre el Lotus Elise y Exige o el Mercedes-Benz Clase S 2010 que proporcionan las marcas venía teñida de verde. El deber de los medios es ser críticos con estas informaciones, y distinguir la paja del grano.
Algunas marcas se han comprometido a utilizar la etiqueta sólo en los modelos que cumplan determinadas condiciones. En el caso de Renault eco2, deben emitir menos de 140 g/km de CO2, ser reciclables en un 95% y estar hechos en una fábrica que tenga un determinado certificado ISO. El sello de Citroën Airdream es muy similar, aunque pone el listón de las emisiones 10 gramos por debajo.
Etiquetados estándar
Existe una Normativa europea sobre emisiones (EuroV, EuroVI), sin embargo la situación actual es que casi todos cumplen el EuroV y casi ninguno el EuroVI, por tanto no aporta mucha información al consumidor, que por otra parte tampoco está habituado a estas denominaciones. Además, esta normativa no tiene en cuenta el proceso de fabricación ni de reciclado, sólo de emisiones.
Lo interesante sería que, al igual que se ha hecho con los productos alimenticios, se exijan unos mínimos comunes para llevar la etiqueta eco, y que éstos se modifiquen en el tiempo, ya que lo que hoy se puede considerar eficiente puede no serlo dentro de dos años. ¿Estará la Unión Europea por la labor?
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