Cuando un aficionado a la Fórmula 1 va cogiendo años de experiencia siguiendo la competición se va dando cuenta de una cosa: la Fórmula 1 vive constantemente añorando su pasado y buscando soluciones para sus problemas del pasado, hasta que esas soluciones convierten el presente en pasado y entonces se le empieza a añorar.
En esa batalla por encontrar, y solucionar, los problemas del presente la Fórmula 1 va a acometer un cambio de reglamento técnico en 2022. Cambia radicalmente la aerodinámica, y además ya hay un plan para cambiar también los motores en 2025. Pero parece que nadie repara en algo simple y fundamental: ¡los coches son demasiado grandes!
En 2022 los Fórmula 1 seguirán en más de cinco metros de largo y suben de peso
Si echamos un vistazo a la evolución del tamaño de los coches de Fórmula 1 la conclusión se saca rápidamente, empezando por el mítico Alfetta que dominó los primeros años de la competición. Aquellos Alfa Romeo 158/159 medían 4.293 mm de largo, es decir, poco más de cuatro metros. Pesaba 630 kilos en su primera versión y 710 en la segunda.
A partir de ahí vinieron unos años en los que la tecnología se fue puliendo y los coches no solo adelgazaron, sino que también encogieron. Una década después los coches no superaban los cuatro metros de largo, con el Porsche 804 de 1962 como mejor ejemplo: llegó a medir solo 3.600 mm de largo y a pesar 455 kilos.
Pero a partir de ahí los monoplazas volvieron a engordar. La batalla tecnológica dejó de consistir en pulir lo que hay para convertirse en encontrar cosas nuevas que incorporar a los coches. El mítico Lotus 72 que reinó en la primera década de los '70 ya medía 4.191 mm de largo y pesaba más de 600 kilos de nuevo.
Con la llegada de la primera era turbo, allá por los '80, se mantuvieron las dimensiones pero el peso se redujo drásticamente en torno a los 500 kilos. Hubo quien incluso bajó de esa barrera, como el Williams FW07 en su última versión, pero fue la última vez que las dimensiones de los monoplazas bajaron significativamente en algo.
Esta estabilidad se mantuvo hasta la que para muchos fue la era dorada de la Fórmula 1, la de finales de los '80 y principios de los '90, cuando Ayrton Senna, Nelson Piquet, Alain Prost, Nigel Mansell y Michael Schumacher luchaban por los títulos mundiales. Los coches seguían en unos buenos cuatro metros de largo y 500 kilos de peso.
La trágica muerte de Ayrton Senna en Imola en 1994 lo cambió todo. Las medidas de seguridad implantadas en los monoplazas inevitablemente aumentaron su tamaño. En 1998, solo cuatro años después del accidente de Senna, los coches ya habían pasado los cuatro metros y medio de largo y pesaban 600 kilos. Y era solo el principio.
Los diferentes cambios de reglamentos y el aumento de la seguridad de los monoplazas han llevado al panorama actual: en 2021 un coche de Fórmula 1 mide cinco metros y medio de largo y pesa 752 kilos. 5.410 mm que han cambiado por completo no solo la forma de pilotar los coches, sino también las características de algunos circuitos.
Cuando se habla de los monoplazas de 2022 se glorifican las supuestas ventajas aerodinámicas que la Fórmula 1 busca para hacer más reñida la competición, pero se obvia que los monoplazas van a subir hasta los 790 kilos en seco. Añadamos 100 kilos más de combustible para la salida y tendremos auténtico tanques. Y el tamaño se mantiene.
El estilo de pilotaje ha cambiado mucho en una década
El incremento radical del tamaño de los monoplazas ha convertido a los coches de Fórmula 1 en berlinas, y la forma de pilotarlos, especialmente en la entrada en curva, se asemeja más a la de alguien que está conduciendo un autobús que a la de un piloto de un coche deportivo. Las secuencias son totalmente diferentes.
Si echamos la vista dos décadas atrás, o incluso solo una, la forma de atacar una curva era totalmente diferente. Apurar la frenada atacando con agresividad el vértice de la curva era la opción más rápida y, de paso, la más espectacular. Transmitía la sensación de que los pilotos iban realmente al límite.
Ahora en muchos casos es más rentable redondear la curva. No es tan necesario apurar el vértice, sino salir con una buena velocidad de la curva. Poner el coche recto lo antes posible. Frenar, girar y acelerar. Las tres fases quedan bien marcadas y son fácilmente diferenciables, a diferencia de antaño.
Se han quejado en más de una ocasión los pilotos de que, teniendo los coches más rápidos de la historia, la sensación de pilotaje al límite vista desde fuera no existe. Gran culpa es de una realización televisiva muy mejorable, y en la que Liberty Media ya está trabajando, pero la forma de pilotar estos nuevos coches de Fórmula 1 no ayuda.
Circuitos clásicos como Mónaco, Imola o Spa sufren en esta nueva Fórmula 1
Pero además de al modo de pilotaje, el aumento de tamaño de los nuevos coches de Fórmula 1 también está afectando a otra cosa: los circuitos. Los coches crecen pero la longitud de los trazados se mantiene. Junto al cambio del estilo de pilotaje estamos viendo como algunos circuitos míticos se caen en espectáculo.
El mejor ejemplo es Mónaco. Eso de que allí es imposible adelantar era una exageración histórica que, ahora sí, se ha convertido en realidad. Con un coche de cinco metros y medio de largo es imposible adelantar por las calles de Montecarlo, y eso ha convertido a los Grandes Premios de Mónaco en las carreras más aburridas de cada temporada.
Ya nadie arriesga en carrera porque adelantar es realmente imposible. Los que salen en la pole se limitan a ir lo más lento posible para que el pelotón se mantenga agrupado y nadie tenga hueco para hacer un undercut. Literalmente, ganar una carrera en Mónaco se ha convertido en ir lo más lento posible.
Aunque es el caso más claro, no es el único ejemplo. Para que Imola volviese a la Fórmula 1 hubo que quitarle la variante Bassa para que los coches tuviesen alguna recta en la que correr y adelantar. Muchos trazados clásicos se han quedado estrechos para coches que además miden dos metros de ancho. Hasta Spa-Francorchamps ahora es aburrido.
El nuevo paradigma de circuito para estos coches de Fórmula 1 es Bakú. Rectas largas, curvas de 90º, muros cerca y una zona revirada que haga imposible reglar bien el coche. Los pilotos nunca van a gusto, se dan contra los muros y hay muchas neutralizaciones. De eso va la Fórmula 1 con estos monoplazas.
Y, aún así, tampoco es un plan despreciable. En cierto modo, no difiere mucho de algunos ruteros de la IndyCar, la categoría del automovilismo que prima el espectáculo sobre todo. El gran problema es que la Fórmula 1 no tiene un plan. No va a elegir los circuitos que mejor le vengan al espectáculo sino los que más dinero pongan, y ahí está Zandvoort para demostrarlo.
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