El paso de Lotus por las IndyCar Series está a punto de convertirse en uno de los mayores fracasos de la historia del automovilismo. La marca británico quiso aprovechar la llegada de los nuevos motores V6 Turbo para competir con rivales de la talla de Honda y Chevrolet pero según pasan las carreras, el proyecto se viene abajo como un castillo de naipes.
Los motores Lotus, desarrollados por Judd, comenzaron la temporada con graves problemas de fiabilidad y una preocupante falta de potencia. Tanto es así que según avanzaban las carreras, los equipos que habían confiado en Lotus decidían pasarse a la competencia. El punto álgido llego en las 500 millas de Indianápolis cuando los dos único monoplazas presenten en pista con un propulsor Lotus (la habitual Simona de Silvestro y la entra para esa única carrera, Jean Alesi) veían la bandera negra por ser excesivamente lentos en la pista. Todo un síntoma de que las cosas no iban nada bien.
En las últimas carreras, Toronto, Edmonton y Mid-Ohio, el motor ha recibido mejoras. Pero de poco o nada sirven si se confirma que Lotus no garantiza su presencia en las IndyCar Series la próxima temporada. La llegada de unos nuevos propietarios hace que, a día de hoy, el programa esté en el limbo. Son muchos los frentes abiertos por Lotus y alguno de ellos tendrá que decir adiós.
Desde la organización se limitan a recordar que Lotus tiene un contrato firmado con las IndyCar Series por cinco años. Por ello, si se quieren marchar de la categoría primero tendrán que negociar con ellos y por el momento no ha habido ningún tipo de encuentro entre las partes. De aquí a final de temporada, Lotus se concentrará en HVM, el único equipo que mantiene el propulsor británico en su Dallara DW12.