Pocas veces antes había oído nombrar tantas veces la palabra suerte a los pilotos tras un Gran Premio de Fórmula Uno. Y lo cierto es que la caótica carrera que vivimos ayer en Montreal se convirtió, como muy acertadamente la calificó Fernando Alonso, en una lotería.
Y como siempre sucede con los juegos de azar, hay unos que son agraciados por la fortuna y otros que se quedan a dos velas. Entre los afortunados, por supuesto el primero Robert Kubica, que puede darle gracias a la suerte y también a las medidas de seguridad que hoy reinan en la F1por haber saldado con lesiones sin importancia un terrible accidente.
Pero al margen de lo sucedido con Kubica, y centrándonos en la competición, el premio gordo de la lotería de Canadá fue para Hamilton. El segundo premio para Heidfeld, el tercero para Wurz y la pedrea para Kovalainen y Sato... Todos ellos, sin lugar a dudas, se vieron favorecidos por los avatares de una carrera en la que el coche de seguridad entró hasta en cuatro ocasiones tras múltiples incidentes. De hecho, Hamilton y Heidfeld fueron los dos únicos pilotos que se libraron y que acabaron la carrera sin verse involucrados en ningún incidente. Lógicamente acabaron primero y segundo.
Alex Wurz y Heikki Kovalainen firmaron sus mejores resultados en la Fórmula Uno en una carrera en la que tomaban la salida desde la 19ª y 22ª posición. Su actuación fue muy buena, nadie puede discutirlo, pero aunque la suerte hay que buscarla, sin ella ayer no hubiera podido ocupar esas posiciones de privilegio.
Tres cuartos de lo mismo podemos decir de Takuma Sato, que también logró un inesperado y excelente sexto puesto. Sin embargo, en el caso del japonés de Super Aguri, hay que reconocer que al margen del loco desarrollo de la carrera, también tuvo mucho que ver la estrategia de su equipo, que reservó para él un juego de neumáticos duros para el último tramo de la prueba. Y por supuesto también su valentía al adelantar en las últimas vueltas a Ralf Schumacher y al Campeón del Mundo, Fernando Alonso.
Por cierto, Alonso fue ayer de los que se quedaron a dos velas. Si seguimos con el símil de la loteria, al asturiano ayer no le tocó ni el reintegro. Es más, le tocó la peor parte y la fortuna le dio la espalda con crueldad. Esperemos que ayer el Campeón del Mundo agotara toda la cuota de mala suerte que podía tocarle este año.