Gran Premio de Gran Bretaña 1950: el inicio de una pasión

Carreras legendarias en la tierra de la Union Jack, hay muchas. Quizás demasiadas, pero es que el elenco de circuitos que han visto grandes premios en las islas británicas es simplemente genial; Silverstone, Aintree y Brands Hatch. Demasiadas buenas carreras para elegir solo una. Pero, puesto que 2012 es el primer año en que prestamos particular atención a la historia antes de cada carrera, la decisión correcta era la de empezar por el principio. De ahí que ésta vez nos remontemos a 1950, con motivo del Gran Premio de Gran Bretaña.

Más de medio siglo atrás, estamos hablando del primer Gran Premio de Fórmula 1 de la historia. Efectivamente, antes de eso, existían los grandes premios, e incluso un campeonato europeo, pero nada tan "grande" como la Fórmula 1. De hecho, ésta nueva invención no era nada más que el viejo campeonato de Europa con una carrera añadida; las 500 millas de Indianápolis, que era casi como si no estuvieran, pues los europeos no se aventuraban a disputar la mítica carrera, mientras que los americanos preferían no salir de sus comfortables casas.

Esto nos deja con un campeonato de siete carreras que en realidad serían seis para la mayoría de pilotos. Gran Bretaña tiene que ser la primera, es casi una cuestión de ley. Brooklands fue el primer circuito de carreras de la historia (que tuve oportunidad de visitar hace un par de años y que desde aquí os recomiendo a todos, por infinidad de razones), y Silverstone, el lugar elegido. Solía ser un aeropuerto, pero ahora las máquinas que "vuelan" sin distintas.

La lista de inscritos podía ser buena entonces, pero es aún mejor, vista con perspectiva. Cuatro Alfa Romeos oficiales, pilotados por Juan Manuel Fangio, Giuseppe Farina, Luigi Fagioli y Reg Parnell. El equipo italiano era el favorito para la victoria, aunque también había que tener en cuenta a los franceses Talbot-Lago, con Louis Rosier entre otros al volante, así como la gran afluencia de los Maserati, con hasta siete coches. Pero solo Alfa Romeo y Talbot venía de forma oficial, pues Ferrari aún no tenía listos sus coches, que debutarían en Mónaco.

Resulta, pues, un tanto irónico, que la escudería con más historia del campeonato, no estuviera en su primera carrera. Aunque de hecho, Ferrari se ha perdido, en el total de los años, unas 25 carreras (entre las que tenemos todas las de Indianápolis de los años 50 con una sola excepción). Pero esto no nos incumbe hoy, más allá del hecho que Alfa Romeo llegaba a Silverstone con muchas opciones de vencer. En las pruebas clasificatorias, ya demostraron de lo que eran capaces, obteniendo las cuatro primeras posiciones.

En este día tan señalado, el de la carrera, Jorge VI, la Reina Isabel de Inglaterra, la Princesa Margaret y los condes de Mountbatten de Burma estuvieron presentes. Estamos hablando de un gran evento digno de no solo la aristocracia, sinó de toda la plana mayor de la monarquía. Además, Silverstone reunió ese día un impresionante número de espectadores, que ya quisieran igualar las carreras de hoy en día. Hablamos de 200.000 personas que se desplazaron al circuito para ver la competición, que no les defraudó.

En la salida, Giuseppe Farina tomó el liderato, con Luigi Fagioli y Juan Manuel Fangio rodando cerca. De hecho, durante las primeras vueltas, se intercambiaron las posiciones varias veces entre los tres, con el objetivo de subir el interés del público. No fue una orden de equipo, ni una orden de un promotor. Se trató de algo que decidieron los pilotos de la Alfa, sabiendo que no tenían rivales "de verdad". La carrera tuvo poca historia una vez las posiciones se estancaron y la distancia creció entre los pilotos de la marca italiana.

Más aún cuando Juan Manuel Fangio sufrió una rotura de motor, a ocho vueltas del final. Así pues, sin oposición, Giuseppe Farina se llevó la primera carrera de Fórmula 1 (y al final se llevaría también el primer título), con Luigi Fagioli en segunda posición. El tercer peldaño del podio fue para Reg Parnell, a pesar de haber golpeado una liebre durante la carrera. Los dos primeros entraron a meta con una diferencia de menos de tres segundos, con el tercer Alfa a unos cincuenta segundos de la victoria. El cuarto clasificado estaba ya a dos vueltas.

Se trataba de Yves Giraud-Cabantous, con uno de los Talbot-Lago oficiales, con Louis Rosier en quinta posición, llevándose el último punto, con otro Talbot-Lago. Remarcable comentar el hecho que el vencedor, Giuseppe Farina, marcó también la vuelta rápida (que entonces daba un punto) en tan solo el segundo giro de carrera, y batiendo el mejor tiempo de las pruebas clasificatorias. Sorprendente ver como desde el principio, ya en aquella época, los pilotos punteros iban a por todas.

De entre los veintiún pilotos de nueve paises distintos, doce terminaron la carrera, aunque solo se clasificaron once, pues uno de ellos recorrió demasiada poca distancia como para ser clasificado. Estos números nos dan también un dato curioso, y es que nueve de los veintiún participantes eran británicos. El Gran Premio de Gran Bretaña viviría muchos días de gloria en el futuro, así como la Fórmula 1, que desde 1950 hasta 2012 está cerca de llegar a su gran premio número 900 (que veremos en 2014).

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