Judá Ben-Hur se ha hecho con la victoria de los Juegos en nombre del Emperador Divino Tiberio tras derrocar al tribuno Messala, vigente Campeón de Medio Oriente, en la que ha sido una de las carreras de cuadrigas más ajustadas del año. Ambos aurigas llegaron a la vuelta final con posibilidades pero una maniobra de Messala para tratar de ganar ventaja se le vino en contra y terminó cayendo a la arena.
Ben Hur, se alza así a lo más alto una vez más ante un público completamente entregado que terminó coreando su nombre. Como un aficionado más, entre los miles que ya tiene el de Judea, se encuentra el jeque Sheik Ilderim, propietario de los hermosos caballos blancos con los que Ben Hur ha competido hoy.
El hijo adoptivo de Quito Arios, Cónsul de Roma, más conocido ya como Ben Hur, era uno de los principales atractivos de una cita en la que destacaban otros grandes nombres como el Tribuno Messala o la cuadriga del mismísimo Poncio Pilatos, que lleva una época de capa caída.
Para la ocasión Messala estrenó una nueva cuadriga griega, con relucientes pinchos en los laterales de las ruedas que causó la primera polémica del día. Ben Hur, también sorprendió con la estrella de David en su uniforme, algo curioso ya que en ocasión ha competido para el equipo del árabe Sheik Ilderim. No obstante, los participantes estaban en la hora prevista preparados en los carceres.
La tensión se mascaba en el ambiente y tras la señal de las trompetas y de que el gran anfitrión bajase el pañuelo blanco que dio inicio a la carrera, la lucha no tardó en llegar. Ben Hur consiguió superar a los primeros rivales en los primeros metros, mientras que Messala avanzaba desde la parte trasera después de un complicado arranque.
En la primera vuelta hubo que lamentar la primera baja. El participante blanco cayó a la arena poniendo al público en pie. Los que también tuvieron problemas para mantenerse en pie fueron los centuriones que custiodiaban la espina. Uno de ellos cayó al suelo tras el paso de la cuadriga de Ben Hur que trataba de subir a la segunda posición.
El de judea se llevó entonces uno de los sustos más grandes de la carrera cuando se encontró en la trazada un carro destrozado que sus caballos saltaron sin problema. Ben Hur consiguió mantener el equilibrio y no caer. A pesar de haber perdido varias posiciones y tras tomar de nuevo las riendas, volvió al acecho
La cuadriga griega de Messala no tardó en hacer estragos. Uno de los aurigas osó acercase demasiado y sus afiladas cuchillas le destrozaron la rueda haciéndole caer a la arena y provocando la salida de los camilleros.
El Campeón de Medio Oriente, lideraba la carrera con relativa tranquilidad con sus cuatro caballos negros, hasta que Ben Hur llegó a su altura y se colocó en paralelo. El romano azuzaba a sus caballos con el látigo para que corriesen más mientras que Ben Hur se decantaba por otra estrategia, de hecho, ni siquiera portaba un látigo. Una práctica realmente curiosa y a la que no estamos del todo acostumbrados. Quién sabe, quizá marque tendencia.
En séptima vuelta, de las nueve a las que estaba programada la carrera, la lucha se recrudecía. Ben Hur se atrevía a plantarle cara a Messala -con quien parecía tener una venganza personal más allá de la rivalidad en pista-. Más aún, en un intento de que Ben Hur desistiese en su intención de adelantarle, el Tributo llegó a golpear con el látigo a su contrincante provocando la ira de los aficionados en las gradas.
Ben Hur, consiguió volver la situación de su lado, agarrando el látigo y estirando de él. Ese momento resultó ser decisivo ya que Messala perdió el control de su cuadriga y terminó cayendo a la arena dejando la victoria en manos de Ben Hur.
Quito Arios, Cónsul de Roma, más conocido como Ben Hur, fue coronado como triunfador del evento y es ya toda una leyenda de la historia de las carreras.