24 Horas Ford 2019: cuando ser solidario trabajando en equipo ayuda a las personas que más lo necesitan

No habían terminado las 24 Horas Ford 2019, y ya había gente por los boxes que se me confesaba ansiosa por leer mi peculiar contracrónica del evento, la quinta tras el año del diluvio universal, el año del calor infernal, el año que reconocimos los méritos a la Organización y el año del triunfo celestial.

Por fin comprendo a George R. R. Martin. Qué presión...

Pero ¿qué diantres son las 24 Horas Ford... y por qué me embarco yo en una aventura que me lleva a estar despierto 37 horas non-stop, desde las 6:30 de un viernes hasta las 19:30 del sábado siguiente? ¿No estaría yo mejor en mi casita, cerca de Barcelona, que sudando la gota gorda en esa enorme sartén al sol que es el Circuito del Jarama justo antes de la verbena de San Juan?

No.

Un objetivo que se llama solidaridad

Las 24 Horas Ford es un evento solidario que llena y que llega. Llena, porque no es un evento al uso, como sabe cualquiera que se haya acercado hasta el circuito para presenciarlo en directo. Coches rodando aparte, hay en el paddock tropecientas actividades que molan y que se pueden realizar por la cara. Y llega, porque cuando participas en la carrera sabes que con lo que tú haces le estás echando una mano a un montón de gente que lo necesita.

Hablamos de 12 equipos formados por 10 pilotos que cuentan con una cantidad limitada de gasolina —en esta edición, 250 litros— para lograr el mayor número de vueltas posible a la pista del Jarama (3.858 metros) durante 24 horas, con turnos no superiores a 50 minutos, dejando un mínimo de 120 minutos entre repeticiones de piloto, estableciendo un mínimo de un turno y un máximo de cuatro turnos por piloto, y con un cambio de ruedas obligatorio antes de la 14ª hora de carrera.

Me lo comentó hace unos años alguien de Ford que lo sabe prácticamente todo de su empresa —bueno, y creo que de casi todo el sector, de hecho—: si fuera por lo que obtienen como retorno, a Ford España le sería mucho más rentable invertir en pura publicidad todo el coste que le supone montar las 24 Horas Ford.

Entrega de una equipación a un piloto solidario, en medio de un mar de bolsas de deporte.

Conseguir tener a 120 pilotos solidarios rodando en 12 coches durante 24 horas es un follón de proporciones épicas. Cada uno de esos 120 pilotos tenemos nuestras peculiaridades y nuestras puñetitas, y hay mucha logística que coordinar en un tiempo récord. Un tiempo que comienza unos cuantos meses antes, y que se lleva a la vez que se mantiene el ritmo habitual de cualquier marca de coches. Con sus otros eventos y con sus presentaciones de producto.

Si lo piensas bien, muy rentable no parece, así que todo esto lo hacen por otro motivo. Y de eso te das cuenta a la que llevas varias ediciones dando vueltas de box en box. Las 24 Horas Ford crean imagen de marca, claro que sí, ayudan a dar buena imagen a Ford, pero el objetivo principal de todo este pifostio anual es ayudar a las diferentes asociaciones y fundaciones que participan.

Para la elección de las ONG que se benefician de este evento, Ford cuenta con la Fundación SERES, que actúa como secretaría técnica. Este año, se envió la convocatoria a más de 300 ONG, poniendo como requisito que el dinero se destine a proyectos solidarios concretos, bien documentados de antemano. Al final se presentaron menos de 50 con propuestas para destinar el dinero que obtendrían si su equipo lograra cada uno de los puestos de la clasificación final.

Las ONG son siempre ganadoras en las 24 Horas Ford.

Es decir, no se admiten propuestas del tipo "danos dinero para tener fondos", sino que de entrada tiene que estar muy claro qué proyecto se financiará en caso de ganar cada una de las dotaciones económicas. También se les pide que presenten un embajador que apoye la ONG de manera activa durante las 24 Horas Ford.

