Hace unos meses recordamos la trágica historia de Roger Williamson en el Gran Premio de los Países Bajos de 1973. El piloto sueco pereció ante la mirada impotente de David Purley. El británico, que hizo todo lo que estuvo en su mano para salvar a su amigo, fue condecorado posteriormente con la medalla al honor.
Pero David Purley también ha pasado a la historia como protagonista de otra suceso. Nos vamos al Gran Premio de Gran Bretaña de 1977 disputado en el circuito de Silverstone. Por aquel entonces, la gran cantidad de pilotos participantes hacía que antes de cada prueba tuviera que haber un calificación previa. Todos los no-miembros de la FOCA tenían que luchar por uno de los cinco huecos libres de cara al gran premio.
El británico sufrió un terrible accidente en la tercera sesión de entrenamientos tras quedarse bloqueado el acelerador de su LEC-Ford. El monoplaza del británico se salió de pista en Becketts impactando de lleno contra las barreras de madera. Las cifras del accidente hablan por si solas. En tan sólo 66 centímetros, el monoplaza pasó de 173km/h a 0km/h. Traducido, el cuerpo de David Purley fue sometido a 179,8 G’s. La cifra más alta jamás contabilizada y que entró dentro del Libro Guiness de los Récords. Tómese como referencia que en la actualidad un piloto de Fórmula 1 sufre fuerzas de entre 3 y 5 G’s durante un gran premio.
El LEC-Ford se contrajo como un acordeón, reduciendo su longitud total a la mitad. Un monoplaza que actualmente está expuesto en el museo de Donington Park. Purley sufrió fracturas en buena parte de sus costillas, la pelvis en varios lugares y ambas piernas. A pesar de la gravedad, el piloto fue capaz de sobrevivir ante tan terrible impacto y aunque volvió a la competición, jamás pilotó de nuevo un Fórmula 1. David Purley se dedicó al vuelo acrobático, algo que le costó la vida unos años después, en 1985.