Así nacieron y florecieron los omnipresentes barrios de caravanas en Estados Unidos
Puede que nunca hayas viajado a América, pero seguro que gracias al cine de Hollywood conoces el concepto de parque de caravanas. Este tipo de barrios o trailer parks, construidos a base de caravanas y casas prefabricadas, se pueden encontrar en diversas partes del mundo, pero su origen es inequívocamente americano.
Muy extendidos a lo largo y ancho de la geografía de Estados Unidos y Canadá, actualmente este tipo de parques de caravanas son un hogar para muchos de los estratos más pobres de la sociedad americana, pero su nacimiento hace alrededor de un siglo fue motivado por razones muy diferentes a las que llevan hoy día a sus habitantes a residir en ellos.
Aunque a lo largo de la historia han existido infinidad de pueblos nómadas -sobre todo en la prehistoria-, se cree que la primera etnia en cargar a cuestas con sus propias casas fueron los gitanos. Algunos autores consideran que el concepto de vivienda portátil ya era utilizado por este pueblo en el siglo XV, ya que tiraban de hogares-carro con sus caballos.
En América se dice que las primeras viviendas móviles nacieron en 1870 en los Outer Banks de Carolina del Norte, antes incluso de que los automóviles se hubieran instaurado en el país. Se trataba de viviendas de playa transportables, que se movían de sitio utilizando caballos, pero que poco tienen que ver con el concepto actual de caravana.
De la tienda de campaña a la caravana
Así pues, lo que hoy en día conocemos como trailer nació, por supuesto, a raíz de la llegada del automóvil a América. La libertad que este medio de transporte aportó a los americanos de la época supuso que empezaran a descubrir nuevos lugares y, en definitiva, a moverse con sus vehículos. Como podéis imaginar, por entonces la oferta hotelera era escasa -y en el centro de los pueblos, junto a la estación de tren-, y no existían los ahora habituales Holiday Inn de carretera, los clásicos moteles ni, por supuesto, Airbnb y sucedáneos.
El amor del ciudadano americano por el automóvil y por los viajes en coche se hizo patente durante los años veinte, una década en la que los vehículos en propiedad crecieron exponencialmente (de 9,2 millones en 1920 a 23 millones en 1930). Fue por tanto a mediados de los felices años veinte cuando muchos automovilistas se vieron en la situación de buscar soluciones a sus necesidades.
Con los primeros viajes y acampadas familiares nacía el concepto de tienda de campaña portátil o tent trailers, que los primeros viajeros fabricaban ellos mismos para sus familias. Básicamente se trataba de tiendas de campaña de tela montadas sobre plataformas de madera y sobre un único eje, para poder ser transportadas. Su éxito propició que algunas empresas empezaran a fabricar este tipo de tiendas portátiles para ser comercializadas, sobre todo para los automovilistas más pudientes.
Poco a poco estos "remolques de viaje" o trailer coaches fueron creciendo en tamaño y convirtiéndose en estancias más lujosas, con espacio para mesas y sillas plegables, literas, pequeñas cocinas al estilo camping, etc... De hecho, por entonces estos trailers se asociaron a la gente más adinerada, que se movían por el país con su automóvil y su remolque, por lo que muchas ciudades crearon zonas de aparcamiento gratuito para trailers (trailer park cobra ahora más sentido) como una forma de atraerlos a sus comercios locales.
Todo esto cambió con la gran depresión de los años treinta, propiciada por el crack del 29, que empujó a la pobreza a miles de ciudadanos americanos, que perdieron sus propiedades, sus trabajos, etc... A partir de este momento, por pura desesperación, muchas familias se desplazaron a otros estados o ciudades y, ante la falta de vivienda para todos, algunos optaron por utilizar dichas caravanas como viviendas permanentes, ya que hasta el momento se habían considerado temporales o vacacionales. De esta forma surgía el fenómeno de los barrios de caravanas tal y como los conocemos hoy en día.
Pero también por entonces empezaban a surgir esos estigmas sobre la población de este tipo de lugares, predominantemente de bajo poder adquisitivo y escasos recursos. Para algunos habitantes de los pueblos y ciudades donde se ubicaban los parques de caravanas, estos no eran más que barriadas de bajo nivel, con gente de cuestionable origen y aspecto.
En 1938 la Asociación Americana del Automóvil estimaba que alrededor de un 10% de los 300.000 trailers de todo el país eran ya utilizados como viviendas permanentes. No obstante, para finales de la década aquellas mismas ciudades que habían acogido con brazos abiertos a los adinerados "caravanistas", atendiendo a las quejas de la opinión pública, llegaron a prohibir las caravanas como viviendas permanentes y a expulsar dichos barrios de caravanas fuera de sus límites municipales.
La II Guerra Mundial y el impulso federal
El futuro de las caravanas volvió a dar otro importante vuelco con la llegada de la II Guerra Mundial y la necesidad del gobierno estadounidense de alojar a sus miles de nuevos soldados en torno a las bases militares, a los trabajadores de las fábricas o a los mineros, por ejemplo.
La industria de las caravanas diseñó rápidamente para la ocasión un trailer de casi 7 metros de largo y 2,5 metros de ancho, con baño, cocina, y techo de lona, que el gobierno compró a miles para ubicarlos en otros tantos miles de parques de caravanas por todo el país. Después llegaron otros dos modelos, uno de ellos de doble piso, precursor de las casas prefabricadas de hoy día, que se utilizó por ejemplo en Oak Ridge, Tennessee, para los trabajadores del Proyecto Manhattan.
