Después de lo vivido en Silverstone, no estuvo nada mal tener una carrera como la del domingo tan sólo siete días después. La batalla estratégica que libraron Vettel, Raikkonen, Grosjean y Alonso al final de la carrera fue de esas que hacen que me guste tanto este deporte, y mantuvo la emoción hasta el mismísimo banderazo.
Pero esa batalla final empezó el sábado. Para ser más exactos, la inició Ferrari clasificando en Q3 con las gomas medias, mientras sus rivales directos lo hicieron todos con blandas. Con la elevada temperatura que se esperaba para el domingo, las previsiones más optimistas daban 10 vueltas de duración al neumático blando en el primer stint de carrera, y esa sería la oportunidad que aprovecharía Ferrari para ponerse líder.
Enseguida quedó bastante claro que Mercedes no iba a ser rival para la victoria en esta carrera, pues con las altas temperaturas regresaron sus problemas de neumáticos. Según Ross Brawn, el hecho que Pirelli vetara el intercambio de las gomas de lado también fue determinante para el empeoramiento respecto a las últimas carreras. Pero el lugar de Mercedes lo ocupó Lotus, que tras unas semanas sin destacar, volvió a mostrar un ritmo amenazador.
La carrera fue realmente dos partes de unas 30 vueltas cada una, separadas por un periodo de Safety Car. En la primera parte, sorprendió especialmente ver como tras conseguir alargar 13 vueltas el stint con las blandas, Romain Grosjean presentaba su candidatura a la victoria con, además, un muy buen ritmo con el juego de medias con el que le lucharía la posición a Vettel. Quedaba aún mucha carrera, pero la sensación era que el francés lo podía tener en su mano si el ritmo acompañaba, como parecía que así era. Pero entonces, salió el Safety Car, y la ventaja estratégica de Grosjean se neutralizó.
Al que no le vino nada mal la salida del Safety Car fue a Fernando Alonso. No porque le beneficiara especialmente, pero le permitió poner un pequeño parche al error estratégico cometido por Ferrari al llamarle a boxes tan pronto con su primer juego de medios. En Ferrari se asegura que leyeron que el neumático empezaba a decaer, pero Alonso venía rodando con un ritmo muy estable en 1.39.3-1.39.4. Desde mi punto de vista, el muro de Ferrari se precipitó. Por suerte, el Safety Car permitió que ese error no condicionara el resto de carrera, pues todos los pilotos que se iban a jugar la victoria (Vettel, Raikkonen, Grosjean y Alonso) montaron un juego de medios en la vuelta 24, aprovechando la presencia del Safety Car.
Lucha estratégica por la victoria
Cuando el coche de seguridad abandonó la pista, quedaban 31 vueltas por delante que se convertirían en una lucha estratégica preciosa. De los 4 pilotos, el único que estaba claro que debía parar necesariamente era Fernando Alonso, pues aún no había utilizado su juego nuevo de blandos, que reservaba para un último stint corto en el que esperaba poder rodar significativamente más rápido que el resto. Lo que iban a hacer Vettel y los Lotus, era una incógnita, aunque parecía lógico un ataque por varios bandos de Raikkonen y Grosejan a Vettel. Aunque el alemán respondió soberbiamente a todos ellos, logrando una muy trabajada victoria en casa.
Fue Lotus quien atacó primero, como era de esperar, llamando a boxes a Romain Grosjean en la vuelta 40. Este movimiento forzó a Sebastian Vettel a entrar en la vuelta siguiente para protegerse de un adelantamiento estratégico de Grosejan. Pero claro, la ventaja de tener dos coches para luchar una victoria, es que Kimi Raikkonen se quedó en cabeza con una parada menos, seguido de Fernando Alonso, que tenía que para sí o sí.
Con el paso de las vueltas, parecía cada vez más evidente que Raikkonen se la jugaba a no volver a parar. Opción absolutamente lógica considerando lo bien que tratan las gomas los Lotus, y sabiendo que el margen con Vettel tras la parada del alemán era considerable. Al fin y al cabo, las medias de Kimi llevaban encima un stint de 25 vueltas (5 ellas bajo Safety Car), y faltaban 11 cuando se decidió parar. Si alguien podía haber seguido sin parar con buen resultado, ese era un Lotus. De hecho, tanto Pérez como Di Resta lograron acabar la carrera con las medias que montaron durante el Safety Car sin bajones dramáticos de rendimiento.
Pero a Lotus se le apareció el fantasma de Shanghai 2012, y no se atrevieron a tener que afrontar una caída de las gomas de Kimi en las últimas vueltas. Creo que la decisión de meterlo a boxes fue más miedo que otra cosa. Vettel hubiera necesitado recortarle 1,21 segundos por vuelta y adelantarlo luego, para robarle esa victoria. Desde luego parecía difícil, viendo que con las gomas frescas, Vettel estaba recortando del orden de medio segundo por vuelta solamente. A Lotus le pareció más factible que Raikkonen le recuperara a Vettel unas 6 décimas por vuelta (pasando a Grosjean de por medio) con un juego de blandas ¡usado! Prefirieron perseguir a ser perseguidos, y la jugada casi sale bien, pero se quedaron a las puertas de la victoria. Otra vez.
Con la parada de Kimi Raikkonen, Fernando Alonso podía tener una mínima esperanza de victoria, que pasaba por que la apuesta de las blandas nuevas para esas últimas 10 vueltas funcionara de forma óptima, pudiendo recortar alrededor de 1 segundo por vuelta (y teniendo que adelantar a 3 pilotos, por eso). Pero nada, en 3-4 vueltas se vio claro que ni por asomo iba a ser posible. Tampoco Ferrari tuvo ritmo en todo el fin de semana como para luchar esta victoria.
Sin olvidarme de las buenas carreras de los dos McLaren con estrategias conservadoras o de la remontada de Mark Webber (aunque con unas vueltas desdoblándose durante el Safety Car ilegalmente rápidas), que hubiera estado luchando por ganar seguro sin su problema en el pit-stop, nos leemos después del Gran Premio de Hungría por aquí, o durante la espera (toca 3 semanas) en mi twitter (@smarcusf1).