China, un país que empezó a otorgar ayudas a la compra de coches eléctricos en 2009, ha visto cómo el modelo de incentivos ha catapultado la venta de estos vehículos hasta el punto de tener que dar marcha atrás debido al alto coste.
Pero la pandemia obligó al país a posponer sus planes y ahora ha decidido extender, por tercera vez, la exención de impuestos a la compra hasta finales de 2023.
Según recoge Reuters, los recortes de impuestos alcanzarán un valor de 100.000 millones de yuanes; el equivalente a unos 15.000 millones de euros. Es la tercera vez que China decide extender esta política de exención de impuestos para los coches eléctricos: la primera vez fue en 2014, después en 2017 y la última ahora.
Para hacernos una idea del poder de estímulo que suponen estas medidas, en 2014 se vendieron en China 75.000 vehículos electrificados (esto incluye eléctricos puros, híbridos enchufables y de pila de combustible); una cifra que ha llegado a los 3,5 millones en 2021.
El país quiere retirar gradualmente las ayudas a la compra para hacer este mercado más independiente, pero sigue invirtiendo en rebajas fiscales para estimularlo y sobre todo estabilizarlo tras el golpe que ha supuesto la pandemia.
De hecho, el principio del fin de las ayudas ya está pasando en Europa.
Noruega está viendo los peligros de sobreincentivar al coche eléctrico, mientras que Alemania ya tiene un plan para dejar de subvencionar los híbridos enchufables.
Solo en el primer semestre de 2022, China ha registrado 2,2 millones de vehículos electrificados, contabilizándose un total de 10 millones en su parque móvil.
En este escenario, la provincia más meridional de China, Hainan, se ha propuesto 2030 como el año en el que prohibirá la venta de nuevos vehículos de combustión interna.
Se convierte así en la primera provincia china en dar el paso.