Algo que siempre me ha resultado enormemente atractivo de la Fórmula 1 es la capacidad de seguir limando décimas a los cronos en base al desarrollo de cualquier mínimo aspecto técnico posible. Desde las modificaciones más evidentes, bien por su relevancia técnica (mejoras en los motores, por ejemplo) o por su rápida identificación visual (aerodinámica, cambios en suspensiones, etc), a las más "ocultas".
La victoria de Sebastian Vettel en el pasado Gran Premio de Hungría tuvo uno de esos detalles técnicos "ocultos" que de no ser publicados explícitamente por los responsables ni tan siquiera tendríamos conocimiento de ellos. Se trata ni más ni menos de la introducción de una nueva gasolina desarrollada por Shell y con la que el motor de Ferrari dio un nuevo paso al frente.
Según la propia Shell informó, la nueva mezcla de combustible Shell V-Power introducida en Hungaroring se trataba del tercer desarrollo del nuevo combustible de 2015. Además, Shell asegura que las mejoras de combustible en esta temporada suponen las evoluciones de rendimiento más significativas desde que Shell colabora técnicamente con Ferrari (y esa relación se inició en los años 30). Nunca antes había sido tan importante el desarrollo conjunto del dúo combustible-motor como con las nuevas normativas introducidas en 2014.
Este pequeño detalle de la gasolina no es más que una muestra de los infinitos campos de desarrollo existentes en la Fórmula 1 y que muchas veces pasan desapercibidos: aceites, refrigeración, materiales, y un largo etcétera de pequeñas mejoras invisibles que forman parte de una categoría en la que cada milésima cuenta.