Probamos el Mercedes-Benz EQC 2019: un SUV eléctrico con hasta 416 km de autonomía que da prioridad al lujo y la tecnología
El Mercedes-Benz EQC es el primer coche eléctrico de gran volumen de la marca de la estrella, y el primero de una amplia familia de modelos electrificados puros bautizada como EQ, al que a corto y medio plazo seguirán un total de diez modelos. O al menos eso nos ha confirmado el fabricante alemán. Tras conocer todos sus detalles, tocaba ponerse a sus mandos y para ello qué mejor escenario que la capital del automóvil eléctrico en Europa: Noruega.
El país escandinavo es uno de los estados a nivel global que más está apostando por la movilidad de cero emisiones. Dispone de una extensa red de carga, con 5.848 puntos, y ofrece bonificaciones fiscales para la compra de coches eléctricos, cuya cuota de mercado, según datos de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), asciende al 49,1 % del total, siendo la mayor de toda Europa.
Y lo cierto es que en Noruega no hemos sentido desentonar con el Mercedes-Benz EQC: nada más recogerlo en el aeropuerto de Oslo nos encontramos con que una de las plantas del párking, enorme por cierto, es exclusiva para vehículos electrificados. Y al echarnos a rodar con él, nos cruzamos con no pocos ‘vecinos’ de cero emisiones: jamás habíamos visto tanto automóviles eléctricos circulando, siendo los más numerosos los BMW i3, así como modelos Tesla.
Noruega es, por tanto, el lugar ideal para probar las mieles del EQC, que además de eléctrico es un SUV 100% Mercedes-Benz, lo que se traduce en altas prestaciones (sus dos motores eléctricos, uno por eje, rinden un total de 403 CV y ofrecen 760 Nm de par), lujosos y cuidados acabados y avanzada tecnología al servicio tanto de la seguridad activa como de la conectividad.
Y lo cierto es que sentarnos a su volante, nuestra primera impresión es que estamos ante un automóvil del futuro: materiales reciclados, formas futuristas y redondeadas, iluminación en tonalidad azul (el color que identifica a la familia EQ de Mercedes-Benz) para las puertas y sus mandos, el salpicadero o los bajos o la gigantesca pantalla dividida en dos que integra tanto la instrumentación como el display multimedia, aunque esto último ya es común a todos los modelos que la marca ha ido estrenando en los últimos tiempos.
El Mercedes-Benz EQC ya está disponible bajo pedido en nuestro mercado a un precio de 77.425 euros, aunque las primeras entregas no comenzarán hasta junio y Mercedes-Benz ya ha confirmado que toda la producción de este 2019 ya está adjudicada. Quien quiera hacerse con sus servicios, deberá esperar a 2020.
Espacioso y cómodo, pero con algunos detalles mejorables
Con una longitud de 4,76 metros, una anchura de 1,88 metros, una altura de 1,62 metros, una batalla de 2,87 metros y un ancho de vías entorno a los 1,6 metros, el Mercedes-Benz EQC sobre el papel apuntaba a ofrecer un amplio y confortable habitáculo. Y así es.
LONGITUD | ANCHURA | ALTURA | BATALLA | MALETERO |
---|---|---|---|---|
4.761 mm | 1.884 mm | 1.623 mm | 2.873 mm | 500 litros (aprox.) |
Empezando por la fila delantera, los asientos delanteros son notablemente cómodos, pudiéndose ajustar tanto el propio asiento, como el respaldo o los reposacabezas eléctricamente gracias a un mando ubicado junto a las manillas en cada una de las puertas. Por su parte, en la bancada trasera las plazas son también bastante confortables y dejando buen espacio para las rodillas, así como para la cabeza o los hombros.
Sin embargo, al abrir la puerta del Mercedes-Benz EQC apreciamos que no es todo lo accesible que debiera, ya que hay que elevar bastante la pierna para salvar el marco (para personas de baja estatura o de movilidad más reducida, puede suponer un inconveniente). Esto se minimiza, eso sí, si el modelo va equipado con el estribo, un opcional (665,50 euros) que puede seleccionarse individualmente aunque sí viene de serie en la edición especial 1886.
En lo que respecta a capacidad de carga, el maletero anuncia un volumen aproximado de 500 litros, que puede variar en función del equipamiento. Y lo cierto es que destaca por su longitud, aunque no tanto por altura, lo se soluciona si dejamos sin poner la cortina de protección, aunque si lo hacemos nos obligará a sujetar la carga. Además, no dispone de doble fondo como tal, ya que cuenta con un inserto con pequeños huecos donde podremos colocar algunos elementos de seguridad y poco más.
