Como cada año, desde hace unos cuantos, el DTM volvía a ser una lucha mano a mano entre Mercedes y Audi. La marca de Ingolstadt partía en 2008 como máxima candidata a revalidar el título y tanto los tests de pretemporada como el comienzo de la misma parecían refrendar esa candidatura.
Pero claro está, Mercedes no iba a dar su brazo a torcer tan pronto. La marca de la estrella rápidamente despertó de su supuesto letargo para golpear tan fuerte, o más, como lo había hecho su máximo, y único, rival. Entre los candidatos, los de siempre. Los cuatro pilotos oficiales de cada marca partían como los máximos candidatos.
Nada más y nada menos que ocho candidatos. Martin Tomczyk, Mattias Ekström, Tom Kristensen y Timo Scheider por Audi y Bernd Schneider, Paul Di Resta, Jamie Green y Bruno Spengler por Mercedes. Demasiados gallos para un mismo corral. El resto, aspirantes a cazar puntos o incluso algún podio. Aunque decir eso de Gary Paffet pueda ser demasiado. Entre los nuevos, dos ex-F1. El hermanísimo Ralf Schumacher y Christijan Albers. Pero de entre todos, el bicampeón Mattias Ekström, sobresalía y era de nuevo la máxima esperanza de Audi.
Pronto en la temporada las cosas fueron quedando claras. Ekströn se veía superado por su compañero Scheider. Mientras que Mercedes contaba con Paul di Resta y Jamie Green. El escocés fue una de las más gratas sensaciones del campeonato. Su lucha con Timo Scheider fue sin lugar a dudas lo mejor de la temporada. Que el título se decidiera en la última carrera lo dice casi todo. Y que Scheider ganara esa carrera y Di Resta quedara segundo...el resto.
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