Hoy en día no concebimos una carretera sin asfaltar y es gracias a John Loudon McAdam. La técnica inventada por este escocés aún se usa en las carreteras actuales, aunque se ha mejorado sumando una capa de alquitrán. Tanto es así, que su nombre acuñó el término de su técnica: el macadán.
Pero no fue el único legado que dejó McAdam en infraestructura vial: hoy en día las autopistas de Reino Unido no tienen peajes, excepto en tramos concretos, gracias también en parte a este ingeniero apodado "El Coloso de las Carreteras".
De calzadas llenas de baches y charcos a firmes pavimentos
El método McAdam, castellanizado como macadán así como la acción de macadamizar, se considera el mayor avance en construcción de carreteras desde las calzadas romanas, base de la red carreteras actual en Europa.
Esta técnica la recogió John Loudon McAdam en dos tratados, uno más centrado en la reparación y mantenimiento de las carreteras y otro en la construcción de carreteras, después de ser nombrado inspector del Bristol Turnpike Trust -Patronato de Carreteras de Bristol-.
Este ingeniero escocés defendía que las carreteras debían ir más elevadas que el terreno natural por el que discurrían, lo que ayudaría a que no se inundasen. Pero también la superficie debía ser drenante y más firme y resistente.
Para ello ideó un pavimento a base de mezclar varios áridos compactados (piedras partidas y limpias): áridos gruesos, grava natural o proveniente de canteras, y áridos más finos, a base de arena (recebo). Esta mezcla de áridos es el denominado macadán que, al echarse sobre el camino y compactarse apisonándolo, daba lugar a un pavimiento firme, liso, capaz de soportar los cambios de temperatura y que además drenaba el agua entre sus diferentes capas.
La primera carretera que pavimentó con esta técnica fue en Bristol, pero McAdam fue nombrado Inspector General de Carreteras Metropolitanas de Gran Bretaña y acabó extendiéndola por todo Reino Unido. Y posteriormente también se estandarizó en EE.UU y el resto de Europa. Recién comenzada la revolución industrial, el método McAdam fue crucial, ya que permitió a acortar los tiempos de transporte.
De país de los peajes a autopistas de libre circulación hoy
Una de las obsesiones de McAdam era abaratar los desorbitados costes de las carreteras derivados de su mantenimiento. Lo que nos lleva a cómo se sufragaba entonces en Gran Bretaña y a la Ley Turnpike, o normativa de autopistas de peaje.
Recién empezado el siglo XVIII, el aumento del tráfico en las calzadas británicas se convirtió en un problema, así que para mantenerlas decidieron imponer peajes para financiar su conservación. Se basaba en fideicomisos divididos por zonas y carreteras, los cuales tenían potestad para cobrar por circular por ellas.
Comenzó en un tramo de Londres-Chester en 1706 y durante siglo y medio se extendió por casi todas las vías de Inglaterra, Gales y Escocia. Se denominaba Turnpike Trusts, que se traduce como Consorcio de Autopistas de Peaje.
Llegamos así a 1830, precisamente cuando empezó a extenderse la técnica McAdam: en aquel momento había más de 1.000 fideicomisos de administración y un total de 48.000 km de vías en las que se cobraba peaje, con 8.000 barreras que impedían el paso para exigir el pago por circular.
Siendo inspector general de carreteras, McAdam no sólo modernizó el pavimiento de las vías, también sacó a relucir la corrupción y abuso en muchos de estos fideicomisos. Y es que pese a ser muy elevados algunos de estos peajes, el mantenimiento de las carreteras dejaba mucho que desear en algunas zonas.
Esto se debía en parte a que los fideicomisos subcontrataron el cobro de peaje a agricultores y terratenientes de la zona, por lo que parte de lo recaudado iba a su bolsillo y no a las carreteras. De esta manera, también se fue generando una estupenda deuda: en 1838 los fideicomisos de autopistas de Inglaterra recaudaban 1,5 millones de libras al año, pero tenían una deuda acumulada en 7 millones esencialmente en concepto de hipotecas.
Al fin de estos peajes contribuyó la llegada del ferrocarril, además de que se consideraban una traba para el libre comercio iniciada la épica victoriana. Pero también la ineficiencia del sistema, señalada por McAdam ante el gobierno británico. Poco a poco fue desapareciendo según cumplían los fideicomisos y tras promulgarse una nueva normativa que cedía el mantenimiento de las vías a los gobiernos locales o consejos de los condados.
Así, y curiosamente, Reino Unido que fue un país plagado de autopistas de pago en los siglos XVIII y XIX, hoy apenas tiene peajes. Si bien la red de las carreteras Turnpike Trust es la base de la actual, sólo dispone barreras en determinados pasos como puentes o túneles contando con sólo una veintena de peajes.
El único tramo de peaje en una autopista principal lo encontramos en la M6, la conocida como Midland Expressway, que tiene una extensión de 43 km. Lo que sí se han impuesto son peajes urbanos en grandes ciudades para reducir atascos y la contaminación. Y desde junio de 2023 los vehículos pesados no británicos tienen que pagar por circular por todo Reino Unido.
Como recuerdo de aquel draconiano sistema de tarificación quedan hitos o casetas de peaje, pero que ya no tienen ninguna función más allá del patrimonio histórico.
McAdam dejó pues un segundo legado en la red viaria moderna, aunque por lo que se le conozca esencialmente sea por su revolucionaria técnica que hoy perdura, pero sumando el alquitrán. Este avance se lo debemos a Edgar Purnell Hooley que añadió este material bituminoso en la superficie de rodadura para dar más consistencia al macadán.