Gran Premio de España 1981: la última victoria de Gilles Villeneuve

Ayer se cumplieron 31 años del fallecimiento de Gilles Villeneuve durante los entrenamientos para el Gran Premio de Bélgica de 1982. El canadiense se convirtió en una leyenda eterna de la Fórmula 1. Muchas fueron las ocasiones en las que destacó por encima de los demás, demostrando su talento, destreza y pasión. Esto es, a pesar de haber obtenido "solo" seis victorias, la última de las cuales se produjo en el circuito del Jarama, con motivo del Gran Premio de España de 1981.

Villeneuve llegaba a España tres semanas después de haber vencido, para sorpresa del "Gran circo", en Montecarlo. Había tenido algo de suerte con los problemas de Alan Jones en los últimos momentos, pero había clasificado en segunda posición en los entrenamientos y rodaba segundo a pocas vueltas del final, hasta que pudo adelantar al australiano. Era un resultado merecido, y en Jarama el de Ferrari quería aún más. Estaba dispuesto a todo.

Algunos hitos de esta carrera incluyen el retorno de la decoración "John Player Special" a Lotus tras dos años sin ella y el hecho de ser la última carrera de Fórmula 1 en el Jarama. Pero volviendo a lo deportivo, Jacques Laffite obtuvo la pole con Ligier, por delante de Alan Jones y Carlos Reutemann, con el número 27 de Ferrari en séptima posición. Nada hacía presagiar lo que iba a ocurrir, aunque en la salida el canadiense dió un aviso y antes de la primera curva había superado a cuatro pilotos y era tercero.

Parecía que Villeneuve se había olvidado de que los coches atmosféricos tenían una teórica ventaja en las salidas. Al final de la primera vuelta, Villeneuve se salió de la aspiración de Reutemann y le adelantó. Pasaba a estar en segunda posción, solo por detrás de un Alan Jones que parecía estar a otro nivel. De hecho, lo estuvo durante 14 vueltas, hasta que se salió de pista cuando tenía diez segundos de ventaja sobre su rival, que poco podía hacer en ese momento.

Por detrás del piloto de Ferrari, que heredaba el liderato, estaba Jacques Laffite, que había adelantado a Reutemann, con problemas en su caja de cambios. De hecho, más tarde perdería también la tercera posición en beneficio de John Watson con el McLaren. Detrás del argentino, que en varias vueltas pasaría, pues, a estar en cuarto puesto, se añadió más tarde Elio de Angelis con el Lotus, de nuevo con la preciosa decoración de "JPS" con los colores negro y dorado. Una fila de cinco coches en poco más de un segundo se disputaba el liderato.

Gilles Villeneuve, líder desde la vuelta 14, defendió la posición privilegiada desde ese momento hasta la bandera de cuadros. Fueron 80 vueltas en total, y 66 las que tuvo que vérselas con un "tren" de cuatro pilotos que estaban esperando cualquier error que pudiera cometer para aprovechar y adelantarle. El ritmo teórico de sus coches les habría permitido escaparse y dejar al Ferrari atrás con relativa facilidad. Pero no sucedería.

En la recta de meta, el Ferrari utilizaba toda su potencia para ganar algunas décimas que se administrarían durante las primeras curvas. Llegada la segunda mitad del circuito, el Ligier de Laffite estaba ya totalmente encima, con intenciones de adelantarle como y cuando fuera posible. Había una victoria en juego y tan importante era para Ferrari y su piloto como para Ligier y el suyo. Esto, sin hablar de McLaren con Watson o incluso Reutemann, que se escapaba peligrosamente en el mundial y querría asegurar más puntos.

Varias fueron las ocasiones en las que Laffite consiguió situarse casi en paralelo con Villeneuve, pero en el último momento el Ferrari tenía un poco más de potencia, lo cual, junto a las frenadas al límite de Villeneuve, mantenía el statu quo de la carrera. El calor era sofocante y la carrera, emocionante a más no poder a pesar de la falta de adelantamientos. La llegada vio a los cinco primeros clasificados llegar separados tan solo por 1,24 segundos, en lo que se considera la segunda llegada más apretada de la historia, tras el espectacular Gran Premio de Italia de 1971. Detrás de Villeneuve, el podio lo completaron Laffite y Watson

En el podio, un exhausto Gilles Villeneuve recibía, orgulloso, el trofeo de vencedor de manos de Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I. Para Ferrari, esa victoria era importante. Les permitía soñar en una segunda mitad de temporada que les pudiera aupar a la lucha por el título a pesar de encontrarse a 16 puntos de Reutemann, líder del certamen. Había motivos; Nelson Piquet, solo un punto por delante de Villeneuve, acabaría ganando el título, mientras que el canadiense solo volvería a puntuar con motivo del Gran Premio de Canadá, donde se hizo con la tercera posición.

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