Viene de la primera parte. Después de estar un rato dando vueltas alrededor del coche y de hacerle unas cuantas fotos, llegó el momento de ponerse al volante y encender ese motor Ecotec 2.0 Turbo para ver que tal andaba el bichito.
Me acomodo en el asiento, piso el pedal del embrague y giro la llave. El motor arranca y su sonido me deja algo frío, la verdad. Pensaba que por los escapes saldría algo más de música, pero no, es muy silencioso al relentí.
Metemos primera y salimos hacía la carretera. El tacto de los pedales (soy excesivamente manioso con eso) me convenció una vez que les pillé el tacto. Y nada más salir a la carretera, me dí cuenta de uno de sus defectos, las tres primeras relaciones son excesivamente cortas.
Es divertido ver como sube de vueltas como un poseso, pero en primera y segunda, como salgas algo fuerte y no estés atento, enseguida tienes al motor cortando inyección. La zona roja comienza a unas 6.200 rpm y con poco que la sobrepases, ya estás haciendo el bestia.
Pero una cosa no quita la otra. Es divertidísimo de conducir. Tanto en conducción relajada como en conducción deportiva, el Opel GT se muestra como un coche totalmente válido para lo que está concebido.
En el primer caso, el tarado de las suspensiones y la posición tan baja de conducción no son inconveniente para no andar cómodo con él. Se notan los baches o juntas de dilatación de la carretera mucho más que en otro coche, pero no llegan a ser realmente molestos, por lo menos en el tiempo que estuve con él. No se como será en un viaje más largo.
Pero basta de andar tranquilo, a este coche hay que darle un poco de vidilla para ver como se comporta. Como he dicho, las primeras relaciones son demasiado cortas, pero cuando le damos zapatilla, se agradece que así lo sean. Además, con un par máximo de 353 Nm constante entre las 2.000 y las 5.000 rpm, sabes que rodando rápido con ellas engranadas siempre tienes la suficiente potencia en cualquier rango de vueltas.
La potencia máxima (265 CV) la entrega a 5.300 rpm, por lo que tienes que tener cuidado en no pasarte de ese régimen, porque a partir de ahí la pérdida de prestaciones es muy notoria. Pero mientras no llegues hasta ahí, el Opel GT se muestra como un coche rápido. El preciso cambio de marchas ayuda a unos cambios rápidos, ayudados por un consistente pedal del embrague, duro en su justa medida.
Llegados a este punto, voy a tratar de contar, de la mejor forma posible, como se comporta en una carretera de curvas, su lugar natural para la diversión. Con el ESP activado, éste apenas se muestra intrusivo y forzándolo a conectarse, no se aprecian apenas latigazos de la trasera, recolocando el coche de forma muy suave.
Aquí el tarado de la suspensión cumple a la perfección su cometido. La carrocería apenas balancea y el Opel GT entra y sale con decisión en las curvas. Incluso entrando algo pasado y frenando, su comportamiento es muy noble. Y cuando se hacen las cosas bien, la forma en la que traza las curvas invita a seguir cogiendo una detrás de otra sin parar.
Con unas relaciones tan cortas, su aceleración parece más de lo que realmente es. A esto ayuda ver como sube la aguja del tacómetro y vuelve a bajar para subir otra vez con decisión. Además, el sonido el turbo invita a seguir pisando más y más. Pero frena, que te pasas de los límites de velocidad…
En el apartado de los frenos, éstos se comportan a la perfección, reteniendo el coche sin brusquedades. No puedo hablar de fatigas puesto que en el tiempo que estuve con él no hubo tiempo suficiente para cansarlos, pero después de una sesión intensa, apenas noté pérdidas en su rendimiento.
Por último, sus consumos parecían bastante contenidos. Después de circular un rato pisándole y cambiando a altas vueltas, el ordenador de a bordo marcaba unos justos 10,3 L/100 km. No está mal para esos 265 CV. Según me comentó su dueño, si aguantaba el pie derecho conseguía consumos en torno a los 9 L/100 km y si se pasaba un poco más, llegaba a los 12. Cifras altas, pero no exageradas para el juego que da.
Y poco más os puedo contar del Opel GT. Es un coche que me ha dejado muy buenas sensaciones. Un pequeño deportivo al que le gustan las curvas y en las que se siente muy cómodo y también hace sentirse cómodo a su conductor.
Por cierto, una última anécdota. Cuando dejé el coche y me subí en el mío (un Ford Focus de primera generación) para volver a casa, parecía que iba subido en un camión, de lo alto que lo veía todo…
Un saludo y un abrazo enorme para Albert, el afortunado dueño.
Fotos | SandMan
En MotorPasion | Opel GT, primeras impresiones (parte 1)