Aunque mucha gente opine que Mónaco es una carrera aburrida en la que cada año asistimos a una procesión donde es muy difícil ver adelantamientos, no puedo esconder que me encanta ver los monoplazas rodar por las estrechas calles del Principado. En fila india, solos, acompañados o como sea: es, sencillamente, una de las carreras más bonitas de la temporada.
Y otra cosa sensacional que tiene Mónaco, es esa magia que hace pensar que en el circuito más corto del campeonato, el milagro es posible, y las manos de los pilotos pueden sobreponerse a la tecnología de los monoplazas. Si hay un lugar donde un piloto destinado a rodar por debajo de la 5ª posición puede ganar, ese sitio es Mónaco, sin duda.
Son tantas cosas las que pueden girar por completo una carrera en Mónaco que soñar es gratis: en cualquier momento, el más mínimo despiste se paga con el coche contra los acechantes guardarraíles, el Safety Car puede salir a pista al más mínimo incidente, y si llueve... entonces es la leche.
Queda bien poco para una nueva cita en el entorno más glamouroso de toda la temporada de la Fórmula 1. En Mónaco ya se debe respirar Fórmula 1 por todas sus esquinas. En apenas unos minutos, los primeros entrenamientos libres arrancarán la actividad en las tranquilas calles del Principado. Y digan lo que digan: ¡qué ganas tengo de volver a ver un Gran Premio de Mónaco!