Una vez inscritas las ONG interesadas, la selección se realiza a través de un comité especializado que cuenta con miembros del departamento de Responsabilidad Social Corporativa de Ford, de la Fundación SERES e incluso "alguna figura institucional de Servicios Sociales", según explican en Ford.

Durante las 15 ediciones previas, las 24 Horas Ford se han traducido en 1.786.900 euros destinados a 164 proyectos solidarios llevados a cabo por 86 ONG, de los que se han beneficiado finalmente más de 135.000 personas en todo el mundo.

Fundación Gomaespuma: la ambición de hacer pequeños proyectos, pero que se hagan

Lo mejor de estas #24HFord, conocer a un gran ser humano como es @guillermofesser y a la buena gente de @FundacionGE pic.twitter.com/wIdTbthYWf

— Josep Camós (@JosepCamos) 21 de junio de 2019

Y en esta ocasión, un correo que recibí dos días antes de la carrera me explicaba para quién correría yo.

Estimado piloto solidario:

Bla, bla, bla, las 24 Horas Ford bla, bla, bla... Aquí:

Tu esfuerzo irá destinado a la Fundación Gomaespuma, que está integrada en el Equipo Nº 2, patrocinado por GQ y con la colaboración de GQ.COM.

La Fundación Gomaespuma trabaja desde 2003 con la mirada puesta en mejorar las relaciones interculturales y la diversidad de opiniones. Para ello, utiliza la educación y la cultura como motor del cambio hacia un mundo más equitativo.

Tu esfuerzo en las 24 Horas Ford se verá recompensado con la financiación del programa Think Equal, que se implantará en 40 centros educativos con el objetivo de erradicar la violencia y desigualdades de género en entornos escolares.

¡Buala! Yo, que durante tanto tiempo fui oyente del dúo Corchopán... perdón, de Gomaespuma en la radio, habiendo reído tanto con Fesser y Cano, qué menos podía hacer, que devolver ahora algo de lo mucho que me habían aportado. Y además, tocándome la fibra con un objetivo concreto que me encanta por motivos personales y familiares que no voy a contar, pero que creo que se sobrentienden.

Si hay algo que siempre me ha atraído es la sencillez de la gente grande, y la grandeza de los que hacen cosas pequeñas. Y cuando más tarde, ya en el Jarama, vi el eslogan que manejaba la Fundación Gomaespuma, me acabé de convencer: "Tenemos la ambición de hacer pequeños proyectos, pero que se hagan".

Tenía que tomar ese avión, maldita sea.

Las novedades de una carrera que nunca es igual

Ya estoy en el Circuito del Jarama. He llegado a la misma hora que el año pasado y las cosas ya están mucho más a punto que en la anterior ocasión. Pese a todo el barullo, creo que van con una hora más de tiempo que en 2018. Saludo por aquí y por allá, pillo mis cosas, me cambio en el vestuario y me voy directo al box.

El Ford Focus ST-Line EcoBoost 1.5 de 150 CV y 240 Nm que vamos a utilizar está casi preparado. Sólo hay que vaciarle el juego de neumáticos de reserva Continental 225/45 R18 Eco Contact 6 que lleva en la parte trasera, darle unas vueltas de reconocimiento al circuito, llenarle el depósito hasta arriba con la gasolina BP Ultimate Active de 98 octanos, y estará listo para la carrera.

Veo que en el pit-lane están colocando unos sensores. Este año contamos con varios pequeños cambios. El primero es que los antiguos boxes 6 a 17 ya no existen. Ahí ahora hay un solar. De hecho, si no recuerdo mal los tiraron al suelo al terminar la edición anterior de las 24 Horas Ford, y yo daba por hecho que ya habrían construido unos nuevos. Ah, pero no ha sido así. El dinero se ha ido en reasfaltar la pista, que buena falta le hacía. Segundo cambio, por cierto.

Al estar los boxes ahora situados más lejos de la entrada al pit-lane, tenemos dos consecuencias directas. La primera es que para controlar el repostaje habrá que hacer una buena excursión hasta la gasolinera, que se encuentra justo antes de la entrada al pit-lane. La segunda es que resulta mucho más fácil saltarse la limitación de velocidad en esa zona, que durante las 24 Horas Ford se establece en 40 km/h bajo penalización de dos vueltas.

