Volamos en el Hyundai i20 WRC junto a Dani Sordo en un espectacular copilotaje (con vídeo)
El trabajo de un piloto oficial del Campeonato del Mundo de Rally no termina cuando acaba un rally. El lunes pasado, tan solo un día después de finalizar tercero en el Rally RACC de Catalunya, tuvimos la oportunidad única de montar con el piloto español Dani Sordo en su espectacular Hyundai i20 WRC en un tramo de tierra que jamás olvidaremos.
Hyundai quería que montásemos en el coche posiblemente más llamativo y espectacular de todos los que tienen hoy en día en distintas disciplinas del automovilismo deportivo, el Hyundai i20 WRC.
La marca coreana se ha metido de lleno en el mundo de la competición en disciplinas tan diversas como los rallyes o el campeonato del mundo de turismos con los TCR, siendo todas ellas fantásticas plataformas para dar a conocer su gama de modelos N, los de planteamiento más deportivo.
Hyundai i20 WRC, un coche ganador
El Hyundai i20 WRC es un coche ganador, y así lo demostró al conseguir Thierry Neuville la victoria en la prueba que se disputó por carreteras catalanas el pasado fin de semana. Alrededor de 400 caballos de potencia, tracción a las cuatro ruedas, una aerodinámica muy elaborada y esa capacidad para mutar de configuración de asfalto a tierra o incluso un compromiso mixto para rallys como el Catalunya, son sus principales bazas.
El recorrido que la marca coreana había preparado para un grupo de privilegiados que íbamos a tener oportunidad de montar en el asiento de Carlos del Barrio, copiloto de Dani Sordo, prometía. En la finca Les Comes, a solo unos kilómetros de Barcelona, nos habían preparado un sinuoso trazado de tierra de aproximadamente 2,5 kilómetros por vuelta. Para no dejarnos con la miel en los labios, íbamos a dar dos vueltas completas.
Por el camino, subidas y bajadas, zonas de tierra suelta y otras de tierra más compactada y tres saltos espectaculares para poner a prueba nuestra resistencia cardiaca y también la resistencia lumbar y cervical.
A las 9 de la mañana estábamos en Les Comes, una vez más con los nervios a flor de piel. Debe ser algo intrínseco al hecho de montar en un coche de carreras, porque hace solo unos días os contaba lo mismo en la crónica de la Copa Lurauto MINI, aunque en este caso todo era distinto.
Dani Sordo ya estaba enfundado con el mono, el casco y toda la equipación reglamentaria. Es su uniforme de trabajo. Nosotros en cambio debíamos pasar por el briefing de seguridad donde nos contarían en qué iba a consistir la actividad, para luego poder equiparnos debidamente.
Nos dicen que han preparado un tramo muy rápido y completo, que en total haríamos unos 5 kilómetros dentro del coche. “No suele haber accidentes, pero en caso de tener uno os recomendamos mantener los brazos pegados al cuerpo. Si echáis las manos hacia arriba, podrían pillarse entre la jaula antivuelco y la carrocería del coche”. Glup.
Caras de susto y satisfacción
Para poder hacer todo con la máxima seguridad nos equiparon con un mono Alpinestars reglamentario, el correspondiente casco, sotocasco y hans para evitar posibles lesiones en el cuello en caso de un golpe fuerte.
Los primeros invitados van subiendo al coche y salen a hacer el recorrido con gran expectación. Todo el mundo se acerca a ver la primera pasada de Dani Sordo por el tramo. Algunos no son conscientes de que toda esa tierra que levanta y que tan bonita queda para la foto a lo lejos, se les va a venir encima en cuanto pase el coche. Y así fue.
La cara de felicidad de los que van bajando del coche habla por sí sola. Uno de ellos era Josef Ajram, amigo y embajador de Hyundai que había planteado un reto a Dani Sordo. “Es alucinante, sobre todo cómo vuela en los saltos y lo duro que va en la caída. Vas a flipar”, me dice.
