Estamos viviendo una ola de calor tan intensa con temperaturas de récord en países como España, Francia o Reino Unido que está provocando no solo incendios devastadores, sino fenómenos raros de ver como la deformación de las vías del tren en Londres o que incluso las carreteras se plieguen, literalmente, como ha sucedido en Cambridge.
En parte, estos problemas se dan porque muchos edificios, carreteras y otras infraestructuras en el Viejo Continente se construyeron hace décadas, teniendo en cuenta materiales y temperaturas máximas que están cada vez más obsoletas.
Los expertos advierten: nuestras ciudades no están preparadas para un cambio climático tan rápido y devastador.
Países que no están preparados para el presente y menos para el futuro
Ejemplo de ello es que en España se han registrado récords de temperatura este mes en torno a los 44 ºC en Cáceres u Orense, o en Francia se han registrado más de 100 máximos históricos en todo el país en la última semana. También en el Reino Unido se ha batido recientemente el récord nacional.
Con 40,3 ºC -realmente insólito en el Reino Unido- y la primera alerta roja declarada por la agencia meteorológica estatal “por una ola de calor histórica”, las altas temperaturas han llegado a provocar incluso que algunos de los raíles de acero de las vías del tren de Vauxhall (Londres) se dilataran y se doblaran, por un fenómeno que se conoce como pandeo.
Según publicaba Network Rail, organización que gestiona la infraestructura ferroviaria en Inglaterra, Escocia y Gales, las temperaturas en las vías llegaron a superar los 48 °C.
"Para algunas de nuestras vías, esas temperaturas son más de lo que están diseñadas para soportar", explica la organización en su página web. La compañía incluso está pintando los raíles de blanco para mantenerlos lo más frescos posible durante la ola de calor.
Además, las vías no solo se doblan, sino que también se incendian: a principios de la semana pasada la propia empresa ya mostró una de sus vías en llamas en twitter y advirtió que el calor sería “un desafío serio”.
Expertos en la materia como Hannah Cloke - profesora de la Universidad de Reading que estudia las catástrofes naturales- empiezan a preocuparse seriamente por los efectos de estas temperaturas desorbitadas.
"Ya hemos tenido olas de calor antes en el Reino Unido, pero la gravedad del calor pronosticado es suficiente para matar a personas y animales, dañar las propiedades y perjudicar la economía", asegura a un medio local.
Las temperaturas abrasadoras también pueden ocasionar problemas de diversa gravedad en algunas carreteras, dependiendo entre otras cosas de los compuestos con los que se haya fabricado el asfalto y del tipo de tierra que se encuentre debajo del mismo.
Ejemplo de ello es que a principios de esta semana, una carretera principal en Cambridge, la A-14 se cerró al tráfico después de que desarrollara varios “pliegues” por el calor. Las propias autoridades que acudieron a regular el tráfico por seguridad de los conductores compartieron las imágenes.
También Luton, un importante aeropuerto de Londres, suspendió temporalmente los vuelos hace un par de días después de que el calor hiciera que una sección de la pista “se levantara".
Según declaraba a la BBC el director del Centro de Infraestructuras e Ingeniería Sostenible de la Universidad Estatal de Arizona en Phoenix (Estados Unidos), Mikhail Chester, “nuestras infraestructuras simplemente no pueden tolerar la nueva normalidad”.
En otras palabras, los arquitectos e ingenieros civiles deberían construir como si estuviéramos en 2060, en lugar de seguir estándares de 1960.
"Probablemente, mires el sistema que mires -ya sea de energía, agua, transporte o edificios-, te vas a encontrar con que la mayor parte de la infraestructura del Reino Unido no está diseñada para el calor que experimenta hoy, y mucho menos para las temperaturas que se pronostican en el futuro", dice Chester.
Además, en declaraciones al medio 180 gadgtes el experto apunta a que es importante "que los planificadores urbanos y los políticos que supervisan los presupuestos de las ciudades reconozcan que los llamados países templados pueden volverse realmente calurosos a medida que el clima se calienta", y actuar en consecuencia.
Los países más cálidos tampoco están a salvo
Los países que tradicionalmente tienen temperaturas medias más altas que las de Europa, como es el caso de Emiratos Árabes Unidos, pueden soportar temperaturas extremas más altas porque sus infraestructuras se construyeron más recientemente y pensando precisamente en el calor.
Pero no siempre en las zonas más cálidas tienen las infraestructuras desarrolladas, y prueba de ello es que por la reciente ola de calor en Texas incluso Tesla pidió a sus clientes que no cargaran los coches en horario punta para no sobrecargar la red eléctrica.
La reducción de las emisiones contaminantes para evitar el avance sin tregua del cambio climático "requiere tiempo y dinero, pero hay algunas cosas que las ciudades pueden hacer a corto plazo", según Chester. La más obvia y urgente es actualizar las infraestructuras.
Mientras tanto, lo cierto es que las graves olas de calor alimentadas por el cambio climático se han convertido en la nueva realidad del verano y son cada vez más intensas, largas y frecuentes.
Las consecuencias de las temperaturas extremas que ahora recorren gran parte del mundo parecen especialmente catastróficas y además pueden derivar en incendios de consecuencias desastrosas como los que están asolando gran parte de España, donde ya se han quemado miles de hectáreas en lo que va de mes.
En Ávila, León, Zamora, Guadalajara, Zaragoza, Lugo, Ourense y Cáceres se están llevando la peor parte. El fuego está provocando desalojos y pérdidas tanto personales como materiales que lamentar, llegando a poner en peligro incluso las infraestructuras de transporte.
Por ejemplo el incendio forestal de Losacio, en Zamora, ha obligado este lunes a Adif a cortar la línea ferroviaria del AVE entre Madrid y Galicia por el avance de las llamas cercano a las vías. Y era la segunda vez, pues la nueva línea de Alta Velocidad ya tuvo que ser cortada a consecuencia del devastador incendio de la Sierra de la Culebra.
En cuanto a las carreteras españolas, a fecha de hoy no tenemos reporte de casos semejantes a los acontecidos en el Reino Unido. Aunque por su color y su compuesto, nuestras carreteras se diseñaron para soportar temperaturas más altas que en el norte de Europa.