Tenemos un impass de tres semanas hasta que llegue nuestro querido Gran Premio de Bélgica en Spa-Francorchamps. Aparte de ser uno de los mejores circuitos del mundo desde casi todos los puntos de vista, el Gran Premio suele celebrarse en las cercanías de mi cumpleaños (si no cuadra justo el día, lo que ya es increíble) y lo considero un regalo más. Mientras esperamos esas fechas hablaremos de muchas cosas aquí, repasando lo que da de si la temporada, o retomando temas como los test de las escuderías. Los tests dentro de la temporada.
Para mí es un tema tedioso de explicar, pero una vez explicado surgen muchas preguntas. Para resumir la primera parte, el debate está en si se permite que los equipos hagan tests dentro de la temporada, como hace años cuando los coches rodaban más fuera de Gran Premio que dentro, o bien si dejamos las cosas como están y se desarrollan más y más los simuladores. Esto último no estaría nada mal, pero la pregunta clave es, ¿qué pasa con los jóvenes probadores/reserva/terceros pilotos?
En Canadá vimos cómo a Esteban Gutiérrez lo dejaban sentadito viendo el Gran Premio por la tele mientras un extraño, Pedro de la Rosa, probador de McLaren se sentaba en su asiento. Así de claro, desde siempre el asiento del coche que se queda libre por baja de un piloto titular pasa al piloto reserva y probador. Pero, ¿qué pasa en 2011? Que el piloto probador y reserva tiene 19 años y cero kilómetros (o aproximadamente cero) y una escudería con dos dedos de frente no va a subir a semejante novato (con todo el respeto, además de bastante envidia por estar ahí) a un coche que vale una millonada.
Entonces es mejor pedir el favor de que un trabajador de otra empresa se suba a tu coche y haga una carrera que será difícil, que pasarle la tarea a Gutiérrez. Es verdad que llovía como el demonio y vimos todos que no fue una carrera para nada fácil, pero ser piloto es lo que tiene, no puedes elegir el tiempo. ¿A dónde nos lleva esto? A que el hecho de no tener tests durante la temporada hace que sean más valiosos los “pilotos viejos”, porque son los que tienen kilómetros acumulados, a que los pilotos jóvenes rueden menos (porque el desarrollo depende de los escasos momentos de rodaje de los viernes y de la escueta pretemporada) y a que valgan menos, o se suban a un F1 sin haber rodado (caso Jaime Alguesuari).
Llamadme viejo o carcamal (¡viejo!), pero subir a un F1 un piloto para el que su primer kilómetro es el viernes de su primer Gran Premio es, a elegir: una locura, un riesgo económico brutal o por el lado positivo, el indicador de que el piloto es brillante hasta decir basta. También está la posibilidad de que hoy en día, un monoplaza de Formula 1 lo pueda conducir cualquiera, pero me callo esa posibilidad. O no.
Por eso digo que es la pescadilla que se muerde la cola. Se ajustan costes (los kilómetros de tests seguramente se hayan reducido a la décima parte de media en todos los equipos con posibles), se igualan posibilidades (nadie puede hacer más de X kilómetros por pretemporada) y los pilotos aspirantes tienen los famosos 3 días para demostrarlo todo. Entonces los pilotos jóvenes cada vez estarán menos formados, los pilotos veteranos cada vez serán más apreciados y la Formula 1… ¿envejecerá? Fijémonos además en que muchos pilotos jóvenes se han formado en las carreras directamente: Hamilton y Vettel son ejemplos en la frontera con lo que digo, Alguersuari es el mejor representante de estos pilotos formados en la guerra, y Esteban Gutiérrez es un representante del futuro.
Creo que hay un término medio, siempre. No hay que elegir entre que escuderías como Ferrari tuviesen carta blanca de kilómetros dónde y cuándo quisieran, pero tampoco hay que irse al otro extremo, el de que los pilotos reserva se sienten en un rincón dentro del box para ver como un extraño usa su coche. Hay término medio. Lo próximo será ver cómo una escudería deja uno de sus monoplazas en el garaje porque un piloto titular causa baja y su piloto de reserva no tiene kilómetros, mientras que nadie ajeno a la escudería quiere o puede subirse. Ya sería un chiste en condiciones.