No hace tanto tiempo, el concepto de personalización prácticamente no existía en el mundo del automóvil. Por lo general, más allá de los pocos colores exteriores disponibles para cada coche se podía elegir la tapicería y las llantas. Ahí terminaban las opciones para que cada cliente configurase un modelo a su gusto.
En los últimos años esto ha cambiado radicalmente. Los fabricantes han convertido la personalización en una prioridad, de tal manera que los compradores tienen todo tipo de posibilidades para que su nuevo coche no se parezca al del vecino.
Los colores que siempre están de moda
Tanto es así que mucha gente le da más importancia a esta cuestión que a la motorización. Por eso, todas las compañías se esfuerzan en ofrecer más variedad, de manera que sus catálogos de llantas, molduras exteriores o tapicerías son más amplios que nunca. Y, por supuesto, también amplían la paleta de colores exteriores.
En su momento, elegir entre tonos brillantes y metalizados fue insuficiente, por eso han llegado nuevas opciones, como los colores mate y satinados o las combinaciones bitono, que al principio estaban reservados para los modelos más exclusivos, pero ahora están disponibles en cualquier segmento.
Algunas marcas también ofrecen opciones fuera de catálogo para satisfacer las peticiones de los clientes más excéntricos. El resultado es que se ha normalizado lo que antes nos parecía un sacrilegio y ya es habitual encontrarse con un Aston Martin de color rosa, un Rolls-Royce dorado o un Bentley que cambia de color según incida en su carrocería la luz del sol.
Es lícito: son sus coches y los pintan como quieren. Pero las marcas no quieren perderse su trozo del pastel, por eso ofrecen esa opción antes de que esos clientes recurran a terceros para personalizar su vehículo.
Normalmente, las firmas más exclusivas tienen departamentos específicos para ello, como la división Taylor Made de Ferrari, Mulliner en el caso de Bentley, Q by Aston Martin si hablamos de los de Gaydon o BMW Individual. Cualquiera de ellos convierte en realidad prácticamente cualquier petición.
¿Y qué sucede con las compañías más asequibles? Aunque no tienen divisiones específicas, sí se preocupan por ofrecer gamas de colores cada vez más amplias. Solo hay que echar un vistazo a Dacia: los primeros modelos de la marca que llegaron a España eran negros, blancos, grises o azules, pero ahora hay muchísimos más tonos disponibles y algunos de ellos son exclusivos de ciertos acabados.
Con el resto de marcas sucede exactamente lo mismo, solo hay que ver el Verde Mamba del Skoda Enyaq Coupé iV que probó hace unos días Héctor Ares o el Celadon Spirit Green del renovado Kia XCeed. Incluso el Amarillo Sol por el que se deciden muchos de los dueños del Mercedes-Benz Clase A.
Por lo tanto, lo lógico es pensar que, al existir más opciones a la hora de escoger el color exterior de un coche, también habrá más variedad en las carreteras. Pues lo cierto es que no.
Cada poco tiempo suele publicarse un estudio con los colores de moda en ese momento y lo habitual es que el negro y el blanco siempre estén en las primeras posiciones de la lista. Es así desde hace décadas y no parece que la cosa vaya a cambiar.
Uno de los últimos estudios de este tipo que se han publicado es el de iSeeCars.com y, para sorpresa de nadie, el color blanco sigue siendo la opción preferida, seguido del negro y el gris.
Si echamos un vistazo a los porcentajes, más de una cuarta parte de los coches son blancos, el 22,3% son negros y el 18,4% son grises, por lo que seis de cada diez coches son de alguno de estos tres colores. El rojo apenas representa un 8,6% y el amarillo únicamente un 0,1%.
Con uno de los últimos tuits del escritor Wesley Chu queda todavía más claro que somos de ideas fijas, pese a los esfuerzos de las marcas por dar color al parque de automóviles. Chu ha publicado un gráfico con los colores de coches más populares entre los años 1990 y 2020.
Una vez más, el negro, el gris, el plata y el blanco ganan por goleada. Es más, a comienzos de los años 90 las paletas de colores de las marcas eran más limitadas, pero había mucha más variedad en las carreteras y, aunque los tonos dominantes seguían siendo los mismos, había muchos coches azules, verdes y rojos.
¿Nos falta personalidad? ¿O simplemente apostamos por lo seguro y descartamos colores de los que podríamos cansarnos más rápido? También hay que tener en cuenta el poder de las tendencias y que muchas veces las modas se anteponen a los gustos personales.
Solo hay que darse un paseo por cualquier ciudad europea y contar la cantidad de SUV compactos de color blanco que hay. Hay quien dirá que es el tono que mejor le sienta a su coche, pero es inevitable pensar en el peso que tienen las tendencias al tomar esta decisión cuando se compra el vehículo.