De ahí, que estén montando este nuevo control. Vamos a tener como... tres radares, si no voy errado: el de la entrada, con la sirena que avisa de la presencia de un coche en el pit-lane, un radar justo antes de llegar a los boxes, que es el que estoy viendo calibrar, y el de la salida, justo antes de incorporarnos a la pista.

Y un cambio más. Este año van a estar muy pendientes de que no se nos meta la gente por el pit-lane, que tradicionalmente ha sido uno de los puntos de mejora de la carrera. Solemos estar muy pendientes cuando llegamos al box para hacer los relevos, pero si se puede contener a los espectadores, mucho mejor para todos.

Cuarto cambio: el cambio... de marchas que lleva el coche. Hasta ahora, si la memoria no me falla las 24 Horas Ford se han disputado siempre con coches de cambio manual. En esta ocasión pasamos a transmisión automática, utilizando una caja de ocho relaciones con selector circular en la consola central inferior y levas de cambio solidarias al volante.

Para los pilotos que repetimos, esta es una drástica novedad. Adiós al recurso de lanzar el coche a vela, hola a la posibilidad de usar o no las pequeñas levas situadas tras el volante, hola a un escenario en el que contamos con modos de conducción Eco, Normal y Sport, a elegir.

Existe una razón para este cambio con el cambio, pero es demasiado pronto aún para hablar de ello. Esta novedad tiene que ver con algunos futuros planes que tiene la marca respecto a las 24 Horas Ford, y en esta edición estamos llevando a cabo las primeras pruebas con los coches.

Solidaridad y trabajo en equipo, la clave de todo

En la foto, por orden: Carlos, Javier, Guillermo, Josep, Andrés, Roger, Héctor, Hugo y Carlos.
Faltan en la foto, por motivos diversos: Alejandro, José María y Jon.

El equipo es lo que hace conseguir o no el triunfo para la ONG. Dejando aparte que toda ONG se lleva 5.000 euros como mínimo, claramente el objetivo prioritario es optar a ganar el primer puesto, conseguir los 30.000 euros, y tener cultura de equipo es la clave fundamental para lograrlo. Todos los componentes del equipo tienen su papel, tanto si están coordinando al resto, como si están pilotando, como si están calculando datos, como si están decidiendo partes de la estrategia. Es necesario un equipo sólido si el objetivo es ganar.

Un equipo sólido es aquel en el que todos van a una. No necesariamente es un equipo en el que existe una única voz, pero sí es un equipo que sabe consensuar las diferentes voces tras escucharlas, es un equipo que sabe sacar todo el partido a la diversidad de todos y cada uno de los miembros que lo componen, es un equipo en el que todos saben que todos cuentan y en el que todos suman.

Cuando hay un miembro que no tiene clara esa cultura de equipo, puede surgir un grave problema que compromete la consecución de los objetivos planteados. Cuando hay dos miembros que no tienen clara esa cultura de equipo, el problema es mayor. Ford ha hecho sus cálculos de antemano, y la regularidad es el camino. Cuanto mayores sean las disparidades entre miembros del equipo, mayores serán las dificultades para llevar la empresa a buen puerto.

Las 24 Horas Ford se ganan cuando se potencia la regularidad. Esto es algo que no sólo lo repite de forma sibilina Ford en cada crónica oficial de la carrera, esa que reproducen muchos medios, sino que lo viví yo mismo en primera persona hace un año. Y es algo que veremos nuevamente en esta edición, contemplando lo bien que le va al equipo 1, el equipo ganador, que ocupa el box contiguo al nuestro y que durante toda la carrera mantendrá una envidiable regularidad.

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Pasión racional. Así fuimos, vimos y vencimos en las 24 Horas Ford 2018

No todos los pilotos son iguales, y eso es algo con lo que se cuenta de serie. En este punto, si las disparidades entre pilotajes se quedan en unas cotas racionales, los pilotos más hábiles lograrán suplir las carencias de los pilotos menos diestros. Pero si las disparidades rayan en lo absurdo, el equipo puede darse con un canto en los dientes si logra terminar la carrera sin quedarse tirado por el camino.

