El otro día fui a preparar una lubina para meterla en el horno y al abrirla vi que tenía un trozo de plástico azul dentro. Pensé que al menos este lo había podido quitar a tiempo y me pregunté la cantidad de plástico microscópico que habré ingerido a lo largo de mi vida. Uno de los mayores problemas ecológicos que enfrentamos es el plástico: el mundo produce 430 millones de toneladas métricas cada año y ya inunda mares, ríos y hasta el espacio.
Las empresas interesadas, como las de combustibles fósiles y las químicas nos cuentan que está bien, que la solución está en el reciclaje. En concreto, un tipo de reciclaje avanzado conocido como pirólisis que utiliza calor para romper el plástico y que promete una "vida circular" para esa caja de plástico que acabas de tirar y que contenía un kiwi. Pero nada de lo que hagamos será suficiente.
El "plástico circular" que no es tal cosa
Lisa Song, periodista medioambiental y ganadora de un premio Pulitzer, ha llevado a cabo una investigación en ProPublica acerca de esta forma de reciclar que petroleras como Exxon Mobil llaman "reciclaje avanzado" para lograr la "circularidad de los plástico". Para reciclar a partir de pirólisis los residuos se calientan hasta que se convierten en aceite. Parte de ese aceite está compuesto por un líquido llamado nafta, esencial para fabricar plástico. Hay dos ingredientes en la nafta que los recicladores quieren aislar: propileno y etileno, gases que pueden convertirse en plásticos sólidos.
Para dividir la nafta en diferentes productos químicos se introduce en una máquina llamada craqueador de vapor; menos de la mitad de lo que escupe se convierte en propileno y etileno. "Esto significa que si un operador de pirólisis comenzó con 45 kilos de desechos plásticos, puede esperar terminar con entre 6 y 9 de plástico reutilizable".
Es "muy, muy, muy, muy difícil" descomponer el plástico de esa manera, explica a Song Steve Jenkins, vicepresidente de consultoría química de Wood Mackenzie, una firma de análisis de energía y recursos. Según los expertos consultados, el proceso puede producir incluso menos si el plástico utilizado está sucio o si la tecnología es particularmente avanzada. Además, el plástico que sale de la pirólisis contiene muy poco material reciclado.
Con el reciclaje mecánico, detalla Song, es difícil fabricar plástico que sea 100% reciclado; es caro de hacer y el proceso degrada el plástico. Los pellets reciclados a menudo se combinan con pellets nuevos para fabricar productos que se reciclan en un 25% o 50%, por ejemplo y depende en gran medida de la extracción de combustibles fósiles. Al menos el 90% de la nafta utilizada en la pirólisis es nafta de combustibles fósiles. Sólo entonces se puede verter en el craqueador de vapor para separar los químicos que forman el plástico.
"Entonces, al final del día, nada de lo que sale físicamente de la pirólisis contiene más del 10% de material reciclado (aunque los expertos y los estudios han demostrado que, en la práctica, es más bien un 5% o un 2%)", detalla la investigación. Es decir, es casi imposible que esas 430 millones de toneladas métricas que se fabrican cada año puedan tener una vida 'infinita', pero por alguna razón nos hace sentir bien comprar una manzana envuelta en plástico, guardarla en nuestra bolsa de tela y tirar el envoltorio en el contenedor amarillo.
A pesar de ello la UE va a financiar con 40 millones de euros una planta piloto de reciclaje químico en Wesseling, Alemania, de la empresa química LyondellBasel. El plan es que entre en funcionamiento en 2026.
En resumen: o dejamos de comprar fruta plastificada o nos resignamos a comer en el pescado algún que otro plástico (muy) de vez en cuando, porque el reciclaje no hace milagros.