Esta vez la lluvia no se alió con Fernando Alonso. El piloto español había pedido que lloviera tras finalizar séptimo ayer la sesión de calificación, y ciertamente ha llovido, pero no cómo y cuándo al piloto español le ha interesado.
Un asfalto mojado, y más el de Mónaco, es una ruleta rusa para cualquier piloto y hoy el asturiano no ha tenido fortuna. Ni él con su pilotaje, ni tampoco el ya famoso servicio meteorológico de Renault, que se ha dejado llevar por una previsión de lluvia que no ha llegado. Alonso ha colocado neumáticos de lluvia extrema fiándose de esa previsión, y eso ha arruinado su carrera.
"Arriesgué en todos los momentos y me ha salido mal. Teníamos previsión de lluvia por lo que pusimos ruedas extremas, pero tuvimos la mala suerte de que se empezó a secar la pista y fue aún peor", se lamentaba Alonso, que también había sido de los primeros en probar las protecciones del circuito dañando una de sus ruedas y viéndose obligado a entrar en boxes. Eso sí, al dos veces Campeón del Mundo no se le puede acusar de no haber arriesgado. En la salida, con el asfalto mojado, adelantaba a Rosberg y se situaba quinto, y después, ya con gomas de lluvia extrema, adelantaba a Webber y acosaba a Heidfeld. Quizás, pecando de excesivo optimismo, intentaba superar al alemán en Loews, y ahí se acababa todo para los dos.
Ya lo había advertido el propio Alonso. "No tengo nada que perder y arriesgaré". Y lo ha hecho, pero sin suerte y sin el acierto que suele acompañarle sobre mojado. "No nos salió bien", reconocía el asturiano, que hoy ha dejado escapar una buena oportunidad de acercarse al podio.
Quizás, y viendo el escaso potencial del Renault, de las pocas que podía tener este año. Lo único que se me ocurre ahora es desear que el asturiano pueda volver el año que viene a este circuito sin la necesidad imperiosa de arriesgar, es decir, con un coche competitivo...