Y, lo más complicado de todo, es preciso lograr toda esa cultura de equipo en cuestión de minutos, porque los pilotos se van presentando en el box hacia las 14:45, se preparan para conocer la pista entre las 15:00 y las 16:00, y a partir de ese momento se precipitan los acontecimientos, entre fotos para la gente de Ford, colocaciones de los coches, explicaciones a las ONG sobre cómo funciona todo y los primeros cálculos sobre la estrategia necesaria para ganar.

Y dan las 17:00, ¡y comienza la carrera!

Ay, no... Espera, que no sé qué les pasa ahora. Bueno, pues las 17:04. ¡Allá vamos!

Mis 24 Horas Ford

Lo primero que se suele hacer en una carrera como esta es fijar líneas rojas, montar la escaleta de los posibles turnos en función de la experiencia de cada piloto y de su disponibilidad. En mi caso, claramente puedo correr por la noche. Si debuté con el Jarama hecho una piscina y en horario de irse de copas, qué no podré hacer. Así que espero pacientemente hasta después de cenar, que será cuando coja el Focus ST Line y le dé unas vueltas al Jarama.

Una de mis manías particulares consiste en intentar no dejar al piloto en soledad. Y menos, cuando es debutante. No soy el único que piensa así en mi equipo, pero sí que soy el primero que coge el teléfono, dispuesto a mantener la comunicación durante todo el turno de Guillermo Fesser. Él me va cantando sus impresiones y me va preguntando todo tipo de detalles. Y yo le voy orientando como puedo.

Y así, vueltas y más vueltas.

Has hecho el mismo tiempo, calcado. ¿Qué te marca, de consumo? Vale, de momento sigue así.

Finaliza ese turno, y vamos a por el segundo.

Estos primeros stints sirven para ver qué puede dar de sí cada piloto, también para ir estableciendo qué consumos deberíamos hacer para lograr el compromiso necesario entre la máxima velocidad y el menor gasto de carburante posibles. Todo lo está calculando nuestro coordinador con un montón de fórmulas de Excel que, por algún motivo, ni me paro a descifrar. Con lo friki que he sido yo siempre para las hojas de cálculo, madre mía, quién me ha visto y quién me ve.

Pasados un par de turnos más, pido relevo al teléfono y comienzo a deambular por los boxes, conforme a mi particular tradición. "Es de aquí de donde saco el reportaje ese que luego me dices que quieres leer", le comento a un compañero que me observa, extrañado, mientras voy dando tumbos sin demasiado sentido.

Descubro a Poty Castillo haciendo un pícnic bajo la escalera. Su cara me suena, ni que sea por el parecido que guarda con el Chandler Bing que finalizó la sexta de 'Friends', pero nada más. Pregunto y me cuentan el currículum de este coreógrafo. Encantado, pero a mí lo que me ha gustado es su forma de vivir las 24 Horas Ford. Ahí, tirao en medio de la calle, comiendo lo que ha pillado por el camino.

Sigo paseando, mientras en el paddock y en el aparcamiento se congregan unos cuantos aficionados del Motor. Las actividades ya están en marcha y la gente se lo está pasando bien. Yo, a mi modo, también. Me gusta ver cómo transcurren las horas mientras la gente disfruta.

Y vuelvo a mi box, buscando un lugar en el que sentarme. Afortunadamente, los chicos de la Fundación Gomaespuma han pensado en la necesidad de descansar y se han traído unos puffs de esos que invitan a tumbarse a la bartola. Me lo pienso mejor, y me voy a cenar, antes de que sea más tarde, que luego toca correr.

Mientras ceno, observo que ya hay algún equipo que está repostando. El depósito contiene 52 litros a la salida. ¿No han pasado ni cuatro horas y ya estamos así? Esto promete...

Y... ¡me toca!

