Hay quien quiere llevar la minería al fondo marino para fabricar baterías de coches eléctricos. Francia y Alemania han dicho que no

Alemania ha pedido que se detenga el desarrollo de la industria minera de los fondos marinos, alegando que no se sabe lo suficiente sobre las posibles repercusiones de la extracción de metales para baterías en el lecho marino.

Los fabricantes de automóviles alemanes Volkswagen y BMW, por su parte, ya habían dicho que no comprarían metales extraídos del fondo marino. Y no son los únicos, Volvo, Samsung y hasta Google también se han comprometido a no comprar minerales procedentes de fondos marinos.

Alemania, cuarta economía del mundo, se une así a países como Nueva Zelanda y Francia para pedir que se detenga la exploración minera de los fondos marinos hasta que se realicen más investigaciones sobre los efectos que estas minas podrían tener sobre el medioambiente.

La decisión de Alemania llega en el momento en el que se está negociando en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) la normativa de explotación minera en aguas profundas.

La extracción de las tierras raras y otras materias primas ya es de por sí una actividad dañina para el medioambiente. Suelen ser minas en lugares áridos, y es una actividad que requiere ingentes cantidades de agua, o bien en zonas frágiles, como el ártico.

A ello, se añade también el dilema ético que supone usar materiales derivados de la explotación infantil y la guerra para fabricar "coches limpios", como es el caso del cobalto procedente en su gran mayoría de minas de la República Democrática del Congo.

Y con la industria que deberá , en principio, apostar únicamente por el coche eléctrico (los coches de gasolina que funcionen con carburantes sintéticos serán legales en Europa, pero habrá que ver el precio de ese carburante), la demanda de esos metales irán en aumento.

Los fondos marinos no se tocan

Las baterías de los coches que requieren, junto con las baterías de almacenamiento para la energía solar y eólica, han disparado la demanda de metales, llevando a las empresas mineras al fondo del mar en la búsqueda de esos metales que ya no encuentran en superficie y que, en la mayoría de los casos, acaban en manos de China.

Si a eso le añadimos la demanda que no decae de esos minerales para la electrónica de consumo, las empresas mineras aseguran que no tenemos otra opción: si queremos hacer la transición a la energía renovable, debemos sondear las profundidades del océano.

Una de las zonas más ricas en minerales es la falla Clarion-Clipperton. Tiene 7.240 kilómetros de longitud, recorre el fondo del Océano Pacífico y estaría repleta de níquel manganeso y cobalto. Pero también de un ecosistema del que apenas se conoce su funcionamiento.

Es en esa región que el Instituto Federal de Geociencias y Recursos Naturales (BGR) de Alemania tiene desde julio de 2006 un contrato de exploración de rocas ricas en manganeso que abarca 77.230 kilómetros cuadrados de lecho marino. El contrato, inicialmente por 15 años, se prorrogó el año pasado por otros cinco años.

Sin embargo, existen alternativas además del reciclaje de las baterías actuales. La primera de ellas es el uso de baterías de litio ferrofosfato, que carecen de los metales más raros y polémicos (níquel manganeso y cobalto), y son ampliamente usadas en China y en algunos modelos de Tesla.

Por otra parte, y se menciona poco, si bien la apuesta para el coche particular es el eléctrico de batería, en el transporte por carretera de media y larga distancia se apuesta por el camión eléctrico de pila de hidrógeno (fuel cell), con Hyundai y Volvo, entre otros, al frente.

En todo caso, las razones por las que no excavar los fondos marinos para esos minerales son varias. Por una parte, hay razones ecológicas, como explica Claes Eliasson de Volvo Trucks a The Guardian.

"La minería de aguas profundas en un entorno muy sensible no es una buena idea hasta que la ciencia haya dado con una buena forma de hacerlo. Todavía no estamos ahí".

También está la opacidad de una extracción en fondos marinos profundos. Una mina en tierra, al menos, se puede inspeccionar con más facilidad que una submarina, recuerdan desde BMW.

Y en caso de desastre ecológico, sería una pesadilla en imagen de marca para el fabricante que haya comprado materias primas de esas minas. Una pesadilla que podría costarle miles de millones en futuros juicios, ventas y mala publicidad.

Foto | Alejandro Muñoz Cabrisas

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