Tras una larga espera, por fin me avisan para que me ponga el casco y me prepare. Bien, esta vez no ha habido ningún contratiempo técnico como ocurre muchas veces en este tipo de actividades en las que una piedra mal situada puede hacer que te quedes compuesto y sin montar.
Mientras me pongo casco y hans veo cómo preparan una pegatina con mi nombre en forma de dirección digital @hector_ares. ¡Qué detalle! La van a pegar junto al nombre de Dani Sordo y eso me hace más ilusión si cabe.
Puedo subir al coche. Es mucho más fácil acceder de lo que esperaba, el entramado de barras en las puertas no es muy intrusivo y sorprende lo amplio que es el puesto del copiloto. Me atan el cinturón de seis puntos, conectan la radio y ya estamos listos para disfrutar.
3, 2, 1...así fue el copilotaje en el Hyundai i20 WRC en vídeo
Dani me pregunta qué tal estoy y le digo que “todo perfecto, dale”. Dicho y hecho, pisa el pie a fondo y salimos como cohetes hacia delante. Lo primero que sorprende es la capacidad de tracción del coche. Parece una cosechadora con capacidad para derrapar. En todo momento vas sintiendo la fricción entre las ruedas y el suelo.
Voy intentando contener la emoción y al mismo tiempo ver de reojo los movimientos que hace Dani para llevar el coche así de rápido, derrapando y siempre por el sitio. La rapidez de manos, la coordinación con los pies que van trabajando en todo momento y ese control absoluto del balanceo de la carrocería hacen que esto sea lo más parecido a montar en una montaña rusa que puedes hacer fuera de un parque de atracciones.
Izquierda de lado, derecha de lado con gas siempre constante y llegamos a una curva bastante lenta a izquierda. Para descolocar la trasera después de una frenada intensa, Dani saca la mano derecha y tira de una palanca situada al lado del volante. Es el freno de mano. Gas a fondo y de nuevo salimos hacia delante a una velocidad inaudita.
Lo que más me está sorprendiendo además de la capacidad de tracción es cómo el coche filtra todas las irregularidades del terreno, que os aseguro no son pocas. Surcos, piedras salientes, cambios de plano. No importa lo que te encuentres, es cuestión de fe y gas superarlo.
Pronto llega el primero de los tres saltos que tiene el recorrido. Es un salto en bajada, en el que el coche pierde sustento y cae fuerte. Mi espalda se va a resentir más que la suspensión del coche. El siguiente salto es distinto, ya que en este caso despegamos en un cambio de plano que desestabiliza el coche en el aire.
Cae primero el lado izquierdo y luego el derecho y ambos lo hacen con tanta fuerza que parece que el coche se va a romper. La última vez que había montado en un WRC fue en un Subaru de aquellos azules con la publicidad de 555 en las puertas. Sí, han pasado casi 20 años desde entonces y aquel coche era mucho más largo y grande que este.
Tal vez esas dimensiones compactas y su corta distancia entre ejes sean lo que hace tan duro un aterrizaje como este que acabamos de tener. Veo a lo lejos la estela de polvo y tierra que vamos dejando a nuestro paso y no tiene que envidiar a la de un coche del Dakar.
Dani cada vez apura más las frenadas y ciñe más a lo vértices. Eso es tal vez otro de los aspectos que más sorprende, ver cómo pasa a escasos milímetros de los postes que delimitan el recorrido. Bueno, a milímetros y algunos puntos se los lleva por delante, ya que hay zonas donde las estacas y la cinta plástica han desaparecido.
La experiencia completa dura menos de 4 minutos como se puede ver en el vídeo, pero todos y cada uno de ellos han sido muy intensos y se quedarán grabados en mi memoria y en mis maltrechas cervicales por mucho tiempo. Había montado en un coche del Campeonato del Mundo de Rally hace casi dos décadas, en un Camión del Dakar, en un Fórmula 3 biplaza, en muchos coches potentes, pero pocos coches pueden ofrecer sensaciones tan fuertes como las del Hyundai i20 WRC con un piloto español como Dani Sordo al volante.
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