Me deslizo rápidamente en el interior del Ford Focus ST Line, maldiciendo la elección de un asiento con reglajes eléctricos para una carrera como esta, y mirando con ojos de desaprobación el selector circular de la transmisión, que por alguna razón se empeña en ir leeento cuando yo voy con prisas.

¿O será esta mía una impresión demasiado subjetiva? En fin... centrémonos.

Cuidado con pasarte de velocidad, cuidado con pasarte de velocidad, cuidado con pasarte de velocidad, carril de aceleración, mira, señaliza, cuidado con la línea continua... Joder, por un momento me está faltando el polo del RACC que utilizo cuando les doy clases a mis alumnos. Déjate de pautas y disfruta, anda, chalao, que nadie te va a penalizar porque no estás haciendo nada malo.

Volver al Jarama para las 24 Horas Ford siempre me causa unas sensaciones extraordinariamente placenteras. Sucede que, como no vivo en Madrid, suelo enviar a mis compañeros cuando hay un evento aquí, y al final sólo acudo yo a esta pista cuando monta la carrera Ford. O sea, que de año en año me encuentro de repente volviendo a la escena sin ensayos ni redes de seguridad.

Pero qué quieres que te diga... Mola.

Me lo ha parecido cuando nos han dado la vuelta de reconocimiento, y ahora lo confirmo. La pista del Jarama es una maravilla, ahora que cuenta con asfalto del siglo XXI. Pero aunque el terreno me da más confianza que nunca, no termino de sacarle buenos tiempos a mis vueltas. Maldita sea... Necesito rodar más aquí.

El coche tira estupendamente, aunque no le pises de forma decidida. Entiendo que la turbina de bajas del motor EcoBoost ayuda a comprimir los gases de la admisión para dar buena parte de esos 250 Nm enseguida, y digo yo que la gasolina BP Ultimate Active de 98 octanos que llevamos en el depósito tendrá bastante que ver con este buen comportamiento, también.

Al no tener cambio manual, debemos elegir si utilizamos o no las levas. En mi caso, prescindo de ellas. Confío en que una caja con ocho relaciones que cambian realmente rápido seguirán un escalonado que se podrá manejar con el acelerador. Y así lo confirmo con el pie derecho, que intento mover de forma suave para evitar reducciones locas que me lleven a inyectar mucho más de lo que pretendo.

Y en el apartado de modos de conducción, flota en el ambiente la idea de que Normal es el más adecuado. Que Eco, paradójicamente, nos va a llevar a consumir demasiado cuando le pidamos caña al coche. Por mi parte, veo claro que Sport exigirá un mayor cuidado todavía con el tacto del acelerador, si no quiero sustos con la transmisión y con la inyección. No vale la pena exponerse.

Mientras voy poniendo en marcha todo esto, me pasa el Ford Mustang Bullitt a todo trapo. Así, como para despertarme con su melodiosa voz de Capitán Trueno.

Como es un coche que no participa en la carrera, sino que sirve para dar vueltas al circuito como atracción para los aficionados, ni me preocupo por apartarme, y mientras yo estoy dejando caer el coche entre Ascari y Portago, el Mustang me pasa como una hada verde que estuviera ansiosa de afrontar Bugatti.

Y a ello vamos, una vez más. ¿Que por dónde ando? Bajando Bugatti. Si esto ya lo expliqué el año pasado... Es como un mantra ya. A la que te preguntan por dónde vas, lo más seguro es que andes bajando Bugatti. Las neuronas responsables del cálculo del tiempo son las culpables de ese fenómeno.

Por cierto, hablando de Bugatti, creo que esta es la edición de las 24 Horas Ford en la que más estoy arriesgando con la velocidad en esa bajada del circuito. En cambio, Monza la estoy haciendo algo más lento que otras veces, para no gastar. Y donde estoy echando toda la carne en el asador es en el Túnel y en la recta principal. Total, si aprendí a frenar en Nuvolari lloviendo a mares y con el asfalto hecho una pena, en las condiciones actuales del circuito casi me atrevería a volar.

