Ahora mismo, Saab está en suspensión de pagos, protegida de sus acreedores de forma legal. Su salvación, en forma de millones de dólares de los chinos, ha sido anulada con carácter inmediato. Según Saab, los chinos no han cumplido con su parte del trato y encima querían acumular demasiado poder.
Los responsables de la marca sueca temían perder el control de la empresa. De hecho, planeaban quedarse con Saab, como ya pasó con Volvo, ahora en manos de Geely. Si no aparece otro inversor sorpresa en el último momento, Saab puede perder la protección judicial, y ser declarada en bancarrota.
La ruptura con Pang Da y Youngman no es total, se está buscando un acuerdo menor para que llegue el dinero pero no se queden con la marca. A lo tonto, desde marzo apenas han fabricado coches y están literalmente congelados. La situación de Saab y de su matriz, Swedish Automobile, es crítica.
De producirse la bancarrota, los acreedores de Swedish Automobile se podrán quedar con todo para cobrar el dinero que se les adeuda, y Saab desaparecería de escena hasta que alguien la rescate o compre los derechos. Este culebrón está emocionante, el nudo no parece dar lugar al desenlace. ¿Qué pasará?
Vía | Cinco días, Automotive News