El carbonato de litio, uno de los materiales imprescindibles para fabricar las baterías de los coches eléctricos hoy en día, sigue la frenética escalada de precios con la que comenzó 2020. Superando todas las predicciones ya ha llegado a costar un 900 % de lo que costaba hace apenas dos años, y no parece que vaya a tocar techo todavía.
A diferencia de lo que sucede con otras materias primas como el cobalto o el níquel, el problema del litio no es su escasez… sino las dificultades que está atravesando su producción y refinado (que se llevan a cabo fundamentalmente en China). En 2020 se pagaba la tonelada a 6.800 dólares, pero dos años después, ya roza los 80.000 dólares.
Si a esta circunstancia le sumamos factores como una demanda en aumento por parte de los fabricantes de coches en plena transición hacia el coche eléctrico y el contexto de crisis global, tenemos como resultado un precio de las baterías en aumento, y por tanto, el precio final del coche también.
Cómo afecta el precio del litio al precio final de un coche eléctrico
Según los datos publicados por el CEO de Benchmark Mineral Intelligence (la mayor agencia de informes de precios regulada por la Organización Internacional de Comisiones de Valores, especializada en la cadena de suministro del litio), Simon Moores, casi el 80% de las baterías litio de todo el mundo se fabrican en China desde hace una década.
Aunque esta tendencia ha empezado a cambiar ligeramente, y muchos de los principales fabricantes de coches a nivel mundial (desde Ford hasta Stellantis, pasando por Mercedes-Benz o Volkswagenentre otros) han intensificado la competencia por el litio para asegurarse su propio suministro, el proceso para invertir la balanza será lento (y previsiblemente costoso).
Mientras tanto, importar de China una materia prima crítica en momentos de gran tensión en la cadena de suministro como los que vivimos en la actualidad repercute directamente en su precio y hace a los fabricantes muy dependientes.
El litio está presente en pequeñas cantidades tanto en los ánodos como en los cátodos de las celdas que componen la batería, aunque el coste de esta y otras materias primas equivale a más del 80 % del coste final de una batería de iones de litio (el cátodo la parte más cara).
Como muestra el gráfico de Benchmark con los porcentajes de variación de precios en las materias primas necesarias para las baterías desde 2020 hasta ahora, la variación del litio es brutal.
De cara al comprador final del coche eléctrico las consecuencias son nefastas, pues el encarecimiento de los materiales con los que se fabrican los coches eléctricos inevitablemente va a tener un impacto directo en el coste de fabricación de los coches. Y el consumidor final es el que paga la factura.
La tormenta perfecta… ¿e interminable?
La caída de las ventas de eléctricos en el segundo semestre de 2019 en China, (el mercado más grande de vehículos eléctricos), y una reducción global en las ventas causada la pandemia ocasionada por el COVID-19 desaceleraron el crecimiento de la demanda de litio, lo que afectó la demanda tanto de baterías como de aplicaciones industriales.
Sin embargo, en la actualidad los escenarios a largo plazo muestran un fuerte crecimiento de la demanda de litio durante la próxima década: las ventas de eléctricos en China muestran signos de recuperación desde el pasado mes de junio, y según los expertos, la demanda de baterías de iones de litio está en camino de crecer un 36 % este año a 610 GWh.
Moores llegó a decir en su Twitter que "si los fabricantes no logran controlar esto pronto... los precios de las materias primas seguirán subiendo", pues el CEO considera que las extracciones sin minas activas no son suficientes, y más teniendo en cuenta que cada mina de litio puede tardar entre 7 y 10 años en entrar en funcionamiento.
Según Benchmark, hay muy poca capacidad adicional de producción de litio antes de finales de 2023 y principios de 2024, y muchos proyectos se están retrasando por la sequía sin precedentes que está viviendo China.
A más largo plazo, y según las estimaciones, es probable que el mercado del litio se vuelva más equilibrado alrededor de 2026, lo que empujará por fin los precios a niveles más estables.
Así, la industria se enfrenta a una década de cambios necesarios y urgentes: no solo hacen falta más regiones productoras para cumplir con la demanda y superar las limitaciones estructurales que enfrenta la industria.
Con unos precios tan sumamente elevados, sin previsiones de producción y peor aún, sin soluciones efectivas de reciclaje, las necesidades del coche eléctrico están tensionando su propio futuro y las alternativas son pocas, o más bien inexistentes: la solución ideal pasaría por reducir la dependencia del litio. La realidad es otra cosa.