El habitáculo, no obstante, está plagado de huecos portaobjetos. Los que van ubicados en las dos puertas delanteras son gigantescos (de los más grandes que nos hemos encontrado), tanto que por anchura incluso pueden alojar una botella de dos litros. En el túnel central (donde abunda a nuestro gusto excesivamente el acabado negro piano) dispone de otra cavidad con dos posavasos y una plataforma de carga inalámbrica para el smartphone, además de un cofre dividido en dos que, cuando está cerrado, hace las veces de reposabrazos.
Y al hilo de soluciones prácticas, no lo es tanto el sistema para abatir los asientos traseros y así aumentar la capacidad de carga: sólo puede realizarse desde un mando ubicado en el maletero y además nos obliga a empujar manualmente el respaldo desde la cabina una vez lo hemos accionado. Pero salvando estos detalles, el EQC destaca por su comodidad y practicidad, ofreciendo para todos los ocupantes una buena ración de confort.
Un coche eléctrico te obliga a planificar la ruta y el EQC lo hace por ti
Debido su autonomía más ajustada (el Mercedes-Benz homologa hasta 471 en ciclo NEDC que se quedan 416 kilómetros en estándar WLTP) y a la aún incipiente infraestructura, un coche eléctrico requiere que cambiemos nuestra psicología, planificando con anterioridad el recorrido, sobre todo si éste es desconocido. Y la marca germana ha pensado en ello.
El todocamino eléctrico permite realizar una gestión eficiente de la ruta y la necesidad de carga. Ésta se puede planear incluso de forma remota, mediante la app Mercedes Me, o bien justo antes de iniciar la marcha: el sistema de navegación optimizado del Mercedes-Benz EQC detecta en tiempo real la mejor ruta (más rápida y confortable) teniendo en cuenta el estado de la batería, las condiciones meteorológicas, la topografía del trazado o el estado del tráfico, así como las electrolineras disponibles.
En el caso de nuestro recorrido estaba planificado con una sola parada para recargar. Así, cogimos el EQC con la batería (de 80 kWh de capacidad) cargada al 60 % y llegamos al punto de carga con un 35 %, después de una ruta de unos 100 kilómetros que incluía vías rápidas (a un máximo de 80 km/h por los estrictos límites noruegos), pero en su mayoría carreteras convencionales y bastantes travesías.
Para nuestro alivio, se trataba de un supercargador ultrarrápido IONITY (una red participada por la propia Mercedes-Benz y otras marcas como Volkswagen, BMW o Ford), que es capaz de cargar a una potencia de 350 kW, aunque la máxima que permite el Mercedes-Benz EQC es de 110 kW. Sin embargo, el mayor pico que alcanzó durante la recarga fue de 89 kW y cuándo preguntamos por qué, nos explicaron que el sistema nunca alcanza la cifra máxima para preservar la vida útil de la batería.
Poco más de 21 minutos después, a una media de 85 kW de potencia, la batería se había cargado hasta el 70 %, es decir, enchufado a un cargardor ultrarrápido había tardado unos 20 minutos para cargar un 35 % de la batería. Los tiempos coinciden por tanto con los anunciados por Mercedes-Benz, que aseguran que enchufado a un punto de carga (rápido o ultrarrápido) es capaz de pasar del 10 al 80 % en cerca de 40 minutos. También influye la temperatura exterior: si es muy baja, tardará más en recargar.
Conducción al servicio de la gestión de la autonomía
"¿Lo escuchan?, es el silencio". La ya famosa frase del líder de Ciudadanos bien puede aplicarse al Mercedes-Benz EQC en particular y los coches eléctricos en general. Al ponerte en marcha tienes que aguzar el oído para escuchar ese leve zumbido estridente característico de los propulsores electrificados, a lo que ayuda el excelente trabajo de insorización que ha hecho la firma en su primer retoño de cero emisiones.
El EQC ofrece una conducción cómoda y tranquila, muy sosegada, siempre y cuando no pisemos a fondo y de rienda suelta a sus 760 Nm al completo. Y es que la sensación de aceleración es verdaderamente increíble para un coche de su segmento y sobre todo de su peso: nada menos que casi 2,5 toneladas (ya sólo su gigantesca batería ubicada entre ejes para la báscula en los 652 kilos). Sobre el papel, recordemos, hace el 0 a 100 km/h en 5,1 segundos.
La dirección es precisa pero blanda a su vez, así como las suspensiones (mecánica delante y neumática detrás), que absorben eficazmente las irregularidades del terreno, aunque ofrece un bamboleo algo excesivo en badenes o resaltos si no frenamos lo suficiente.
La conducción de un coche eléctrico también nos obliga a cambiar el chip y que la enfoquemos a preservar en la medida de lo posible la autonomía. Así, al igual que ocurre con otros modelos electrificados, el EQC dispone de dos levas en el volante que sirven para adecuar el nivel de retención, convirtiendo a sus propulsores en generadores de energía.
