La semana después del rally. Hundiéndose en el fango.

Las tremendas roderas que se formaron en los tramos lituanos del Rally de Polonia (si no eres muy de rallyes... sí, has leído bien) son la excusa perfecta para abrir nuestro habitual post de análisis tras cada prueba del Mundial de Rallyes. Tanto por deficiente organización de esta cita, que volvía cinco años después, como por la forma de hundirse de bastantes pilotos...

El Rally de Polonia de Jari-Matti Latvala no hay por donde cogerlo. Es cierto que sin el problema de amortiguador sufrido el sábado hubiera maquillado su actuación con un podio valioso de cara al campeonato, pero de todos modos, no estuvo en el ritmo de Ogier y Mikkelsen en toda la prueba, como si el grotesco error de 2009 le estuviera frenando. Y eso, en un campeonato dominado de forma aplastante por Volkswagen, no se lo puede permitir: ahí están los 50 puntos de ventaja de Ogier en el Mundial.

Es que cualquiera diría que Latvala y Mikkelsen intercambiaron coches o talento en Polonia: el rally del noruego valió mucho (hasta para recortar tuvo arte) y justificó por fin su puesto en el equipo oficial, más allá de la obligada buena actuación en Suecia. Pero no aguantó todo el rally y Ogier el sábado ya dijo adiós con la manita, camino de su quinto triunfo del año. Por no dejar, no dejó ni los puntos de la Power Stage. Por supuesto, Volkswagen va camino de celebrar el Mundial de Constructores en verano...

2014 es un año perdido para el aficionado, pero por primera vez a mí Hyundai me ha dado esperanzas de poder hacer algo medianamente interesante desde la próxima temporada. Sus tres coches acabaron en puntos, Neuville acabó en el podio de forma más convincente que en México y hasta Hänninen dio buenas impresiones pese a perder el tercer cajón del podio. Notable.

Todo lo contrario ocurre con Citroën. Mads Ostberg para mí da la talla, pero el enfoque de “a todo o nada” le está llevando a la nada la mayor parte de las ocasiones y su compañero Kris Meeke directamente parece “no ir” en cuanto se le exige que acabe, siendo francamente decepcionante. Si a ello le sumamos las últimas declaraciones de Yves Matton, diciendo que en el Mundial de Rallyes faltan pilotos, la situación es bastante deprimente.

Una de cal y una de arena en este rally para M-Sport. Mikko Hirvonen volvió a ser una sombra de lo que fue, metiéndose en la lucha final por el podio y sumando un aceptable cuarto puesto por los pelos frento a su excompañero Jari-Matti Latvala. Claro que luego piensas que aquí, él, hace cinco años ganó cuando aún parecía ser un potencial campeón del mundo y la sensación es rara.

En cambio, cada vez se espera menos de sus compañeros de equipo. ¿Elfyn Evans estuvo en Polonia? Quien sí estuvo, dejando huella fue Robert Kubica… dejando huella en su Fiesta WRC, del que volvió a arrancar una rueda en la jornada del sábado. La historia de siempre: empezó como un cohete, tuvo el primer susto, intentó controlar y, al final, yendo con el piloto automático metió la pata. No sé cómo conseguirá salir de esta rutina y me pregunto si terminará intentando convencer a la desesperada a su antiguo copiloto Maciej Baran.

De las otras categoría, hay que subrayar el reparto entre franceses y estonios de los triunfos. En WRC-2 los chicos de D-MACK lograron el doblete, con Ott Tänak batiendo a su compañero Jari Ketomaa, que lleva ya tres segundos puestos en la categoría. Mientras tanto, nuevo naufragio de los R5 del Grupo PSA y más sonido de cajas registradoras en M-Sport.

Entre los dos ruedas motrices, Stéphane Lefèbvre repitió triunfo en el Mundial Junior y WRC-3, dejando claro que lo raro será que no se lleve el título: está un paso por delante del resto y además cuenta con el apoyo de PSA, Red Bull y Sébastien Loeb. Por último en el Trofeo Fiesta D-MACK todo se le pone ya muy cuesta arriba a los pilotos españoles con el segundo triunfo de Sander Pärn: Yeray Lemes está a 27 puntos, Cohete a 41. Con el margen obligado que hay que dar a Nil Solans, parece claro que si el canario y el asturiano no dan la sorpresa en Finlandia, su periplo por el Mundial debería acabar aquí.

Y me dejo el plato fuerte para el final. Es una auténtica vergüenza que el Mundial de Rallyes celebre pruebas en estas condiciones. Me encanta la idea de que sus citas crucen fronteras y así abarquen más afición y mercado, pero lo de este fin de semana fue un auténtico cachondeo: mucho enlace, tramos cronometrados cancelados, una prueba alejada de cualquier núcleo de población importante (algo clave en un campeonato donde los fabricantes exigen que que se trabaje para aumentar la repercusión)...

¿Para esto quitan el Acrópolis? El Mundial de Rallyes debe encontrar un equilibrio entre tradición e interés comercial. Y, aunque el Rally de Polonia tiene pedigrí, no ha estado a la altura. Europa del Este tiene muchas pruebas de prestigio, bien es cierto que la mayoría de ellas sobre asfalto, ¿tan complicado es tomar una de ellas tal y como ya es, incluyendo una superespecial en una gran ciudad y poco más?

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