Para el ex piloto francés, el circuito de Mónaco representa un desafío en términos de control ya que la proximidad de las barreras no deja margen para excesos. En todo momento, la concentración debe ser máxima, ni un segundo de tranquilidad porque el circuito no perdona errores y tal situación suele agregar más presión a los pilotos impacientes.
Tambay, quien ahora se desempeña como comentarista de Fórmula 1, rememoró sus andanzas tras el volante, enfrentando el atípico trazado monegasco. Si los fanáticos están al borde de sus asientos observando la transmisión desde las cámaras on board, habrá que imaginarse al piloto intentando dominar sus reflejos y sus nervios mientras hace lo posible por correr sin estrellarse a través de unas calles tortuosas, estrechas y plagadas de baches.
Cuando se fijan en las cámaras on board, es una locura tanta tensión nerviosa. Pilotar en Mónaco es como mirar por el cañón de una pistola. En una fracción de segundo levantas la cabeza y resulta que chocaste contra algo. Hay muchos obstáculos y hay que saltar a cada rato. El piloto debe estar completamente desconectado del mundo debe actuar de modo automático todo el tiempo. Los reflejos deben ser perfectos para coordinar la acción y la reacción.Vía | toilef1