El Rally de Argentina nos presentaba una prueba a la vieja usanza. Los más de quinientos kilómetros cronometrados iba a poner a prueba a pilotos, copiloto, maquinas y equipos con tramos muy distintos de unos a otros. A pesar de todos estos cambios con respecto al año pasado, Sébastien Loeb seguía siendo el principal favorito tras sumar 7 victorias en sus últimas participaciones.
Y así fue. El alsaciano se quedaba sólo contra su compañero de equipo a las primeras de cambio. A partir de ahí los dos pilotos rodarían al máximo hasta el fatídico parque de asistencia del sábado al mediodía. Allí la lógica imperaba e Yves Matton, el actual jefe de Citroën Racing, tomaba la decisión que muchos no comprendían y que anteriormente se encargaba de tomar Olivier Quesnel.
Obviamente a todos nos hubiera gustado seguir viendo el duelo entre los dos coches galos hasta el final del rally, o como mínimo hasta la mitad de jornada del domingo. Sin embargo la mejor estrategia para Citroën era la de hacer entrar a sus pilotos en razón viendo que a Petter Solberg le iba a costar mucho llegar hasta posiciones decentes y que Dani Sordo ya no iba a plantar demasiada batalla al estar por encima del minuto de diferencia con Hirvonen.
Dicho y hecho, Citroën conseguía un doblete, Loeb una nueva victoria y distanciarse al frente de la clasificación y todos contentos… o casi todos. Hirvonen sabia a lo que venía aceptando fichar como segundo piloto de Citroën, pero el golpe puede haber sido muy duro para un finlandés que perdió el título del 2011 en la última prueba y a posteriori el pasado Rally de Portugal por unos problemas de homologación de las piezas de su DS3 WRC.
Petter Solberg tampoco puede haber acabado muy contento tras su paso por Sudamérica. A pesar de sus sexto puesto final, el noruego ha vuelto a sumar un nuevo abandono cuando lideraba una prueba con una distancia que empezaba ya a cruzar el umbral de la comodidad. Las decisiones tomadas a partir de la rotura de suspensión por el Campeón del Mundo de 2003 rozaron lo absurdo.
Primero estuvo a punto de ser embestido por los pilotos que le precedían al rodar por mitad de la pista a una velocidad muy reducida, y posteriormente se detuvo varias ocasiones a reparar su suspensión y cambiar neumáticos en lugares completamente inadecuados. Es más, su propio compañero de equipo estuvo a punto de llevárselo por delante al encontrar la parte trasera de su Ford Fiesta en una curva muy cerrada de izquierdas.
Pero ese no fue el mayor problema para Dani Sordo. Tras rodar durante casi 500 kilómetros a buen ritmo el alternador volvía a fallar dejando sin energía a la batería. El Ford Fiesta RS WRC se negaba a arrancar en la pancarta de salida y a pesar de la ayuda de los aficionados que le empujaron para ver si el volante de inercia conseguía poner en marcha el propulsor de la marca del ovalo, fue inútil y Sordo sólo podía pagar su frustración a portazo limpio al igual que lo hizo en aquel Rally de Montecarlo de 2008.
Mucho mejor recuerdo tendrá la prueba para Benito Guerra Jr. El mexicano sigue sumando sus participaciones en la categoría de producción por victorias y durante este fin de semana supo mantener la mecánica mientras todos sus rivales iban cayendo uno a uno. Ni Marcos Ligato, ni Nicolás Fuchs, ni Kosciuzsko pudieron llevar sus coches a la victoria, algo de lo que el Campeón de España de Rallyes de Tierra sí fue capaz y ahora es líder del Grupo N.
Aunque sin duda lo más épico del fin de semana fue la batalla entre los dos Skoda Fabia S2000 del equipo Volkswagen. Andreas Mikkelsen le plantó cara durante todo el rally a Sébastien Ogier. El galo quedó sorprendido ante el ritmo del vigente campeón del IRC, pero finalmente se llevo el primer puesto entre los atmosféricos gracias a que la suspensión de Andreas terminó atravesando el capot de su coche.