La semana previa al Rallye de Alsacia ya comenté en mi twitter personal y en la previa de la prueba que este para mí era sobre el papel la mejor cita de la temporada. La última vez de Loeb y Elena, la posibilidad de conseguir el campeonato y de quitarse la espinita para Sébastien Ogier, además con los Dani Sordo, Thierry Neuville y Jari-Matti Latvala deseando sacar la cabeza y decir un “aquí estoy, esto no es un Seb vs Seb”.
Y así fue. Hasta cinco pilotos lideraron la cita gala, todos ellos demostrando ser capaces de plantar cara a cualquiera de los dos Sébastien. El rally pasaba de ser un mano a mano, a una partida de póker a cinco bandas. Neuville tenía la mano más fuerte, pero finalmente su exceso de fogosidad lo pagó con un trompo producido por un pinchazo al cortar demasiado un bordillo.
Las condiciones esta vez tampoco favorecieron a los pilotos de Citroën. Loeb se salía por entrar demasiado rápido en una curva con agua, mientras que a Sordo el hecho de abrir pista le perjudico en algunas décimas que se unieron a su falta de confianza ante los ataques del intratable Ogier. El más apagado de los cinco finalmente fue Latvala, precisamente el que menos acostumbrado nos tiene a dicha faceta.