Batapasión no podía durar mucho más allá del Día de los Inocentes, así que... vuelta a la normalidad. Para saber más sobre lo ocurrido aquí este 28 de diciembre, lee ¡Adiós, Batapasión! Abrid las ventanas y que corra el aire.
Ah, y no hagas ni caso a este... 'artículo' que estás leyendo ahora. No seas inocente...
Con un póster de Fred Francis en la pared y la habitación repleta de estanterías que aguantan el peso de un número indecente de coches de juguete, nos recibe con aire tímido David Sayas, más conocido como D1VAD. No está acostumbrado a captar la atención de nadie, aunque este año 2020 lo ha hecho sin pretenderlo.
La pandemia ha vuelto todo del revés, ha cancelado competiciones, salones, quedadas con amigos... El mundo de este chico que creció siendo un aficionado al Scalextric, se ha desmoronado. Pero él ha querido salir del agujero inventando una nueva modalidad de deporte: el Scalextric marcha atrás.
Se quedó sin amigos, pero su nombre pasará a los anales de la historia. Bueno, de una parte de la historia. De la historia del Scalextric más bien.
De precursor de un deporte oficial a simple mano grúa para devolver los coches a pista
Se llama David Sayas, pero ahora insiste en que le llamen D1VAD. Porque él siente que es el número uno y porque todo lo hace para atrás. Se ha tomado tan en serio la nueva modalidad que ha inventado que empieza los días cenando y los acaba con un café y unas tostadas mientras ve el programa de Ana Rosa.
Su momento favorito del día es cuando se monta en el coche, engrana la marcha atrás y disfruta de un nostálgico paseo por el barrio mientras oye los gritos de los vecinos. Se lo toma en serio: ahora las calles son su pista de entrenamiento cuando no hay confinamiento. Nunca volverá a conducir como el resto.
D1VAD siempre fue un chico popular en el colegio. La paga del abuelo iba directa a la adquisición de pequeños coches equipados con motores eléctricos y pistas dotadas de carriles guía.
En pocos años consiguió instaurar las carreras de Scalextric marcha atrás como deporte oficial del recreo, aunque algunos compañeros de su curso como Primitivo -lo llamaban Primi- acabaron enganchados a la emoción de la competición unida a una malsana costumbre de apostarse los donetes al coche más rápido.
Por lo último que se sabe, Primi acabó en un centro de rehabilitación.
"Empecé como precursor del Scalextric y acabé como mano grúa al entrar en el instituto, volviendo a poner en circulación a los coches que descarrilaban. Pero nada me quitó la ilusión", asegura D1VAD.
Con los años fue mejorando su técnica y los reductos de internet le ayudaron a encontrar a un grupo de aficionados que compartían su pasión por mirar a la muerte directamente a los ojos, por vivir al límite y sin normas.
Pero la pandemia puso fin a las quedadas y a las competiciones. La crisis por el coronavirus lo puso todo del revés, y D1VAD quiso aplicar este cambio sin precedentes a la competición. Y lo hizo de forma literal: comenzó a competir marcha atrás.
"Solo tenía que cambiar la polaridad del motor y la posición de los ejes (lo normal, poner la corona a la derecha del piñón) y variar la resistencia del mando", recuerda el joven mientras observa un viejo McLaren M9A que tiene destrozado, de la de veces que llegó a caerse de la mesa durante las primeras pruebas. Nadie le había dicho que la tracción total del coche original nunca llegó al coche de juguete.
Lo difícil era conseguir que el coche no descarrilara, pero la magia del confinamiento y su entereza obraron el milagro, y la adversidad poco a poco convirtió a este chico de barrio en un pionero virtual. El primer campeón del mundo de Scalextric marcha atrás.
Sin embargo, todo gran logro conlleva un gran precio. En cuanto comenzó a saborear las mieles del éxito, D1VAD comenzó a quedarse solo. Demasiadas horas dale que te pego al mando hicieron estragos en su vida social: "Me quedé sin amigos, pero ¿sabes lo difícil que es hacer eso?", reivindica entre sollozos.
Aunque sus amigos de toda la vida le dieron de lado, su hazaña se extendió pronto por la red, y ahora se está viendo desbordado por las peticiones de amistad en las redes Tuenti, MySpace y Fotolog, donde es más activo D1VAD.
"Se me tiran al cuello", asevera mientras se pone bien las gafas y se sube la mascarilla para taparse la nariz por primera vez desde que ha comenzado la entrevista.
Ya era hora.