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¡De cine! Probamos el Ford Mustang Bullitt, 464 CV salvajes en homenaje a Steve McQueen

Y van pasando las horas, y aunque me pidan que corra más —gastando menos, claro—, no termino de hacerlo de manera convincente. Me quedo plantado en mi tiempo de confort, mientras calculamos cómo pulirán mis compañeros estas deficiencias. Por lo menos, conmigo no hay sorpresas. Lo que ves es lo que hay.

En una carrera como esta, cualquier detalle puede ayudar o entorpecer. Hemos sido demasiado conservadores con el cálculo del combustible, incluso sabiendo prácticamente cuáles eran los cálculos de Ford, y estamos viendo que el resto de equipos corren más, en general. Aun así, mantenemos nuestra estrategia a la baja. Es lo que hay. Donde manda patrón, no manda marinero.

Me queda el consuelo de que otros equipos lo llevan peor, incluso con detalles como calcular mal el carburante que entrega la marca a cada equipo, pese a que en el Reglamento de la carrera ese apartado está muy bien explicado. Y también está el detalle del piloto que desoye la llamada al relevo, pasa por el box, hace una especie de ceda el paso y sigue su camino, como si la fiesta no fuera con él.

Si será por la de cosas raras que pueden pasar...

A nosotros nos está llamando la atención que otros equipos hagan buenos tiempos en el relevo. Pero es que esos tiempos se calculan desde que el coche entra en la línea de boxes hasta que se reincorpora a la carrera. Y, claro está, la velocidad de paso por el pit-lane es un punto interesante a tener en cuenta. Mientras nuestro equipo fija como velocidad máxima 35 km/h, por si acaso, hay otros que van rozando los 40 km/h que permite el Reglamento, y sin problema.

Llega uno de los momentos más esperados por los cámaras que cubren el desarrollo de las 24 Horas Ford: el cambio de neumáticos. Por Reglamento, es obligatorio proceder a la sustitución de al menos dos ruedas antes de la 14ª hora de carrera, esto es, las 7:04 de la mañana. Y adivina qué: los neumáticos están como para dejarlos puestos.

Tanto da, porque toca sustitución sí o sí. En esta ocasión van a ser los miembros de la Organización quienes procedan al cambio de las ruedas. Hasta ahora, lo hacíamos los mismos pilotos. Mejor, la verdad, aunque se desate el pánico en nuestro box cuando el vaso de una de las dinamométricas cobra vida y se niega a entrar en la pistola. Shit happens, que dirían los clásicos.

Ya con las ruedas fuera, nos quedamos asombrados de lo bien que han resistido. Desde luego, han quedado mejor que en otras ocasiones —salvo en 2014, el año del diluvio, debido a la menor abrasión del terreno. Pasa por allí el veterano Joan Arnella y nos comenta que se nota que hemos rodado con cuidado, mucho más que otros equipos, y de repente sus palabras me suenan a bálsamo para el alma.

Total, que hemos sido conservadores hasta con unos neumáticos que lo habrían soportado todo. Mientras se aproxima el final de la carrera, nuestros primeros espadas —los ágiles Hugo y Javier, y sobre todo el veloz Héctor— intentan reconducir como pueden un Titanic que hace horas que se dirige de manera inexorable hacia un duro iceberg. C'est la vie, pero sin equipo no hay paraíso. Sabe mal por la gente de la Fundación Gomaespuma, que no se merecían este final.

Y sabe mal, también, por la gente que sí ha hecho equipo, y que ha superado de forma ágil innumerables contratiempos en la comunicación con el coche —sí, lo del móvil fallando empieza a ser ya una tradición—, readaptando de forma casi continua, además, los turnos de los pilotos para intentar maximizar las opciones de quedar bien posicionados pese a todo.

Clasificación final de las 24 Horas Ford 2019

Finalmente, el equipo 1 se hace con un merecidísimo primer puesto. De las 24 horas, se han pasado 22 liderando la tabla, y no por casualidad sino porque han ido todos a una. Como debe ser, hablando de una carrera como las 24 Horas Ford, un evento que premia la solidaridad por encima de los individualismos.