De esta manera, si accionamos la leva izquierda el nivel de recuperación será mayor y, si accionamos la derecha, será menor. El SUV eléctrico de la marca alemana dispone de hasta cinco posiciones distintas, siendo la D+ la de más elevada recuperación y la D-- la más baja. De hecho, en esta última no hace ninguna.
Al escoger estos modos, su pedal háptico se autorregula a diferentes posiciones, aunque hay que señalar que debe utilizarse con mesura: y es que en cuanto aumentamos la retención, el coche se frena notablemente, tanto que se corre el riesgo de alcance posterior en vías rápidas si el vehículo al que precedemos va demasiado pegado.
Por el contrario, en descensos, por ejemplo en una carretera de montaña, aplicar la opción D+ o D, nos ayudará a no ir lanzados y mantener el control más eficazmente. En definitiva y como suele ser habitual, el sentido común siempre es el mejor compañero. ¿Y esto significa que siempre debemos ir pendientes de retener o no? No, el EQC dispone también de la opción D Auto, en la que es el propio vehículo el que realiza la gestión.
En general, la conducción de los coches eléctricos se parece bastante a velocidades normales, ya tengan poca entrega o más de 400 CV como es el caso. Y puede llegar a ser algo monótona y aburrida, aunque repetimos, todo cambia si nos da por pisar el acelerador a fondo.
Frena y aparca solo... y habla contigo, si quieres
Pasando al capítulo tecnológico, el Mercedes-Benz EQC dispone, como sus hermanos de lanzamiento reciente, de un amplio arsenal de sistemas enfocados a la seguridad activa. Y la marca de la estrella quiso que comprobásemos su eficiencia de primera mano en circuito cerrado.
Así, en pruebas simuladas, pudimos ver trabajar al servofreno de emergencia activo ante otros vehículos o peatones (impresiona como para en seco quedándose a escasos centímetros del obstáculo), al asistente de maniobra evasiva o al sistema de aparcamiento autónomo (que falló en el primer intento, por cierto). Allí cuando el conductor falla, la tecnología le pone solución.
Ya en carretera, también probamos las miles del asistente activo de cambio de carril, que ha mejorado en comparación al equipado en el nuevo Mercedes-Benz Clase A, pues es mucho más sutil y menos brusco, aplicando una leve vibración en el volante. Asimismo, también disfrutamos del asistente activo de distancia DISTRONIC, el control activo de ángulo muerto (que también opera cuando estamos detenidos) o el detector activo de cambio de carril.
En lo que respecta a tecnología de conectividad, el EQC equipa la última generación del sistema multimedia MBUX de la marca, que se gestiona desde el display de 10,25 pulgadas ubicado a la derecha (recordemos que va unido por un mismo marco a la instrumentación digital de idénticas dimensiones ).
Y de nuevo, es más que reseñable la función de realidad aumentada del navegador: cada vez que estamos ante una intersección, nos 'pinta' la imagen que tenemos delante (que toma de sus múltiples cámaras) y la acompaña de infografía que nos indica qué bifurcación debemos seguir. También hace lo propio si, por ejemplo, estamos bajo un semáforo alto y el techo nos tapa su visión.
Según nos confirman desde la marca, el sistema MBUX del EQC es idéntico en un 95 % al que llevan los modelos de motores térmicos, pero dispone de funciones especiales como la preclimatización (a fin de ahorrar batería), la navegación optimizada EQ (que incluye las estaciones de recarga) o el sistema Mercedes me Charge, que permite seleccionar el tipo de pago y facilitarnos la gestión de la carga en electrolineras.
Y a ello se suma el asistente inteligente virtual, que ya habíamos probado en el Clase A, y que responde a avanzados comandos por voz, del tipo: "¿Dónde puedo recargar mi coche?" (muestra los puntos más cercanos), "Tengo frío" (ajusta el climatizador) o "¿Dónde puedo comer?" (indica los restaurantes en la ruta). Para activarlo hay que decir "Hey Mercedes", aunque si pronuncias palabras similares, se activa sin que solicites sus servicios.
Esta inteligencia artificial es además capaz de aprender, de tal manera que acaba conociendo al conductor y sus preferencias (permite configurar varios perfiles). De esta manera, el Mercedes-Benz EQC no sólo es un paso al futuro por ahorra emisiones a la atmósfera, también lo es tecnológicamente hablando.
Por último señalar que en comparación con rivales como el Tesla Model X 100D (87.100 euros), el Audi e-tron (82.440 euros) o el Jaguar I-Pace (79.700 euros) es la opción más interesante en precio, aunque, como ocurre con sus competidores, hay que tener en cuenta que sus bondades tecnológicas más avanzadas no se incluyen de serie.