Cuando uno piensa en la Fórmula 1, los inicios de los años 90 son particularmente brillantes en el sentido de que convivieron grandes nombres de la categoría, en el mismo momento y con coches competitivos. Ayrton Senna y Gerhard Berger en McLaren, Alain Prost y Jean Alesi en Ferrari, Nigel Mansell y Riccardo Patrese en Williams y Nelson Piquet y Michael Schumacher en Benetton. Este es el panorama del primer Gran Premio de España en el Circuit de Catalunya, en 1991; una lucha de titanes.
Ayrton Senna llegaba a Barcelona con 24 puntos de ventaja a falta de tan solo tres carreras, pero el Williams Renault de Nigel Mansell era cada vez más competitivo. A pesar de ello, la pole position la marcó Gerhard Berger, con McLaren. El austríaco compartía la primera fila con Mansell, relegando al rey de los sábados, Ayrton Senna, a la tercera posición. Una de las sorpresas era ver al debutante Michael Schumacher en quinta posición.
Durante la mañana de gran premio, la lluvia fue protagonista, pero para cuando la carrera empezó, esta había dejado de caer. La salida se produjo sin ningún problema en las posiciones de delante, y Michael Schumacher se situó en tercera posición, sorprendiendo a un Nigel Mansell que perdió bastante tiempo. Con la pista en un estado muy resbaladizo, la lucha por la tercera posición es emocionante; Senna, Schumacher, Mansell y Alesi lo dan todo.
Tras varias vueltas, Gerhard Berger se ha escapado ya, y Ayrton Senna se distancia del grupo. En ese momento, y viendo que los McLaren pueden sentenciar la carrera demasiado pronto, Nigel Mansell adelanta a Michael Schumacher y se lanza en persecución de los monoplazas rojiblancos. Pronto alcanza a Senna y vemos una de las imágenes más bellas de la Fórmula 1 moderna. Durante unos 500 metros, el Williams del británico y el McLaren del brasileño ruedan en paralelo, con apenas unos centímetros entre ellos.
Durante esos segundos mágicos, Ayrton y Nigel, viejos conocidos y rivales, se miran. Son conscientes de la rivalidad que tienen, del talento del rival, y de lo especial de esa maniobra. A final de recta, Mansell consuma el adelantamiento, teniendo el interior ganado. Alain Prost, siendo el gran estratega que es, realiza la primera parada en boxes para montar neumáticos de seco antes que nadie, y la jugada le sale bien. Berger le imita pronto pero la parada es mala y pierde muchos segundos.
Mansell y Senna paran en la misma vuelta, y una parada fantástica por parte de McLaren le sitúa en primera posición de la carrera. Pero Berger llega con un ritmo mucho más fuerte y Ayrton le deja pasar, pues le interesa restar puntos a Mansell como sea. Poco después, Senna realiza uno de sus raros errores bajo la lluvia, con un trompo en la última curva que le hace perder varios segundos. Todo esto está sucediendo en menos de 20 vueltas, y la carrera, la primera en este circuito, no podría dar más emociones.
Precisamente en la vuelta 20, Mansell adelanta a Berger y se escapa. Pronto, Schumacher alcanza al segundo piloto de McLaren, y durante su lucha, el alemán realiza un trompo. Vuelve a llover, y esa es la causa de los errores de Senna y Schumacher. Al cabo de unas vueltas, problemas electrónicos fuerzan a Gerhard Berger a retirarse, mientras la lucha prosigue entre los pilotos que quieren llegar al podio. Al final Mansell gana con comodidad, seguido de un Alain Prost que sin hacer ruido llevó al poco competitivo Ferrari al podio.
Riccardo Patrese termina en tercera posición, por delante del segundo Ferrari, de Jean Alesi, y Senna deberá conformarse con una incolora quinta plaza. El último punto en juego es para el debutante Michael Schumacher, que ha puntuado en las tres carreras que ha disputado con Benetton y ya es visto por muchos como la próxima estrella en ciernes de la Fórmula 1. Al final, Ayrton Senna se llevará el título que acabará siendo su último, pero eso es ya otra historia…
