Ya puedes, pero todavía no es viable comprar un coche de hidrógeno o que una empresa tenga una flota de camiones de hidrógeno, pero cada vez tiene más protagonismo en la industria del automóvil y del transporte en general.
De un tiempo a esta parte, el vehículo eléctrico de batería ha dejado de ser la única opción de cara al futuro y el hidrógeno no deja de ganar terreno, tanto que los fabricantes están invirtiendo cifras millonarias en su desarrollo. Y hay una explicación.
El hidrógeno ha dejado de ser una utopía
El hidrógeno no es nuevo en la industria del automóvil. Fabricantes como BMW, Hyundai y Toyota llevan mucho tiempo dedicando una pequeña parte de sus recursos a investigarlo. Incluso se venden varios modelos de producción de hidrógeno, como el Toyota Mirai. Pero otras firmas se han mostrado reticentes al hidrógeno.
Hasta hace muy poco, parecía que los vehículos eléctricos de batería eran la única solución para el futuro. Por eso todas las compañías han apostado por esta tecnología, hasta el punto de que algunas que llevaban años invirtiendo en hidrógeno cambiaron de parecer y se centraron en los coches eléctricos de batería, como Honda.
Sin embargo, el panorama ha cambiado y los vehículos eléctricos de batería han dejado de ser la única opción de cara al futuro. Además de los combustibles sintéticos, ha ganado peso el hidrógeno.
No solo en la industria del automóvil con la pila de combustible y el motor de combustión de hidrógeno, sino en la del transporte en general, incluyendo camiones, maquinaria pesada y agrícola, trenes, barcos y aviones. También gana terreno en competición.
El desarrollo de vehículos eléctricos de batería continúa, pero cada vez más compañías incluyen el hidrógeno en sus planes de inversión. Lo cierto es que para aplicar esta energía al mundo del transporte todavía falta mucho camino por recorrer, al menos para aplicarla de forma viable, pero parece que todo el mundo está poniendo los cimientos para que esto suceda.
Y, desde luego, hemos dejado de pensar en un futuro de vehículos eléctricos de batería para mirar a un horizonte multienergía en el que podrían convivir varias tecnologías. Cada una de ellas podría ser la idónea para una aplicación determinada; por ejemplo, los vehículos eléctricos de batería para desplazamientos urbanos y la pila de combustible de hidrógeno para el transporte de mercancías por carretera.
La cuestión es que en estos últimos meses el hidrógeno ha dejado de ser una utopía. Los fabricantes están anunciando inversiones millonarias en hidrógeno, no solo los que ya lo hacían, sino empresas que ya habían sentenciado al hidrógeno, como Honda, y compañías que nunca habían incluido esta energía en sus planes.
También han nacido muchas start ups en todo el mundo que están presentando coches de pila de combustible e incluso modelos con cápsulas intercambiables de hidrógeno. También camiones con el apoyo de algunos países.
Como suele decirse coloquialmente, el hidrógeno “está en pañales”, por eso es pronto para hablar de una “ola del hidrógeno”, pero que los fabricantes inviertan tanto dinero en esta tecnología y que cada vez haya más empresas que lo hagan no es fruto de la casualidad. El hidrógeno está comenzando a ser una opción real de cara al futuro.
En paralelo, la Administración está recogiendo el guante de los fabricantes y también incluye el hidrógeno en sus planes. Hace unos días, el Parlamento Europeo aprobó un paquete de medidas para fomentar la adopción del coche eléctrico, pero también para ampliar el uso del hidrógeno.
Lo que comenzó siendo una propuesta del paquete “Fit for 55” de la Comisión Europea, ha terminado convirtiéndose en normativa: Europa deberá tener una estación de recarga para coches eléctricos cada 60 kilómetros a lo largo de las rutas principales y una hidrogenera cada 200 kilómetros.
Queda muchísimo camino por correr, desde dar con la forma de obtener hidrógeno verde mucho más barato, hasta encontrar la solución para repostarlo y almacenarlo de forma más eficiente, pasando por abaratar los costes de producción de la pila de combustible.
Sin embargo, poco a poco, las inversiones que están llevando a cabo cada vez más empresas empiezan a tener sentido, y más después de aprobarse la prohibición del coche de combustión en Europa a partir de 2035.
De ahí que grandes compañías como Bosch estén anunciando inversiones de miles de millones de euros en hidrógeno, de hecho, esta firma asegura que espera ganar 5.000 millones de euros con el hidrógeno en el año 2030. Parece que lo tiene todo muy claro.
Al mismo tiempo, estamos asistiendo a la creación de miles de puestos de trabajo en Europa gracias al hidrógeno. Y eso es algo que ya es una realidad. Compañías de la talla de Maersk y Cummins producirán hidrógeno verde, mientras que la mencionada Bosch asegura que 3.000 trabajadores de su plantilla ya se dedican al hidrógeno.
También forma parte de la realidad el extenso mapa de hidrogeneras que tienen países como Japón y Corea del Sur. Gracias a ello, los camiones de pila de combustible también empiezan a formar parte del futuro, como los que está desarrollando Honda con Isuzu, Nikola, Iveco, Hyundai, Mercedes-Benz o Toyota con Kenworth y VDL.
Más allá de la industria del camión, varias ciudades europeas ya tienen autobuses de hidrógeno, incluida Madrid. Stellantis ya vende furgonetas de hidrógeno, Ford las está probando, Honda planea fabricar maquinaria de construcción y agrícola de hidrógeno, y Bosch está trabajando en calderas industriales de hidrógeno.
También hay ferrys quemando hidrógeno líquido en Noruega y empresas como Airbus y Rolls-Royce que quieren hacer realidad el hidrógeno en la industria aeronáutica.
Con el auge del coche eléctrico, China está consiguiendo poner contra las cuerdas a Europa y al resto de occidente. Puede que con el hidrógeno, occidente tenga una oportunidad de recuperar el terreno perdido y vuelva a tomar la delantera en la industria del automóvil. No solo desarrollando vehículos de hidrógeno, sino produciéndolo.