De nuevo, tras la guerra, el regreso de miles de personas a sus lugares de origen y el fomento de los campus universitarios volvió a generar un problema habitacional, por lo que se recurrió de nuevo a las caravanas como soluciones de vivienda permanente. Aprovechando el tirón, la industria se decantó por modelos mucho más equipados, con estructuras de metal, cocinas y baños más grandes, etc... Muchos autores ven aquí el paso del remolque vivienda a la casa móvil prefabricada.
Nacían así los primeros parques con servicios, como conexiones al alcantarillado y a la corriente eléctrica (y pago de un alquiler, claro), que obviamente se multiplicaron por todo el país.
De la aceptación al crecimiento constante
Tras la guerra, a principios de los años cincuenta, las viviendas móviles empezaron a ser vistas como una buena y asequible alternativa a los hogares tradicionales, y más como una vivienda permanente y "anclada al suelo" que como un remolque ideado para recorrer el país.
Así pues, los fabricantes comenzaron a darles un aspecto más de vivienda tradicional, con puertas, ventanas y decoraciones típicas de una casa, y construyendo modelos cada vez más grandes, de 12, 15 y hasta 17 metros. Los más grandes requerían un permiso especial para transportarse por carretera, pero al menos se podían remolcar con el coche familiar, cuyo crecimiento tampoco paraba de crecer. Para 1950 ya circulaban unos 40 millones de automóviles en Estados Unidos.
En 1954, un fabricante e inventor de Wisconsin, de nombre Elmer Frey, lanzó al mercado la primera casa prefabricada móvil de 3 metros de ancho (hasta entonces el estándar eran 2,5 metros, anchura máxima permitida para un remolque). Esta casa ya no se podía trasladar con el vehículo propio, pero sí en camiones y con los permisos correspondientes, como cualquier otra carga sobredimensionada.
Unos años después, en 1960, estas casas de diez pies o tres metros (ten-foot-wide o directamente ten-wide) suponían ya el 90% del mercado, y muchos otros fabricantes las ofrecían ya en sus gamas. La gente necesitaba un mayor espacio y los clientes estaban encantados con estas caravanas de mayores dimensiones, y con un aspecto menos de vagón de tren y más de vivienda.
A mediados de los sesenta ya se diferenciaba entre las casas móviles (mobile homes) y las caravanas y autocaravanas recreativas (RV), y el precio de su fabricación fue disminuyendo, aumentando así su éxito comercial. Siguieron creciendo, por supuesto, con anchuras de 3,7 a 4,3 metros, y multiplicando las posibilidades de su interior, que ahora podía contar con un pasillo.
La evolución en las propias caravanas generó un tremendo crecimiento del sector, pasando de las 300.000 casas móviles vendidas en 1965 a las 575.000 de 1972, el máximo histórico de la industria de las viviendas móviles (nunca más superado) y que, por entonces, supuso una tercera parte de todas las viviendas unifamiliares construidas aquel año en Estados Unidos.
Como es lógico, entre otras cosas por el clima, fue en los estados del sur de Estados Unidos donde más florecieron este tipo de viviendas y parques de caravanas, y donde actualmente siguen predominando. De hecho, en la época se abrieron muchos parques "de lujo", con comodidades como piscinas, instalaciones deportivas, clubes sociales, etc...
Residencia para 20 millones de estadounidenses
El auge de este tipo de viviendas propició que en los sesenta y setenta fueran muchas las empresas que se lanzaran al creciente mercado de las caravanas y las casas prefabricadas, y en muchas ocasiones lo hicieron con productos de dudosa calidad que resultaban en problemas de todo tipo: desde estructurales o de aislamiento, hasta de las instalaciones auxiliares como la eléctrica.
Si a lo expuestas que están este tipo de viviendas a la climatología (tormentas, huracanes y demás) sumamos unos productos de pésima calidad, el resultado fue que la prensa y las televisiones de todo el país se hicieron eco constantemente de todo tipo de tragedias relacionadas con esta clase de hogares: incendios, explosiones de gas, electrocuciones, etc...
La situación llevo al gobierno federal de Estados Unidos a legislar sobre esta industria a mediados de los años setenta, con la apodada "Carta Magna de las casas prefabricadas" de 1976, obligando a los fabricantes de caravanas y trailers a alcanzar unos mínimos de calidad en la construcción de este tipo de viviendas, en los diversos aspectos ya citados como la estructura, la instalación eléctrica, el aislamiento, etcétera.
Lo más habitual en los parques de caravanas actuales de todo Estados Unidos es que los residentes paguen una cuota de alquiler por la parcela de terreno y los servicios (agua, basura e incluso luz, según el caso), y tengan en propiedad únicamente la vivienda en sí. Además, existe un gran problema de especulación y sobreprecios, con auténticos imperios de los parques de caravanas en forma de grandes empresas enriqueciéndose a costa de la población más humilde. Los residentes, cada vez más pobres, y los dueños, cada vez más ricos.
Actualmente se estima que al menos 20 millones de estadounidenses viven en estos barrios o campamentos de casas prefabricadas (que se cuentan por miles en todo el país), lo que supone alrededor del 6% de la población total, que asciende a unos 325 millones de personas.